Miércoles 20 de Noviembre. 1985.
"¡¡BOO!!" escuchó Eneas fuertemente cerca de su oído, mientras que un niño pelirrojo lo abrazó de golpe desde la espalda, apresando incluso sus brazos a la altura de los codos, y dejándolo inmóvil. Esto lo hizo gritar del espanto, y sentía que su corazoncito iba a estallar por emitir latidos tan fuertes. Lo siguiente que oyó fueron las carcajadas de su amigo Bruno.
Un largo año había pasado desde aquella noche en que Eneas y Bruno se conocieron tan casualmente. Desde ese día se convirtieron en dos amigos inseparables. El pelirrojito vivía justo al lado de la casa del castaño, entonces jugaban juntos casi todas las tardes. Y cada vez que Samuel y Lisandro salían por la noche, ambos niños dormían en la casa del de ojos cafés. Algunas veces los que salían eran los papás de Eneas, entonces era él quien se quedaba a dormir en lo de Bruno, pero eso pasaba con menos frecuencia.
Lo cierto era que a pesar de que ya habían pasado tantas cosas, y tanto tiempo, Bruno continuaba haciendo poner nervioso a Eneas en algunas ocasiones. Pero aún así, siempre estaba ansioso de que llegue el momento de verlo. Es que con nadie se divertía tanto como con él.
Eneas ya había empezado primer grado en la escuela primaria, incluso ya estaba terminando ese ciclo para empezar segundo el año siguiente. Había conocido a muchos niños y niñas allí, y se llevaba bien con varios. Especialmente con Alan. Un rubiecito de ojos miel, que siempre tenía ocurrencias divertidas para jugar algo nuevo. Él ya había cumplido los siete, pero iba al mismo salón que el castaño. Y hoy este rubio, iba a su casa a jugar con él. De todas formas, a pesar de que Eneas disfrutaba de su compañía, no se igualaba a los ratos que pasaba con el pelirrojo. Por eso sabía que Bruno era su mejor amigo.
— ¡Me asustás mucho cuando hacés eso! — Se quejó Eneas colocando la mano en su pecho y haciendo un puchero, cuando se dio vuelta y vio al responsable de su espanto.
— Y esa es la idea. — Respondió Bruno aún riendo, lo que generó que el castaño también se ría y comience a correrlo por todo el patio, en busca de venganza.
Pero antes de que Eneas pueda alcanzar a Bruno, Lorena los interrumpió. Llamó al castaño hasta la puerta, y le contó que hoy vendrían su tía Vivi y su prima Zoe a la casa. Viviana es la hermana de Lorena, y vive en Bahía Blanca, que es una ciudad bastante lejos de Mar del Plata. Entonces, cada vez que ella viajaba para visitar a su hermana, se quedaba a dormir en su casa por un par de días. En esta oportunidad vendría solo con su hija, porque su esposo tenía mucho trabajo y su hijo mayor siempre estaba con la novia.
Esta noticia puso muy contento a Eneas. Le encantaba cuando su prima Zoe venía a visitarlo. Ella tenía ocho años, pero por su forma de ser parecía más grande. Tal vez porque tenía un hermano mayor, de 18 años. Siempre estaba con algo nuevo en su cabeza y venía emocionada a hablarle de ello a su primo de seis. Ella fue quien le contó que Papá Noel* no existía.
Además daba por seguro que esa tarde iba a ser muy divertida, ya que se juntarían Zoe, Alan, Bruno y él. Podrían jugar todos a algún juego emocionante.
La niña por fin llegó, después de Alan, y se unió a los otros tres.
Al principio empezaron jugando todos juntos a la mancha, la escondida y demás juegos clásicos. Pero después, Eneas comenzó a notar algo extraño. Ya no parecían un grupo de cuatro niños, sino dos grupos de dos. Zoe estaba todo el tiempo con Alan. Donde él iba, ella lo seguía, y si estaban jugando algo en donde había que elegir, manchar, encontrar a alguien, ella siempre escogía al rubio. El castaño pensó que tal vez era porque ellos dos eran más grandes. De todas formas, esto no lo preocupaba demasiado, ya que él estaba bien con Bruno. Pero sí se desilusionó un poco al ver que la tarde terminó con Zoe y Alan en el patio delantero, y el pelirrojo con él en el patio trasero; porque quería que sean muchos.
Cuando oscureció, la mamá de Alan vino a buscar a su hijo, y el papá de Eneas acompañó a Bruno hasta la casa de al lado, dejándolo con su padre.
