Epílogo.

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El agua caía por su cuerpo recorriendo cada trozo de su piel, las manos de su novio, perseguían las gotas de agua, samantha echó la cabeza hacía atrás, cuando Justin masajeó sus senos antes de pellizcar sus pezones.

-Uhm... -murmuró él junto a su oído antes de atrapar el lóbulo de su oreja y besarlo- ¿te diste cuenta, que al final si que me invitaste a tu ducha?

Ella intentó reírse, pero fue un ronco gemido lo que escapó de sus labios.

-Te colaste en mi baño... me dijiste que tendría un baño para mi sola, pero no paro de compartirlo.

-¿Tiene usted queja, señorita?

-Ninguna -gimió samantha cuando uno de los dedos de Justin se enteró en su húmedo interior.

-Eso pensaba...

Justin sacó el dedo que tenía en el interior de samantha para acariciarla por todo su sexo, ella suspiró aferrándose a sus hombros para no caer, sobre todo cuando comenzó a acariciarle el clítoris haciendo círculos a su alrededor.

-Jus... tin -jadeó cuando él tomando su miembro comenzó a presionarlo contra su entrada- haz... hazme el amor -rogó ella.

-Uhm... -¿Cómo podía ser tan malditamente endiablado?

-¡Hazme el amor! -exigió ella.

-Uhm... -repitió él.

Samantha tomó el miembro de Justin, rodeándolo con su mano, para dirigirlo a su entrada. Pegada a la pared como estaba, subió una pierna para rodearle a Justin un poco la cintura, no pudo subir la otra porque él no se dignaba a ayudar por muy excitado que estuviera. Tomando el control, hizo que él entrara en ella unos cortos centímetros. Ambos gimieron, y ella balanceó sus caderas, para que él se deslizara totalmente en su interior.

Pero no lo consiguió. Justin salió, y puso a samantha de cara a la pared. Su gran mano, caliente se posó en el muslo de ella, muy cerca de su sexo pero sin llegar a tocarlo, con la otra mano comenzó a acariciarle los senos.

-¿Es que no me vas a responder nunca?-preguntó.

-¿A qué? -consiguió responder ella, con poca lucidez. -Llevas mi anillo puesto -contestó él.

Aquel anillo se lo había entregado cuando su segundo aniversario había llegado, dos años juntos, sin matrimonio, sin ningún papel que confirmaran que era el uno del otro. Se lo había dado con todo el corazón, y con el mismo corazón en la mano le había dicho al ver sus ojos bien abiertos.

-No quiero una respuesta, no quiero nada. Solo que lo guardes, y cuando estés preparada, póntelo y sabré que quieres casarte conmigo.

Samantha lo había guardado; tres semanas. Ahora lo tenía puesto en el dedo. Lo amaba, él la amaba. Siempre estarían juntos.

-Creo que es bastante obvia la respuesta -contestó ella disfrutando de las rítmicas caricias de él.

La mano de Justin acarició su espalda hasta llegar a su trasero el cual acarició antes de separarle las piernas, acarició la entrada de su vagina, húmeda, cálida, preparada para él.

-Pensaba que me ibas a hacer esperar más -dijo él colocándose en su entrada.

-Quiero estar contigo Justin... siempre.

-¿Siempre? -preguntó él con una enorme sonrisa.

-¡SIEMPRE! -gritó ella cuando él la embistió.

Justin rió roncamente, mientras se deslizaba dentro y fuera en su húmedo interior, notando como ella temblaba y sus paredes lo arropaban, abrazándolo con fuerza. Posó la mano en el vientre de sammy mientras entraba y salía de ella, le acarició toda la piel de su vientre descendiendo hasta llegar a su sexo, el cual acarició levemente antes de alcanzar su botón sensible, el que ansiaba sus caricias, con un lento y rítmico ritmo, comenzó a tocarla lentamente, mientras le hacía el amor. Ella se movía contra él.

Y a las puertas del orgasmo, comenzó a balancear las caderas con fuerza, el agua recorría sus espaldas, pero el calor era intenso.

-¿Me amas? -preguntó él.

-¿Tú que crees? -preguntó ella a su vez, jadeante.

-Quiero oírtelo, cariño, quiero oírtelo decir.

-¡Te amo! -gritó ella.

-¿Y quieres casarte conmigo? -gimió él.

-Llevo tu precioso anillo... -respondió ella.

-¿Quieres casarte conmigo? -volvió a preguntar él. Y samantha gritó cuando él la embistió con fuerza, sus paredes palpitantes se contrajeron con fuerza, los primeros espasmos del orgasmo sacudieron su cuerpo, y él solo tuvo que empujar una vez más, para que ella alcanzara el clímax. Justin la siguió sin poderlo evitar.

Sudorosos, agotados y satisfechos, se dejaron caer hasta quedar sentados bajo el agua.

El único sonido era el del agua caer, y el de sus respiraciones agitadas. Al cabo de unos minutos, ella se sentó sobre él.

-Si, si quiero -dijo ella.

Él le sonrió.

-¿Sabes que te amo? -preguntó.

-Como yo a ti...

-Uhm... -samantha se rió.

-Te amo -dijo él- y te dije que algún día me dirías que si.

Sam se rió y lo besó dulcemente, mientras lo abrazaba. Había dicho que si, y estaba segura, de que ahora, si tendía su felices para siempre.

FIN.

Una ducha diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora