La oscuridad rodeaba todo, pequeños destellos de la Luna que entraban gracias a los agujeros del techo de la alcantarilla eran lo único que iluminaba el lugar.
La tortuga menor con pasos lentos y tambaleantes, caminaba con un oso de peluche entre sus manos. Soltó un suspiro y se sentó recargándose en la pared abrazando sus piernas para ocultar su rostro en ellas.
—Ya todo acabó... Todo acabó— Susurró el pequeño para levantar la mirada hacia el techo. —Rafa... Donnie... Leo... Sensei—
Acto seguido se levantó, tomó el peluche y se dirigió a la superficie.
Caminaba sobre los techos viendo como todas las personas y autos se dirigían a sus hogares para reunirse con sus familias.
—¿A qué apesta?— Murmuró para mirar sus manos. —Estoy manchado de sangre... Sangre, sangre...— Repetía descontroladamente en susurros que aumentaron de volumen hasta convertirse en gritos de desesperación y angustia. —¡Sangre! ¡Si, era eso! ¡ESO!— Alardeó mientras miraba el cielo.
De un momento a otro se tiró al suelo, quedando tendido unos segundos sintiendo el frío viento de esa noche. Rodeó sus hombros con sus manos con cierta tristeza en sus ojos. —¿Qué me está pasando?— Se quedó pensativo. —Será mejor que me vaya—Ya en las alcantarillas bajó al sótano donde los cadáveres de Rafa y Donnie se encontraban. Apestaba horrorosamente, pero no le dio importancia y sacó unas herramientas, para acercarse a aquél que colgaba de la soga.
—Esto sucedió porque no me escuchaste, te dije que no te movieras. Fuiste desobediente, irónico ¿No? Solías decirme que siempre desobedecía—
Bajó su mirada hacia la cabeza que yacía en el piso. —¿Y tu?— Dijo para agacharse. —Rafa... Pobre Rafa, tus gritos de dolor aún están en mi mente ¿Lo recuerdas?— Acarició la mejilla de la cabeza, sonrió para proceder a cargarla y jugueteó con esta.
—¡Rafa quedó sin cabeza! ¡Rafa quedó sin cabeza!— Cantaba de forma divertida como si fuera algo normal.
—Oh, es cierto... Les conseguí un mejor lugar para quedarse— Dicho esto, sacó un hacha, dejó la cabeza y se acercó a Donnie para introducir el hacha en su cuello, piernas, brazos, estómago y pecho. —Vaya, que difícil... Pero tranquilo Donnie, pronto te descuartizaré, no te preocupes—
Se escuchaba claramente como el hacha traspasaba la carne, los huesos y los órganos hacían ruidos asquerosos al caer al piso.
—Cortar, cortar...— Nuevamente cantaba infantilmente. —¡Listo!— Tomó un saco grande —¿Ves este saco? Bueno, es donde podrán dormir tranquilos. Aunque me pone algo triste que no podrán jugar más conmigo— Sonrió tristemente agachando la cabeza. —Estarán los tres juntos, aunque Leo está dormido en el Do-Jo, pronto los acompañará— Metió las partes del cuerpo de Donatello para después descuartizar y hacer lo mismo con Rafael.
—Listo, ahora solo esperen— Dijo para levantarse a buscar el cadáver de Leo.—Que gran alboroto ¿Quién diría que una vela haría tanto desastre para quemar incluso el árbol? ¿Verdad?— Hubo un corto silencio. —No me ignores, no finjas dormir— Dijo cargando a Leo.
Ya en el sótano, descuartizó a Leo y lo puso en el saco que ahora estaba lleno, pintándose de carmesí y generando un pequeño charco que poco a poco se extendía. —Dulces sueños— Pronunció al cerrar el saco y sonreír.
Tomó el peluche de la mesa y caminó sin destino alguno, solo deambulando sin pensar en que le depararía ahora. Se detuvo frente al cuarto de Splinter y lentamente se escabulló, como si no quisiera despertar al cadáver de su padre.
—Padre... Padre, ¡Padre! ¿¡Ves!? ¡He acabado con todos fácilmente; no soy tonto, solo no me conocían! ¿¡Me estás escuchando!?— Gritó desesperadamente para poco a poco recuperar la compostura.
—¿Acaso a nadie le importo?— Murmuró para caminar fuera de ahí con un nudo en la garganta.
Se acercó a su cuarto con poca confianza, y al entrar se recostó en las sábanas que se mancharon de sangre.
Intentó dormir, pero no pudo.
—Me siento... Solo— Miró al techo tristemente pero un espejo en la pared captó su atención, se levantó y contempló su reflejo de pies a cabeza.
—Este... ¿Este soy yo?— Dijo asustado como si nunca se hubiera visto en un espejo antes. —¿Estoy lleno de sangre? N...No es posi...posible— Retrocedió violentamente para sujetar su cabeza y cerrar los ojos con fuerza al soltar un grito desgarrador.
—¡No! ¡Yo no hice esto! ¡No lo quise hacer! ¡La locura me invadió! ¿La oscuridad absorbió mi corazón sin que me diera cuenta?— Gritaba golpeando las paredes y lanzando los objetos de sus estanterías. —¿¡Acaso asesiné a todos!? ¡No, es solo un sueño!— Parecía que las lágrimas jamás pararían cuando se tiro al suelo temblando. Gritaba, lloraba, nadie llegaría para consolarlo otra vez. Pero esta soledad era aún peor.
Fue cuando se miró en el espejo que volvió a sonreír aún con los ojos hinchados de lágrimas.
¿Estaba loco? Sí. Odiaba sus cambios abruptos de personalidad, pero no podía hacer más que contemplar como de dolor pasaba a satisfacción en menos de un segundo.
—¿En qué clase de monstruo me he convertido?— Dijo al tocar el espejo. —¿Por qué los asesiné? Soy tan débil que me dejé llevar por el impulso... Hermanos, padre...— Tomó aire desesperadamente, como si sus pulmones se hubieran contraído y quisieran matarlo. —¡Hermanos! ¡Padre! ¡Perdónenme, no sabía lo que hacía! ¡Me volví completamente demente! ¡Lo siento, lo siento, lo siento!— Alzó la mirada hacia el espejo al sentir a alguien tocar su hombro.
Lo que vio lo sorprendió, paralizado, y con un hilo de voz. —Hermanos...—
En el espejo, detrás de él se reflejaban las siluetas de sus hermanos mayores quienes le sonreían cálidamente.
Leonardo tenía su mano en el hombro de Mikey, Rafael acariciaba su cabeza mientras que Donnie le sonreía.
Mikey no sabía como reaccionar, nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas para seguir contemplándolos.
—Sabes que siempre serás nuestro hermanito, y estaremos a tu lado— Susurró lo que parecía ser la voz de Leonardo.
—Más te vale cuidar del peluche que te di, fue algo difícil hacerlo— Decía Rafael con una sonrisa.
—Hermanito, pudiste desatarte de la oscuridad...— Dijo Donnie con una sincera sonrisa. —Estoy orgulloso de ti—
—Perdónenme...— Susurró Mikey intentando no entrar en llanto.
—No tienes que disculparte, fuimos malos contigo todo este tiempo, sobre todo yo... Lo sentimos— Rafael desvió la mirada apenado.
Las palabras apenas se formulaban en la mente de Mikey cuando sintió un calor rodeándole, sus hermanos lo envolvían con sus brazos. Era todo lo que necesitaba.
Fue cuando empezó a ahogarse en llantos dolorosos y verdaderos. —¡Lo siento!— Apenas lograba tomar aire entre los gritos y sollozos. —¡Soy un monstruo!—
Donnie intentó calmarlo. —No lo eres, a veces el cuerpo actúa por si solo gracias a los impulsos—
—¡Pero yo me daba cuenta de todo! ¡Pero pensé que todo era una simple pesadilla! ¡Lloraba pero los maté a todos!— Admitió entre lágrimas.
—Mikey, en realidad... Yo me quité la vida—
—¿Te suicidaste...? ¿¡Por qué!?— Preguntaba aún sabiendo la respuesta que destrozaba su corazón.
—Sé lo que piensas, más no fue tu culpa... Me frustré y tomé acciones que me hicieron fallarte como hermano, como líder. Te dejé solo— Sonrió tristemente cabizbajo.
—Leo...—
—Nunca estarás solo hijo mío— Esa voz hizo que el pecho de Mikey se encogiera.
—¡Padre!— Iba a voltearse y dejar de ver el reflejo pero el abrazo de su padre se lo impidió.
—¡PADRE! ¡TE FALLÉ COMO HIJO!—
—No digas eso hijo mío— Dijo cuando los demás se acercaron y Mikey los contempló. —Los quiero mucho...— Murmuró melancólicamente. Todos le rodearon con sus brazos y Mikey cerró los ojos en una tranquilidad. —No me dejen solo...—
—Siempre te protegeremos...—
De un momento a otro el calor comenzó a desvanecerse. Mikey intentó aferrarse a ese calor. —¡POR FAVOR NO ME DEJEN! ¡HERMANOS, PADRE!—
—No podemos quedarnos, lo siento hermanito— Donnie comenzaba a sollozar.
—Cuida al osito ¿Si?— Dijo Rafa dándole un beso en la frente.
—Estaremos aquí aunque no nos veas...— Añadió Leo.
—¡NO! ¡Por favor!— De un momento a otro sus manos abrazaban el aire, estaba en el silencio de su cuarto
—No me dejen solo... Por favor— Sollozó al tirarse el piso. —No otra vez... Quiero arreglarlo por favor—
Aquel pequeño quedó llorando en la oscuridad, de repente una hoja cayó sobre su cabeza, sin dudar la abrió y se dio cuenta de que era el dibujo que hizo en navidad cuando apenas tenía 6 años.
Todos los días iba, veía frente al espejo a sus hermanos, y les rogaba nuevamente que no se fueran. Pero se desvanecían en cuanto lo decía.
Sin que el lo supiera, su mente le estaba haciendo una mala pasada nuevamente... Porque no había nadie ahí.[FIN]
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Unseen (TMNT)
Fanfiction¿Qué es lo que esconde una mirada? ¿Qué es lo que esconde una sonrisa? Dolor, sufrimiento, sangre y violencia. Autora: Inoku (Yo solo la adapté a modo de novela) ~~~~~~~~~~ -NOVELA TERMINADA-