Esta vez, la compañera de habitación de Eneas, sería Zoe. A él le encantaba dormir con su prima, pero a veces ella no quería dormir y terminaban jugando en el suelo, hasta que Lorena entraba enojada porque ya era muy tarde y debían dormir.
— ¿A vos quién te gusta, Eneas? — Preguntó Zoe curiosa a su primo, mientras jugaba tironeando de sus propias coletas, sentada en el colchón del suelo.
— ¿Quién me gusta? No lo sé. Creo que nadie. — Respondió el niño convencido.
— ¿Nadie? No te creo. — La niña de cabello negro se levantó y caminó unos pasos hasta la cama del castaño que intentaba dormirse, para después sentarse en ella.
— Zoe, mi mamá dijo que ya debemos dormir. — Protestó él, tapando su rostro con las sábanas.
— Pero yo no tengo sueño. No seas aburrido. — Hizo un puchero que Eneas pudo notar a pesar de que no la estaba viendo.
— Bueno. — Bufó descubriéndose la cara. — ¿Y... a vos quién te gusta? — Preguntó ahora bastante curioso, fijando sus ojos cafés en los color miel ella.
— A mí me gusta Alan. — Respondió segura, sonriendo mientras que sus mejillas se ruborizaban.
— ¿Alan? ¿Por qué? — Cuestionó extrañado, frunciendo el ceño. Aunque ahora entendió porqué estaba todo el tiempo con él.
— No sé, es lindo. Me gusta.
— Pero... ¿Cómo sabés que te gusta?
— Ay, Eneas. Porque sí. Me gustan sus ojos y su cabello. Cuando lo veo tengo mariposas en mi pancita. Y cuando sea grande quiero que él me de mi primer beso. — Confesó echándose boca abajo sobre la cama, enterrando su rostro el colchón.
— Ah... Entonces ya sé quién me gusta. — Respondió Eneas con una sonrisa, pasando de estar acostado a sentado. Él sentía exactamente lo mismo por otra persona. Y siempre se preguntó por qué, entonces tal vez esa era la respuesta.
— ¿Quién? — Preguntó ella aún en la misma posición.
— Bruno.
— ¿Qué? — Se extrañó volviéndose a sentar y mirándolo entre seria y graciosa.
— Bruno, el chico de al lado. También me gusta su cabello naranja, sus ojos sin color, y cuando sonríe. Y a veces me hace poner nervioso.
— Eneas, eso es imposible. — Rió a carcajadas la niña. — No te puede gustar un chico.
— ¿Por qué? Si a vos te puede gustar uno, entonces a mí también. — Protestó inocente.
— Pero vos sos varón. Se supone que te tiene que gustar una mujer. Como yo soy mujer, me gustan los varones. — Explicó.
— ¿Pero por qué no me puede gustar un varón?— Repitió su pregunta al no recibir una respuesta que lo conformara.
— Porque... porque eso está mal.
Eneas se quedó mirando a su prima, confundido. En ese momento, oyeron que Lorena iba caminando hacia la habitación, entonces Zoe velozmente se tiró en su colchón y se hizo la dormida. Eneas también se acostó y se tapó hasta la cabeza con las frazadas. Cuando la rubia entró, creyó que estaban dormidos, así que se retiró sin decir nada.
Zoe no tardó en dormirse, pero Eneas no lo lograba. Se quedó pensando en aquello que la pelinegra le dijo. "Eso está mal". Su mamá nunca le había dicho que las parejas de hombres estaban mal. Pero reflexionando se dio cuenta de que sus papás eran un hombre y una mujer, los de Zoe también, los de Alan también, e incluso los de Bruno, aunque estén separados. Todas las parejas eran así, entonces tal vez su prima tenía razón. Pensó que lo mejor sería fijarse en alguna niña y seguir siendo el mejor amigo del pelirrojo.
*Papá Noel: Santa Claus, Santa Clos, o como le llamen al gordo de traje rojo que reparte regalos de navidad en su país xD
Bueno, por ahora la historia va "suave", pero pronto va a ser un caos :3 jaja. En multimedia puse las fotos de los padres de Eneas, y en el siguiente capítulo voy a poner una del papá de Bruno.
Espero de corazón que les haya gustado <3 Ya saben que una estrellita o algún comentario con su opinión es un pago increíble para mí <3 Los amooo. - Fiama
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Eso está mal [Gay] [PAUSADA]
Novela Juvenil"A los niños les gustan las niñas. Y a las niñas, los niños. Si es al revés, entonces está mal." La historia de Eneas comienza en 1985, en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, cuando teniendo solo seis años de edad, su curiosa prima dos años mayor...