Capítulo 34

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Louis se sentía devastado, no había podido encontrar la solución en el libro que le ayudara a superar su pérdida. Tal vez porque no la había o tal vez porque no tenía toda su atención sobre el libro.

Estaba sentado en el sillón de su sala, sintiendo como a pesar de ser recuerdos realmente intensos, se debilitaban poco a poco y temía perderlos por completo. No podía concebir su vida sin Harry, aún menos sin sus recuerdos; sabía que las cosas habían terminado, pero aún no estaba listo para dejarlo ir.

Se levantó con fuerza del sillón, caminó hasta la puerta, tomó su chaqueta que se encontraba a un lado de esta y salió de su departamento.

En realidad no tenía ningún rumbo consciente fijo, iba caminando, pasaba entre las calles y repentinamente decidía cambiar de dirección, sin saber a dónde iba realmente. Se detuvo al ver un edificio enorme, un edificio familiar, el edificio donde vivía Harry.

Caminó hacia el interior y pasó por el lobbie hasta llegar a la recepción, donde la chica de siempre lo atendió con mucha amabilidad.

–¿Qué tal? Buenas tardes. Tenía mucho tiempo que no lo veía por aquí.

Louis sonrió sin ganas–tuve... Problemas, ya sabes–intentó sonreír haciendo una mueca–¿puedo entrar?–la chica lo miró dubitativa–por favor... Él...–suspiró-Harry... Me ha encargado unas cosas de suma importancia–la chica suspiró–así que probablemente vendré seguido–mordió su labio con expectativa.

La recepcionista sonrió y negó con la cabeza–dile al joven Shepard que la próxima vez debe avisarme él.

El comentario de la chica le pareció un chiste de mal gusto, aún sabiendo que ella no estaba enterada de la situación, no pudo evitar sentirlo como burla. Sonrió de mala gana y la miró–la próxima vez.

Tomó las llaves que le estaba entregando la chica en cuestión y se alejó a grandes zancadas, teniendo el mayor de los apuros en llegar. Entró al elevador, introdujo la llave y presionó la PH para llegar al anhelado departamento. Cuando las puertas se abrieron, salió disparado al sillón, donde se acurrucó para poder sentir su aroma, era casi como si estar ahí le permitiera avivar los recuerdos.

Caminó por la casa, pasando por la sala, caminando frente a su habitación, tomó asiento en su cama, alcanzando a percibir el aroma de su loción que se encontraba en la mesa junto a su cama, su aroma natural impregnada en aquellas sábanas. Todo seguía tan vivo en esta casa.

Subió por las escaleras directo al librero, paseando sus dedos sobre los libros que se encontraban a su alcance, jaló de una de las ranuras para entrar a la biblioteca, se sentó sobre el sillón donde habían pasado la mayoría del tiempo cuando estaban en ese departamento y tomó el libro que se encontraba en la mesa junto a la lámpara de lectura.

–Stephen King–leyó en voz alta. Hojeó el libro hasta encontrar el separador, a unas cuantas páginas del final. El separador era una foto del castaño, aparentemente tomada desde lejos, mientras bebía de un café del Starbucks y revisaba su celular. Podría haber sido cualquier día, antes de conocer a Harry, llevaba una vida realmente ajetreada, donde su celular era su mejor amigo; después de un par de segundos, se dio cuenta de que nunca tuvo ninguna oportunidad de tomarse una foto con el menor. Peor aún, no tenía ninguna foto de Harry, su único recuerdo era intangible, su voz, su aroma, su imagen... Todo estaba en su memoria, aquella que no era tan hábil como la de una computadora, la suya era una memoria que en cualquier momento se desvanecería, el recuerdo tan vivo que tenía de Harry era solo por sentirlo tan cerca al estar en su departamento. Salió casi corriendo al estudio y tomó un par de hojas y un lápiz, esperaba que las clases de dibujo, que su padre le hizo tomar para arquitectura, no hubiesen sido una pérdida de dinero.

Comenzó por delinear lo primero que vio cuando lo conoció, lo que lo atrapó por el resto de su vida, los ojos del rizado, haciendo más borrones que trazos; el sombreado, la iluminación, todo tenía que ser perfecto. En realidad, el dibujo no estaba quedando tan mal, pero un dibujo suyo jamás podría reflejar el brillo en sus ojos, la forma en que hablaba, la forma en que reía...

Llevaba varias horas intentando mejorar su dibujo cuando un leve sonido, que no hubiese sido percibido si no existiera un silencio total en el departamento, lo hizo despegarse del papel y voltear la mirada hacia atrás.

–¿Qué haces aquí?–preguntó Zayn serio.

Miró al suelo nervioso–Yo... Extrañaba a... A Harry... Y... Y...–levantó la mirada con seguridad y la dirigió hacia el pelinegro–No tengo que darte explicaciones; mejor dime, ¿TÚ qué haces aquí?

–No tengo que darte explicaciones–se encogió de hombros y se despegó del marco de la puerta donde estaba recargado para caminar hacia el dibujo que estaba haciendo–eres bueno dibujando–miró cada detalle–sé que no está completo, pero casi podría ser una foto de Harry.

–No es nada–tomó la hoja y la ocultó detrás de su cuerpo.

–De acuerdo–miró el brazo donde sostenía el dibujo–pero creí que harías un esfuerzo para dejar de sufrirlo.

–No lo sufro, este departamento me hace sentir realmente bien, es como si él estuviera conmigo.

–¿Y el dibujo?–alzó una ceja.

–Recordé que mi memoria no era para siempre–torció los labios.

–Como sea, es peligroso que estés aquí. Deberíamos irnos, Louis.

–Lo sé... Uh... Podemos irnos, te veo mañana para comer.

*Narra Zayn*

Vi como Louis salía del estudio, mientras sacaba una carta que traía en la bolsa posterior de mi pantalón. La observé durante un momento, tomé mi celular y comencé a escribir un mensaje.

"¿Realmente no puedo entregarle la carta que Harry le envió, Liam?"

Recogí los lápices que Louis había dejado regados por todo el escritorio y los guardé en un cajón; en ese momento recibí respuesta.

"No por ahora. Harry tendrá que esperar"


Este fue el capítulo de hoy, espero que les haya gustado y no empiecen a odiar a Liam, hay bastante tiempo para eso ;)

Twitter: @kemozionn

P.D.: Me voy a hacer un ask específicamente para esto, por si andaban con el pendiente.

Estocolmo | Larry Stylinson (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora