Capítulo 18. Karma

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Me quedé suspendida en la acera viendo a Simon alejarse, Max llegó trotando en pocos segundos hasta mí

-Parece que llegó en mal momento_ lo miré con ironía

-Debo ir a hablar con él

-Nina! Nina... aguarda, dale espacio. Se fue molesto, quizás herido por haber mal interpretado nuestra situación dentro del gimnasio, estoy de acuerdo con que debes hablar con él, es necesario que lo hagan_ dijo señalándome

-Yo no contaba con esto, Max

-Sé que no, pero sucedió... como te dije dentro, cuentas conmigo, no estás sola en esto.

Me alegraba poder contar con Max en esto, odiaba sentirme de ese modo, susceptible, sensible, con ganas de llorar a todo momento, yo no había pedido esto. Detestaba el hecho de haber roto mi propia promesa de no involucrarme sentimentalmente con alguien una vez más, mis antecedentes en ese sentido eran terribles y cuando hablo de terrible, debo resaltarlo "TERRIBLE".

La belleza evidentemente no compra o no asegura el tener una vida sentimental exitosa, en realidad toda mi vida ha sido una mierda, mi madre murió cuando yo era una niña, tuve que aprender a ser cazadora de seres repugnantes y temerarios, mi padre está enfermo, cada vez empeorando, en difícil lidiar con sus episodios de amnesia y confusión, había consultado cualquier cantidad de colegas, neurólogos y es impresionante que en la era en la que estamos, poco se haya podido avanzar en tratamientos contra el Alzheimer.

Vamos a sumarle el hecho que estamos en medio de un pre apocalipsis, con arcángeles y el propio Jesús de Nazaret andando entre nosotros, yo lo conocí, lo miré a los ojos y me sentí juzgada, sentí la implosión de todos mis errores, pecados, él sabía todo lo que pude haber hecho, su presencia me perturbaba, me causaba unos nervios indescriptibles, le temía.

Hace varios años atrás juré que no volvería a enamorarme, quizás una promesa estúpida que posiblemente haya hecho un 90% de la población mundial, cuestiones por ira y rabia de momento, lo cierto es que yo mantenía ese juramento intacto hasta que apareció Simon por el ascensor de la casa cuando llegó a Nueva York, al principio pensé que era un capricho más de los míos, capricho sexual, que con un par de pestañeos, una sonrisa pícara, un labial rojo y una falda ajustada podían solucionar, de algún modo me sensibilizó, tocó algo dentro de mí que hacía mucho nadie tocaba, su mirada era limpia, posiblemente su condición de mártir lo ayudó.

Hace varios años atrás, cuando apenas tenía 17 años, estaba muy enamorada de Paul, llevábamos varios años juntos, desde 3er año de la preparatoria, un día decidí escapar con él, mi padre no me dejaba verlo, decía que lo ponía en peligro por lo que éramos, llevábamos días detrás de unos vampiros y como forma de precaución, me prohibió ver a Paul hasta que nos deshiciéramos de ellos. Nos fuimos a Newark, fue un día mágico, divertido, no sabía que el huir o andar a escondidas era tan divertido. Al anochecer decidimos regresar a casa, papá regresaría pronto de su turno en el hospital. Mientras Paul conducía, me tomaba de la mano y conversábamos sobre cosas tontas, fue entonces cuando una mujer se nos atravesó en el camino de repente, Paul la arrolló. Yo en seguida supe que no era una mujer cualquiera, tomé mi bolso de la parte trasera del auto de Paul y saqué mi arma

-Paul detente! Quédate en el auto_ detuve a Paul cuando abría la puerta del auto, me miró espantado al verme el arma

-Nina, que haces con un arma?

-Quédate en el auto_ lo solté y abrí mi puerta. Fui con cautela hasta donde estaba el cuerpo de la mujer golpeado en el suelo_ Sé que eres un vampiro, no es necesario todo este teatro, le dije aun guardando distancia. Paul bajó del auto_ PAUL! QUEDATE EN EL AUTO!

HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora