Capitulo 18: Emociones

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Habían pasado los 10 días exactos para las pruebas. Esperaba a que dijeran mi número, 320. Sí, es un número bastante lejano pero iban entrando once chicas cada 20 minutos y otras onces salían de hacer sus pruebas. Algunas chicas iban satisfechas con los resultados, mientras otras se ponían preocupadas por no dar lo mejor. Te daban 20 minutos y en esos minutos debías demostrar todo. Siento algo de presión.

Escuche mi número y me levante de las gradas para dirigirme al gran estadio. Mi entrenador palmeo mi hombro en forma de apoyo. Suspire y entre al campo.

- Bueno chicas, tomen gabachas. – dejaron dos bolsas negras.

Todas nos acercamos a tomar una y yo estaba en el equipo gris.

- Las pondremos a jugar y tienen 20 minutos exactos para demostrar de que están hechas. – el señor de aproximadamente mas de 40 años se mostraba serio. Y tenía un acento muy raro. ¿Así se miraban los españoles hablando nuestro idioma?

Todas nos dirigimos al campo y las chicas de mi equipo comenzaron a interactuar conmigo.

- ¿Qué juegas? – me pregunto una rubia.

- Delantera. – sonreí.

- Bien. Soy defensa. – dijo una morena.

- ¿Portera alguien? – pregunto una pelirroja.

Cuantos colores de cabello hay aquí.

- ¡Yo! – dijo una chica de coleta alta y cabello castaño.

- Bien. Ordenémonos. – dijo la rubia.

Todas nos colocamos en nuestra posición y el silbato sonó. Comenzamos a jugar y me sentía cómoda. Ellas entendían mi juego rápidamente y yo al de ellas. Ya todo me salía por inercia, un pase por aquí, un pase por allá y jugadas. Lo estaba disfrutando y me divertía. Me entregaron un balón por ahí y lo baje con facilidad, estaba cerca de la portería y me puse nerviosa. Esta era mi oportunidad.

- ¡Ese gol! – grito alguien.

Entendí la indirecta y patee en balón, este entro.

Voltee a ver quién había gritado y era el señor que nos había hablado.

- ¡Bien hecho! – grito por el megáfono que tenía y aplaudió.

La chica rubia extendió su mano y le di los "cinco".

- Buen gol. – me felicito.

- Gracias.

Colocaron el balón en el centro las otras chicas y comenzaron a jugar. Bien, lo estoy haciendo bien. Esta vez las chicas no se dejaron anotar otro gol y entraban al balón como si su vida dependiera de ello.

El silbato sonó. Todas las chicas caminamos a dejar las gabachas.

- Felicidades chicas. – aplaudió el señor. – Llamaremos a su representante en unos 15 días. Espero que ya sepan cuáles son los beneficios que les daremos...

Todas asentimos.

- Bien. No hay nada más que decir. – sonrió. – Gracias por venir.

Me preguntaba como sabrían ellos quienes éramos cada una pero recordándome bien, mi entrenador pidió fotografías.

Salí del estadio con una gran sonrisa.

- ¿Y bien? – me preguntó el entrenador.

- ¡Anote! – grite de la emoción.

- ¡Bien hecho, Brooke! Bueno, puedes irte a casa. Yo debo esperar a las demás chicas.

- Si, está bien. – asentí. – Camine hacia la salida. – Suerte. – le dije a las chicas antes de salir.

Mi Quarterback y Mi Chica MalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora