Epilogo

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Llevan doce meses saliendo, como cuarenta veces discutieron, más de ochenta veces tuvieron sexo, más de cuatrocientas veces se besaron y menos de 20 veces él le dijo 'te amo'. Lo sabe, tiene que ser más romántico pero le encanta que Ravi lo mime, que le diga cosas cursis mientras le da besos en la mejilla, es tan lindo, pero sus favoritas son cuando le susurra obscenidades al oído mientras le parte el culo en dos.

—Taek, cariño —le habla su madre Kim, deja la fuente de galletas recién horneadas sobre la mesa, se ven apetitosas pero sus formas son algo raras. Ella agarra una—, esto es un horror —suelta una carcajada y se lo muestra a su hija.

—Parece la cara de papá cuando se enoja —se burla la menor antes de reír.

—¡Te escuche! —grita el señor Kim desde la sala.

Leo sonríe y mira la galleta, no está tan mal, bueno, ya no es una galleta feliz ahora está triste y su forma es algo abstracta pero el sabor es lo que cuenta.

—Ya entiendo porque siempre tu talento es cantar —la señora Kim ríe ante el chiste de su hija, Leo se muerde el labio para no reír y golpea con su mano el cuello de la menor.

Todos siguen haciendo las galletas.

Hace tres meses su novio le comento sobre las mini fiestas que hace su familia a diferentes hospitales u orfanatos para los niños, él no pudo evitar unirse a esas reuniones y aunque Ravi le dijo que no tendría tiempo para descansar si lo hacía, no le importó. Además, está vez invito a su madre y a sus hermanas, solo espera que éstas cumplan. Wonsik tenía trabajo pero aun así prometió estar para la noche.

Al tener todo listo fueron directo al hospital, allí Leo repartió personalmente una galleta a cada médico, enfermera o personal de limpieza, y hasta a los de seguridad. Muchos pidieron fotos y él intentando hacer una sonrisa accedía. Las mujeres Jung llegaron minutos más tarde con juguetes para los niños. Se la pasaron muy bien, todos fueron amables y ellos hicieron lo posible para no molestar a los médicos en su trabajo.

Ya llegada la noche, Ravi no apareció así que Taekwoon, un poco decepcionado, se fue a casa esperando encontrarlo despierto, pero no, al llegar lo encontró dormido en el sillón, con la televisión encendida y las luces apagadas. No lo podía culpar de nada, está semana estuvieron muy atareados. Apaga la televisión mientras mira el rostro tranquilo de su chico. Decide tomar una ducha, al terminar se viste y se sienta en el suelo cerca de su novio. Utiliza todos los métodos para despertarlo: lo golpea, le hace cosquillas, le sacude y hasta le grita, parecía que nada iba a funcionar pero de repente el menor se sienta en el sillón. Leo sonríe y utiliza las pocas fuerzas que le quedan para jalar de la mano de su novio y guiarlo a la habitación.

—Lo siento por no ir —susurra Wonsik una vez ambos acostados en la cama, Leo le da un beso en los labios.

—no importa.

El menor apoya su mejilla sobre el hombro del moreno, quien agarra su mano y entrelaza sus dedos. El último mes no tuvieron tiempo para estar juntos, porque los programas, porque las entrevistas, porque las fotos, porque las fans, porque los comebacks, y cuando por fin tenían tiempo para ellos lo único que querían era dormir. Las cosas no van muy bien y más por el hecho de que según el manager ellos son muy obvios, razón por la que les prohibieron seguir haciendo fanservis. Eso era una estupidez, pero una estupidez justificada así que no tenían de otra que hacer lo que se les dice. Aunque eso no impedía que cruzaran miradas y sonrisas cómplices, ya era muy natural entre ambos.

Por la mañana, como es habitual, Ravi despierta primero, y después de darse un baño sale a comprar el desayuno. Al volver, encuentra el pequeño taper que Leo lleno de galletas el día anterior, suelta una carcajada al ver las formas horrorosas de las galletas que deberían ser felices pero están muy tristes, algunas hasta parecen diabólicas. Sin embargo, el sabor es maravilloso, le entra la nostalgia ya que le recuerda a su madre. Mirando las galletas decide olvidar los recuerdos de su adolescencia, no es momento para ponerse sentimental.

Por cada cosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora