capítulo siete.

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Samantha gimió contra el cojín de su habitación. Dios, cuanto lo odiaba. Sus mejillas aún estaban rojas por la vergüenza. Siendo sincera consigo misma, le gustaba su cuerpo... lo bastante como para enseñarlo. ¡Pero eran dos cosas muy distintas, enseñarlo, a que la dejaran sin nada! Como lo había echo aquella bestia.

Podía sentir su mirada pegada atrás, mientras recorría el pasillo, y para su vergüenza, había sentido un inmenso calor en sus partes más íntimas. ¡Maldito fuera! La dejaba sin nada, y encima la excitaba...

Quizás debiera de mandarlo a un hotel... No, sabía perfectamente que no podía hacer eso, aquella casa era tan suya como de Caitlin, y no podía echar a su hermano. La puerta sonó. samantha se negó a contestar, pues sabía quien era. Toc, toc...

-¡Vete!

-Samantha... -la voz de Justin la perseguía.

-¡Que te vayas!

-Voy a entrar, sólo espero que aún no te hayas vestido... -su voz era tan sensual y provocativa... aunque también llevaba una pizca de diversión.

-No tendrás suerte.

La puerta se abrió, y él entró riendo. Se apoyó en el marco de la puerta, y miró hacía la cama, donde estaba ella tumbada boca abajo, agarrando con fuerza un bonito cojín color rojo.

-No, no que no la tengo, podrías haberme esperado desnuda...

-Ja. Ja. Ja. Que risa.

-No veo que te rías -le contestó con burla.

-¿Qué quieres? -preguntó ella con sequedad.

-¿Te apetece que vayamos a cenar?

-No -estaba preparado para la respuesta, aunque no pensaba dejar la cosa ahí.

-Sammy...

-No.

-¿Siempre eres tan dura, y cabezota? -se comenzaba a divertir demasiado con tanta negativa.

-No.

-¿Sabes alguna otra palabra? -preguntó, a ver que decía.

-No -la risa comenzaba a acumularse en su garganta, se veía ridícula.

-Pareces una cría...

-No.

De pronto ella estalló en carcajadas. Si, vale, parecía una cría... pero ¿y qué? Le divertía aquello... le recordaba a cuando su hermano entraba en su habitación para decirle algo, y ella empezaba con un No, tras otro... hasta que ambos reían a carcajada limpia por la estupidez...

-¿De que te ríes?

-¿Quieres que vayamos a cenar?

-Eso te pregunté -su sonrisa se amplió dejando ver la hilera perfecta de dientes blancos. Que guapo era cuando sonreía...

-Cuando arregles la puerta del baño, como llegue Caitlin, y vea el destrozo... -le dijo, apartando la mirada de su boca.

-¿Si la arreglo aceptas?

-Eso te dije... -contestó, con alguna esperanza.

-Pues vístete, hace más de diez minutos que guardé las herramientas. Te espero abajo en veinte minutos, ¿vale?

Y la puerta se cerró.

Samantha cogió el tenedor, y pinchó un trozo de lechuga, antes de pinchar uno de carne para llevárselo a la boca con cuidado. Miraba a Justin comer de reojo. Debía de confesar que no lo estaba pasando del todo mal. Habían dado un paseo en coche, y Justin la había llevado a un lugar bonito, un lugar en el que podían observar la playa mientras comía, y eso le gustaba. Habían visto el sol ocultarse juntos, y eso era algo que provocaba un extraño sentimiento en la castaña.

-¿Qué quieres hacer después de comer?-Justin interrumpió el silencio, y miró a Samantha, mientras bebía agua.

-¿Nos vamos a casa?

-Si es temprano...

-¿Y?

-Por favor, Samantha. Vale, sé que no me he comportado como el mejor de los caballeros, pero es que nuestro encuentro no ha sido normal...

-Aja... -tenía que ignorar el nudo que crecía en su estómago.

-Caitlin se va a llevar algunos días fueras...

-Si...

-...y nosotros debemos de convivir bajo el mismo techo. -Ella guardó silencio.

-Lo sé. ¿A dónde quieres llegar? -preguntó con curiosidad.

-Pues... que podríamos hacer una especie de tregua.

-¿Una tregua?

-Aja... podemos comenzar por llevarnos bien, y dejar de actuar... seamos normales.

-Yo no he estado actuando -se defendió ella.

-Pero si has estado a la defensiva. -Normal... debo tener cuidado con los tipos como tú...

-¿Con los tipos como yo? -preguntó él divertido- creo que es la segunda vez que me dices eso.

-Puede ser...

-No me has contestado.

-Tú me entiendes...

-¿De verdad? Las mujeres sois complicadas, y creo que tú más.

-Puedo decir lo mismo de los hombres.

Justin rió, y ella no pudo evitar reír con él, ¿Qué más hacer? En el fondo le caía bien... y pensaba que era un buen tipo... pero muy en el fondo... Vale, ¿a quien pretendía engañar? Porque a si misma no lo conseguía; le caía bien. Le resultaba divertido, aunque a veces la irritase con aquellos comentarios, o colándose en su cuarto de baño y arrebatándole la toalla para manosearla con ternura, y precipitación. Vale, no le caía tan bien. Lo miró a los ojos, y sintió un nudo abrasador en su garganta, que bajó a su estómago, y comenzó a comenzarse en un calor líquido entre sus piernas. Las cuales juntó, para intentar impedirlo. En vano.

-¿Qué decías? -preguntó ella.

-La tregua... ¿la aceptas?

-¿Dejarás de decir cosas de mi, y de colarte en mi cuarto de baño?

-Lo intentaré.

-Bien... al final del día te contestaré.

Él sonrió negando con la cabeza. Era como una niña caprichosa... que le fascinaba. Con aquel rostro angelical, y aquel pelo castaño. La pasión que quería sentir con ella, para apagar el deseo de su cuerpo.

-A la playa -dijo samantha.

-¿Qué?

-Después de comer, a la playa.

Una tregua:'-)

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