Capítulo 11: ¿Peor? No hay forma.

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Tyler

Paulina entró a la cafetería con seguridad y determinación. Y por supuesto, radiante y hermosa, como era característico de ella.

La miré mientras bajaba las escaleras que llevaban a la zona residencial en el hospital de la familia. Quise voltearme, pero no le podía quitar los ojos de encima. Me descubrí embobado por ella, esbozando una torpe sonrisa.

Sacudí la cabeza para intentar quitármela de la cabeza y me reprimí a mí mismo por actuar de forma tan estúpida en una situación como esa. Paulina estaba en una situación muy triste y difícil, y yo no podía comportarme de forma tan irresponsable siendo consciente de lo que ella estaba atravesando.

Volteé rápidamente en dirección a la escalera y descubrí a Paulina saludando a un hombre con un beso en la mejilla. De pronto, sentí como me bullía la sangre, y una furia indescriptible se apoderó de mí.

Apreté mis puños lo más fuerte que pude y fruncí el ceño. No sabía que rayos me estaba pasando, pero sabía que tenía que controlarme.

De pronto, recordé que eso mismo había sentido en cuanto encontré a Paulina cerca del tipo, casi besándose.  Y también recordé a lo que había ido a buscarla.

Tenía que decirle a Paulina lo que estaba sucediendo inmediatamente, la situación era tan grave, que no había tiempo que perder. Hacía ya 10 minutos que había volteado por última vez a donde estaba, y ella segía sin llegar a mi mesa.
Malhumorado, volteé hacia el lugar de la cafetería dónde había visto a Paulina por última vez, y la descubrí hablando coquetamente con aquel tipo al que casi había besado.

La furia de antes se había apoderado completamente de mí, y sin pensarlo dos veces, me levanté como una bestia en dirección a mi mejor amiga. ¿Qué me estaba sucediendo? No lo comprendía, por mucho que tratara.

Atravesé la cafetería como un rayo, empujando a todos los que se interponían en mi camino, y después escuchando una amplia gama de insultos hacia mi persona, seguidos por uno más fuerte de mi parte.

En menos de dos minutos ya estaba atrás de ella. Me detuve un momento y pensé que podía hacer para alejar a MÍ Paulina de ese desagradable tipo, que me daba muy mala vibra. Analicé la situación y en cuestión de segundos ya tenía un plan perfecto. Sonreí con suficiencia, agradecí a Dios por darme un cerebro tan privilegiado y puse en marcha mi excelente plan.

Me acerqué sigilosamente a Paulina y acomodé mis brazos alrededor de su delicada cintura y mi barbilla en su hombro. Me percaté de lo bien que embonaban nuestros cuerpos, de la mirada incrédula del tipo que tenía delante de mí y de como mi mejor amiga se estremecía. Sonreí profundamente, mostrando una de mis sonrisas más bonitas y cínicas. Paulina, conmocionada, volteó a verme y me perdí al ver esos ojos tan hermosos que tenía, que sin lugar a dudas le hacían los mandados a unos ojos claros.

-¿Ty? Discúlpame por la tardanza, yo...- En ese momento uní sus labios con los míos, y giré su cuerpo para que se recargara en mí, lo cuál mi amiga agradeció intensificando el beso. Acaricié su cintura mientras ella entrelazaba sus dedos en mi cabello. Seguimos así por varios minutos, disfrutando de cada movimientopor unos minutos más, hasta que nos separamos, terminando el mejor beso de nuestras vidas.

Aunque aquel maravilloso beso no era parte de mi plan, no lo pude evitar, ella era impresionantemente bella, tanto que hasta después de haber estado llorando, se veía preciosa. Y luego, tenía unos labios tan apetecibles y el brillo en sus ojos....ahhh, teniéndola tan cerca, no se podía quedar con las ganas.

Cuando nos separamos, ambos sonreíamos; yo tenía una enorme y sincera sonrisa, que desbordaba felicidad, y aquella preciosa niña, esbozaba una tímida y hermosa sonrisa.

Paulina no me podía mirar a los ojos, y parecía en shock, lo cual aproveché para tomar la iniciativa.

