De todas las Galaxias, los sistemas que hay en ellas, los mundos que los componen, ¿qué probabilidades había de que dos minúsculos puntos, dos energías sumidas en la vorágine del Universo, se encontraran? Es más, ¿y si no solo tuviéramos en cuenta este universo o este plano de existencia, sino todos los demás? Las probabilidades menguarían por decenas de millones.
Aun así, sucede y pocas cosas o ninguna pueden evitarlo, quizás sí dilatarlo en el tiempo, otra variable la mar de interesante que debería incluir en este peculiar análisis, pero no evitarlo. No se puede parar lo inevitable, no se puede parar la muerte o la risa compulsiva, no se puede contener la luz de una estrella o iluminar el lugar más recóndito del Universo con la luz de una vela.Desafiemos a las matemáticas, ellas siempre tan exactas y constantes, pongámoslas en la palestra a ver como defienden esta extraña anomalía estadística, a ver como explican que tú y yo, dos fugaces existencias, dos seres solitarios, coincidamos entre la inmensidad de algo cuyos confines son inimaginables, a ver como razonan, agregando el ciberespacio a las variables, que tú me encontraras en medio de toda esa oscuridad.
Probabilidades... Juegan con nosotros, siempre han jugado, rapiñándonos opciones que se pierden o que originan otras realidades. Quizás en otro Universo aun no te haya besado o, tal vez, llevo haciéndolo desde hace milenios sin saberlo. Un día pasado, lejano o no, dimos la vuelta a esa tirada de dados, fuimos nosotros los que dominamos la probabilidad, quizás hicimos que ocurriera u ocurrió sin más, porque sí, porque debía hacerse, porque estaba escrito en algún lugar que no existe, porque decidimos que una distancia eventual no era nada, solo una variable errática, solo algo sin importancia si lo comparábamos con lo que podíamos tener.
Pusiste el universo a mis pies, soy única y ahora lo sé. Ignoro que realidades se formaron en torno a mis miedos y a mis ganas de amarte, realidades opuestas, pero con un mismo destino razonablemente probable.
Sea como sea, una vez más, ¿qué probabilidades teníamos? Todas, porque no se puede parar lo inevitable.
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La contadora de sueños. Relatos cortos, cotidianos, mágicos y épicos
Nouvelles¿Un coche puede ser una fiera montura? ¿Qué misterio ocultan las galletas que nos hacen tan felices cuando las comemos? Los niños son capaces de ver el otro lado de la vida. ¿Por qué tenemos que resignarnos los adultos? Vuelve a soñar con esta peque...