Tu estupidez

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Esa mañana Ravi viajaría a su casa, tenía todo preparado sólo debía levantarse, desayunar y despedirse de todos.

Leo veía un poco difícil lo último pero aún así lo intentaría a su manera. Despierta antes que todos y en silencio camina hasta la habitación de su chico, entra cerrando la puerta detrás suyo, en sumo silencio se acerca la cama de Ravi. Ha hecho tantas veces eso que parece un profesional. Sonríe y mueve con suavidad los cabellos de la frente del menor, se ve tan lindo. Levanta la vista y mira a N, quien está dormido y de espalda a él. Vuelve a mirar en Ravi, se inclina y deposita un suave beso en sus labios, sólo ese contacto es suficiente para brindarle paz y felicidad a su corazón. Taekwoon, se aleja con lentitud encontrándose con la oscura mirada de Wonsik. El corazón del castaño late con emoción y miedo, quiere correr pero como siempre sus piernas nunca le hacen caso.

—Taekwoon —susurra, se sienta en la cama sin dejar de verle a los ojos, le agarra del brazo y Leo intenta huir pero es jalado con mucha fuerza y cae sentado en la cama. Wonsik lo abraza de forma que no pueda escapar.

Leo no pone resistencia pero tampoco corresponde al abrazo. Ravi le aprieta aún más fuerte contra él, huele su perfume, siente el calor de su cuerpo, el latido descontrolado de su corazón. Un conjunto de sensaciones simples lo llevan a olvidar que está triste y enojado con el chico que tiene entre sus brazos.

—Suéltame —susurra Leo, sintiendo miedo de que su barrera se rompa ante Ravi.

—No, déjame creer que todo es un sueño. Que estamos bien —cierra los ojos y junta aún más sus cuerpos.

A Leo se le oprime el corazón pero aun así levanta las manos y aparta al menor por los hombros. Ambos intercambian una mirada triste, que Taekwoon no soporta así que se pone de pie y sale de la habitación sin mirar atrás.

Horas más tarde, Ravi se despide de todos, no desayuno con ellos sólo para salir antes de ese lugar, estaba muy triste y no quería derrumbarse frente a sus amigos. Y aunque sonrió al despedirse todos los chicos pudieron ver sus ojos tristes, aún así no preguntaron nada.

Una vez en el auto, una lágrima traicionera sale de su ojo y recorre su mejilla, la limpia con rapidez y mira por la ventana las luces de la ciudad. Le es imposible no pensar en Leo, lo quiere tanto ¿Cómo es que ahora están así? ¿Por qué terminaron? Ravi no lo entiende y eso le duele aún más. Le quiere demasiado, tanto que la indiferencia del otro lo estaba matando, fue un alivio para él saber que saldría de ese lugar al que llama hogar, ya que allí está su familia pero no quiere saber nada de ellos porque si piensa en ellos pensará en Leo y le duele mucho pensar en él, pero le es inevitable hacerlo. Sonríe triste al recordar que Taekwoon era la causa de su felicidad, por él comenzó a despertar más temprano, por él comenzó a cocinar, a ser más activo en el grupo, por él hizo tantas cosas... Como lo de callar y esperar a que le explicara las cosas, pero fue paciente en vano ya que Leo no le dijo nada, rompió su corazón y le dio indiferencia. “¿Él me amo?” se pregunta Ravi, ahora duda de la respuesta y eso duele, duele mucho. Cierra los ojos y recuerda aquella vez en el baño cuando Leo le dijo que lo amaba. Abre los ojos y sonríe nostálgico. Esa vez el sintió el amor del mayor, lo sintió en su piel, en su mirada, en sus caricias, en sus suspiros, en sus besos, en todas y cada una de ellas. Fue algo especial, maravilloso e inolvidable.

Ravi viaja a los buenos recuerdos, pero la realidad le cae de golpe cuando el chofer le dice que ya llegaron.

Al día siguiente.

Leo, está cansado de que los demás se metan en su vida. Primero Hongbin, después Hakyeon y ahora Hyuk, sólo falta Jaehwan, el mánager y el resto de la empresa. Sí, está exagerando pero es que ya está cansado de los consejos, que él lo ve más como regaños, vayan acompañados de la misma palabra, estúpido.

Por cada cosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora