capítulo veinticuatro.

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Antes de empezar, para la qué me pregunto sí Justin se había ido la respuesta es no, aún no.

El corazón se le paralizó, el dolor volvió a inundarle el pecho, le costaba respirar. Samantha abrió los ojos de pronto y se sentó en la cama, su cuerpo estaba bañado en sudor y se sentía triste y ansiosa.

¿Dónde estaba el aire? Quería respirar con normalidad. Al cabo de unos segundos se relajó. Javier no era nadie, ya no le importaba en absoluto aquel hombre. Era bien cierto que había sufrido.

Aquel dolor insoportable le había apretado el corazón años atrás, y le había echo imposible confiar en los hombre… bueno, había sido imposible hasta que había llegado él.

Justin.

Los ojos se le humedecieron y quiso llorar. Odiaba a Caitlin. La odiaba por recordarle y hacerla reconocer que se había enamorado de Justin.

Ella no podía enamorarse. Él se cansaría de ella, como habían echo todos. Nadie la querría nunca.

Respiró hondo.

-Lo vas a perder, sammy –la voz de Caitlin resonaba en su mente.

-¿Y? –preguntó intentando parecer indiferente.

-¡¿Y?! –rugió su bella amiga de ojos azules- ¡vamos a ver, samantha! ¿eres tonta o te lo haces?

-Gracias –contestó irónicamente.

-¡De nada! –gruñó Caitlin enfadada-Mira sam… sé que en el pasado te dañaron, sé que te rompieron el corazón, pero ¡por dios! Una desilusión la tiene cualquiera… ¡yo también fui desilusionada! Como la gran mayoría de las mujeres.

-Ya…

-¡Si, ya! No razonas, no piensas. ¿Por qué no dejas de ser egoísta y piensas en los demás?

La cara de la castaña palideció. ¿Egoísta? ¿Ella egoísta? ¿Qué tenía de malo querer proteger su corazón?

-Caitlin… no soy ego…

-¡Si! ¡Lo eres! Tu corazón destrozado. Tú corazón herido. Tú, tú, tú. ¿Y mi hermano? ¿Y su amor? ¿Lo vas a tirar por un estúpido temor? De verdad, me creía que eras más valiente que eso… pero me confundí contigo. Y aunque te sigo queriendo porque eres mi amiga, también Justin es mi hermano… y sin pensar en él, tú, me has desilusionado… creía que luchabas por lo que querías.

-¡Miierda Caitlin! –gritó samantha con lágrimas en los ojos- ¿Por qué maldita razon no me entiendes? ¿Por qué? –gimió cayendo en la cama.

-Te entiendo sammy… -dijo su amiga-pero eso no explica lo que haces.

-No quiero sufrir…

-El que no arriesga no gana –recitó su amiga.

-Quizás no quiero ganar…

-Eres tú la que se va a quedar sin él, recuérdalo.

-Déjame Caitlin –gimoteó.

-Me voy.....porque no tengo más que decirte. Pero te informo de que mi hermano se va en un rato, lo entretendré un poco más, pero no mucho. Acuérdate.

Samantha jadeó con el corazón acelerado. Quizás Caitlin tenía razón. No, quizás no; la tenía. Ella era una egoísta. Sólo pensaba en si misma. ¿Tenía eso algo de malo?

Quizás…

No, quizás no. Si, tenía mucho de malo.

Se había pasado tiempo, quizás demasiado, intentando huir de las emociones.

Siempre había aparentado ser una persona divertida, simpática. En realidad lo era, pero… todo había salido más a la luz cuando él había aparecido.

Despertando todo tipo de sentimientos, aquellos que nunca más había querido experimentar. Aquel, que era fuerte y potente.

El amor.

Un amor intenso que en ese momento le inflaba el pecho. La hacía respirar agitadamente, y la hacía sentirse ansiosa.

Justin la había enamorado. Ella estaba enamorada de él. Y él de ella… ¡Tenía que hacer algo! ¡Ya! No podía dejar que se fuese. Quizás lo había perdido, pero al menos… al menos le debía una buena explicación de por qué se había comportado como lo había echo.

Una ducha diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora