Habían pasado los 10 días exactos para las pruebas. Esperaba a que dijeran mi número, 320. Sí, es un número bastante lejano pero iban entrando once chicas cada 20 minutos y otras onces salían de hacer sus pruebas. Algunas chicas iban satisfechas con los resultados, mientras otras se ponían preocupadas por no dar lo mejor. Te daban 20 minutos y en esos minutos debías demostrar todo. Siento algo de presión.
Escuche mi número y me levante de las gradas para dirigirme al gran estadio. Mi entrenador palmeo mi hombro en forma de apoyo. Suspire y entre al campo.
- Bueno chicas, tomen gabachas. – dejaron dos bolsas negras.
Todas nos acercamos a tomar una y yo estaba en el equipo gris.
- Las pondremos a jugar y tienen 20 minutos exactos para demostrar de que están hechas. – el señor de aproximadamente mas de 40 años se mostraba serio. Y tenía un acento muy raro. ¿Así se miraban los españoles hablando nuestro idioma?
Todas nos dirigimos al campo y las chicas de mi equipo comenzaron a interactuar conmigo.
- ¿Qué juegas? – me pregunto una rubia.
- Delantera. – sonreí.
- Bien. Soy defensa. – dijo una morena.
- ¿Portera alguien? – pregunto una pelirroja.
Cuantos colores de cabello hay aquí.
- ¡Yo! – dijo una chica de coleta alta y cabello castaño.
- Bien. Ordenémonos. – dijo la rubia.
Todas nos colocamos en nuestra posición y el silbato sonó. Comenzamos a jugar y me sentía cómoda. Ellas entendían mi juego rápidamente y yo al de ellas. Ya todo me salía por inercia, un pase por aquí, un pase por allá y jugadas. Lo estaba disfrutando y me divertía. Me entregaron un balón por ahí y lo baje con facilidad, estaba cerca de la portería y me puse nerviosa. Esta era mi oportunidad.
- ¡Ese gol! – grito alguien.
Entendí la indirecta y patee en balón, este entro.
Voltee a ver quién había gritado y era el señor que nos había hablado.
- ¡Bien hecho! – grito por el megáfono que tenía y aplaudió.
La chica rubia extendió su mano y le di los "cinco".
- Buen gol. – me felicito.
- Gracias.
Colocaron el balón en el centro las otras chicas y comenzaron a jugar. Bien, lo estoy haciendo bien. Esta vez las chicas no se dejaron anotar otro gol y entraban al balón como si su vida dependiera de ello.
El silbato sonó. Todas las chicas caminamos a dejar las gabachas.
- Felicidades chicas. – aplaudió el señor. – Llamaremos a su representante en unos 15 días. Espero que ya sepan cuáles son los beneficios que les daremos...
Todas asentimos.
- Bien. No hay nada más que decir. – sonrió. – Gracias por venir.
Me preguntaba como sabrían ellos quienes éramos cada una pero recordándome bien, mi entrenador pidió fotografías.
Salí del estadio con una gran sonrisa.
- ¿Y bien? – me preguntó el entrenador.
- ¡Anote! – grite de la emoción.
- ¡Bien hecho, Brooke! Bueno, puedes irte a casa. Yo debo esperar a las demás chicas.
- Si, está bien. – asentí. – Camine hacia la salida. – Suerte. – le dije a las chicas antes de salir.
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Mi Quarterback y Mi Chica Mala
Storie breviBrooke, la chica problemática. Adam, el capitán de fútbol. Son dos polos opuestos que se cruzaran para dar un diferente significa al "amor". "-No creo, ni creeré en el amor." "-No te estoy diciendo que creas en él, estoy diciendo que creas en mí."