Volteé hacia aquel desagradable tipo que me lanzaba una mirada de fuego, expresando con cada parte de su ser el enojo, la impotencia y la envidia que sentía en ese momento. Desvió su mirada hacia mi preciosa amiga a la que miraba ensimismado.

-Permiso, Paulina, espero podamos hablar más tarde; cuentas con mi celular en caso de que necesites algo. Gracias por todo.- Mi amiga, asintió sin mirarlo a los ojos, y forzó una sonrisa sin mostrar los dientes.

Una vez que aquel tipo se fue, Paulina me volteó a ver, furiosa, pero sin perder la compostura y reaccionando como la perfecta señorita que era.

-Tyler, a la mesa familiar por favor. Tenemos que hablar.- dijo con un tono que me dejó helado.

Asentí y me encaminé ala mesa detrás de mi amiga.

Llegamos a la mesa, y en cuanto traté de abrirle la silla para que ella se sentará, me miró severamente.

-Tyler, soy perfectamente capaz de sentarme sola, gracias.- Su tono era gélido. Nunca me había tratado así.

Solté la silla y rodeé la mesa y alcancé la silla que se situaba enfrente de la de Paulina.

Una vez que ambos estábamos sentados, tuvimos un largo contacto visual cargado de emociones, y acto seguido, con su característico aire de seguridad y lo más propia posible, Paulina me miró a los ojos y comenzó a hablar.

-Tyler ¿qué es lo que te sucede? Sabes perfectamente bien que somos el ejemplo a seguir en este establecimiento, que tenemos que comportarnos de la mejor forma. ¿Qué pretendías con el espectáculo que montaste? Dios Tyler, ¿Quién crees que eres para besarme de la nada en medio de la cafetería del hospital? No entiendo cual es tu problema. Me besaste ayer en la noche, ocasionaste problemas, ¡Nos reconciliamos esta misma mañana! ¿¡Como es posible que sigas comportándote como un joven sin educación!? Tyler, ¡estaba conversando con Louis! ¡Es un amigo! No nesecitaba que me fueras a rescatar ¡eres un impaciente! no te costaba nada quedarte sentado esperando.-

Cuando mencionó a aquel tipejo que ya tenía nombre ¨Louis¨ perdí la cabeza, otra vez.

-Bueno Paulina ¿tu me vas a estar enseñando a comportarme? no lo creo. ¡Te recuerdo que fuiste tu la que casi besa a un extraño! Y también la que no me ha parado de gritar. ¡Aprende a organizar tus prioridades mujer! ¡Y ni te quejes del beso, que te encantó! Se agradecida, te salvé de aquel tipejo que lo único que quería era conseguir lo que no consiguió en el pasillo.-

-¡¿Pero como te atreves?! No necesito que me estés rescatando, ¡ni tú, ni nadie! No hables así de Louis Tyler, ¡es un gran chico!-

Y justo cuando iba a contestarle y a reprocharle sus palabras a Paulina; el agente Jones, llegó a nuestra mesa con un semblante de preocupación.

-Señorita Castro, Señor Belle, tenemos noticias, por favor acompáñenme.-

-Agente James, ¿me podría decir que ha pasado?- preguntó Paulina visiblemente preocupada.

-Señorita Castro, es una situación muy complicada, y sería un honor informarle, pero debido a mi falta de tacto, prefiero que el señor Belle la ponga al tanto en la situación; por favor síganme.

Ambos nos levantamos y caminamos detrás del agente Jones, imaginándonos lo peor.

Paulina volteó a verme, enojada y preocupada.

-¿Tyler?- me llamó mi amiga en un volumen de voz casi inaudible- ¿de que situación complicada no me has informado?-

-Si no hubieras estado tan ocupada con Louis, ya lo sabrías.- le dije molesto.

-Madura Tyler, deja los reproches para otra ocasión- me respondió Paulina, cada vez más desesperada.

-Tienes razón Pau, perdón. Sé que odias que le den vueltas a las cosas, así que te lo diré sin rodeos: Tu padre fue secuestrado.-

-¿Q..qu..qu.. que?- dijo mi amiga mientras su rostro se descomponía y lloraba fuertemente.

Corrí a abrazarla y la apreté entre mis brazos, besando delicadamente su cabeza para después bajar a su frente.

-Todo se resolverá, te lo prometo mi niña, te lo prometo.

En la alberca. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora