27.

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Me decidí a por fin pedirte que seas mi novia.

Te invité a otra cita en la cornisa para ese día en la noche, y te pedí que usaras tu mejor ropa.

Me miraste con confusión, pero de todas formas aceptaste.

Quería que fuera algo especial, así que contraté fuegos artificiales y encargué comida del mejor restaurante de la ciudad.

También, decidí ponerme un traje.

Pero cuando ya estaba por salir de casa, a mi madre se le ocurrió darme un sermón: Hacia semanas que no aprobaba ningún examen.

Pasaba tanto tiempo contigo que las cosas de la escuela habían dejado de importarme.

Cuando terminó de hablar, ya estaba atrasado diez minutos.

Chica de la cornisa, ¿te habrás sentido impaciente?


La chica de la cornisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora