Prólogo

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Condado de Kent

Noviembre de 1854

Era la noche de un baile en el gran Castillo de Dover, todos los ciudadanos de clase alta estaban invitados a ese gran festín que organizaba la familia más cotizada del reino.

El castillo estaba decorado hasta el más mínimo detalle, flores no faltaban, comida menos aún, la música también estaba presente y jóvenes vestidos con sus mejores galas también disfrutaban de esa bonita noche.

Pero un gran festín como éste no solo sirve para divertirse, algunos se encontraban allí no por las flores, no por la comida o mucho menos por la música y los jóvenes, para ellos esto era una sala donde poder hacer tratos, una sala en la que muchas vidas estaban en juego.

Dos señores apuestos se encontraban pasando desapercibidos en medio de tanto barullo, lucían como si fueran los herederos de alguna casa rica, pero la realidad no era esa.

Los dos con su sombrero de copa, camisa y sin falta una americana de cierre cruzado, se mezclaban bien en ese ambiente.

Tenían como punto de mira al heredero de este maravilloso castillo, al que no le quitaban la vista ni un segundo.

El señorito se fue a fuera a descansar de todo el barullo, y como era de esperar los dos apuestos galanes se fueron tras él.

El heredero empezó a dar un tranquilo paseo en su enorme jardín, pero de repente la calma fue perturbada cuando percibió un movimiento a un lado, giró rápidamente la cabeza hacia la derecha, encontrándose con una figura de mármol representando a dos seres, el bien y el mal ¿O... quizás esa afirmación no era del todo correcta?

La gran estatua representaba a un demonio matando a un ángel, soltó un bufido al ver que en realidad no era nadie.

-¿No te parece genial esta representación?-

El heredero se sobresalto al escuchar una voz proveniente de sus espaldas pero al girarse no había nadie.

-¿Quién va?

Escucho una risa como respuesta

-No juguéis conmigo os advierto que soy un príncipe.- Les aviso el joven. -Os he preguntado quien sois responded y dar la cara.-

De repente dos figuras aparentemente humanas salieron de detrás de la estatua de mármol.

-Tu título no representa nada para nosotros.- La boca del galán insinuó una sonrisa.

-¿Quién os creéis que sois para hablarme así?

- Solo somos unas personas que cumplimos con nuestro trabajo.- Respondían al muchacho mientras lo acorralaban

- ¿Qué queréis?- Dijo asustado.

- Ya sabes para que venimos, solo entrégalo-

-No sé de qué habláis caballeros-

-No mienta te ira peor-

-Dejarme o llamare a los guardias-

- Si no quieres cooperar, entonces lo tendremos que hacer a las malas. Lo siento milord- mencionó su título con burla.

-¿Qué...- No llego a acabar la oración cuando una bola de fuego se hizo presente en las manos de uno de los compañeros.

- Ya nos veremos príncipe, nos veremos en el infierno.- Dijo eso último con una sonrisa despreciable.

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