capítulo veintidós.

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A Justin se le antojaba gritar. Gritarle a samantha. Su boca tenía una mueca de confusión, sus ojos estaban perdidos en la mujer que lo miraba medio suplicante desde una altura superior, la mujer que le acaba de decir, que su no relación, porque no eran una relación estable, si no que solamente era sexo, se había acabado. El sexo había llegado a su fin.

El glorioso sexo se había terminado...

Justin la miró a los ojos, y vio que ella esperaba una respuesta, pero resultaba que él no tenia ganas de hablar, ni ganas de decirle nada. No quería.

Se levantó con cuidado, lentamente agarrándose al borde de la cama, aquella que habían compartido una y otra vez. Se puso en pie, y giró sobre sus talones, y sin más dándole la espalda, sin decir una mísera palabra, Justin comenzó a caminar hacía la puerta.

-¿No vas a decir nada? -la voz de sammy lo paralizó.

-¿Que quieres que diga, samantha?

-No lo sé.

-Bien; no lo sé.

Continuó andando, hacía esa puerta que le parecía tan lejos y tan cerca a la vez. La abrió y salió, después cerró.

La chica suspiró, confundida y decepcionada, Justin se había ido sin más, sin siquiera decir nada. Se tiró sobre la cama y se tapó la cara con la almohada.

Escuchó la puerta abrirse, y la voz tan conocida, saludarla.

-Hola, cariño.

Justin estaba en la puerta, mirándola y sonriéndole con una sonrisa devastadora, ella se sintió extraña, confundida, y no pudo evitar ese vuelco que le dio el estómago. Más, no lo comprendía.

-¿Que haces aquí?

-Llegué de trabajar, y vine a verte.

-Justin...

-¡Vale! -dijo él, borrando de su cara su preciosa sonrisa- ya veo que no vas a cambiar de opinión, al parecer no puedo transformar el momento.

-¿Qué? -preguntó ella torciendo la boca, y él deseó besársela.

-Pensé que quizás si entraba de nuevo, me recibirías de una mejor forma, y este episodio tan trágico que acaba de ocurrir en el que me has dicho unas palabras que no consigo analizar correctamente, hubiese quedado borrado, pero al parecer; no tengo suerte. Tú no olvidas, y yo, hago el ridículo.

Samantha comenzó a reírse, ¿que más hacer?

-Eres todo un payaso.

Él no se rió, no le veía la gracia, ella acababa de... ¿cortar? ¿romper? ¡lo que fuese! con él, y ahora, se reía. ¡Bien, bravo! ¿y ahora, donde estaba el chiste?

-Yo no le veo la gracia, samantha –dijo él serio, aún tenia que comprenderla a ella, cosa que no conseguía- lo que dijiste antes…

-Iba enserio –contestó ella, a pesar de que él no había terminado de hacerle la pregunta.

-¡No te comprendo!

-Justin…

-No, Sam no. Explícamelo, porque de verdad quiero entenderlo, ¿vale? Creo que merezco saber por qué… porque termina esto, que, “no” tenemos.

-¿Qué más da?

-¡Claro que me da! –sin darle tiempo a reaccionar, él se acercó a ella y la tomó de los brazos, la alzó de la cama y pegó sus cuerpos, apoyó su frente en la de sam, y unió su boca a la de ella, besándola con fuerza, succionando sus labios- me da, y mucho –dijo.

-Yo…

-Sólo dame una explicación –pidió lamiéndole un labio- dime por qué.

-Nosotros no…

-No, samantha –la interrumpió él, besándola nuevamente- no me digas que no nos compenetramos, porque es lo que mejor hacemos, no me digas que no nos llevamos bien, porque nos llevamos perfectamente. No me digas tonterías, quiero la verdad.

-Simplemente… -susurró ella- se terminó. Yo lo quiero así –murmuró muy débilmente.

-¿Por qué? –preguntó él- ¿Por qué? –volvió a preguntar, antes de besarla y tumbarla en la cama para colocarse sobre ella- no lo entiendo –dijo entre beso y beso, antes de besarla con fuerza.

Aquel beso que había comenzado fiero, fue volviéndose suave y dulce, y ella tuvo ganas de llorar, Christopher reclamaba su boca incansablemente, y la besaba con insistencia, pidiendo y dando. Su lengua se abrió paso entre sus dulces labios, y aferrado a su cuerpo la besó sin descanso.

Dulce soltó el aire, cuando él dejó su boca, para besarle la mejilla y los ojos, y luego lamerle los labios con ternura.

-Justin… esto no…

-¿No está bien? –ella negó con la cabeza, y él la besó de nuevo- ¿no?

-No… -susurró ella.

-Eso no es lo que dice tu cuerpo –murmuró él, besándola de nuevo- me deseas, como yo te deseo a ti… y no lo puedes negar.

-Pero no quiero desearte –susurró ella.

Él la besó de nuevo, con fuerza, reclamando su boca nuevamente, con ansia y desesperación, quería sentirla, porque no la comprendía, no entendía nada de lo que pasaba por la cabeza de esa mujer.

El día anterior estaban bien, habían hecho el amor, habían dormido juntos, se habían abrazado hasta que se habían tenido que despertar, y después de desayunar, se habían ido a trabajar.

Y ahora, ahora simplemente le decía que todo se acababa y él no podía permitir eso, no podía permitirlo, porque la necesitaba.

La necesitaba.

La realidad lo golpeó de tal manera que dejó de besarla. Jadeante miró los ojos bañados de lágrimas de samantha, y sintió un nudo poderoso en el estómago, un nudo de miedo, de remordimiento. Un nudo que se le estaba formando nuevamente en el corazón.




¡CHICAS, YA SÓLO QUEDAN CÓMO 8 CAPÍTULOS!

Una ducha diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora