Cap 15

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He pasado éstas últimas semanas pensando en ella. Observo la lluvia caer, recuerdo cuando me deprimía, pensaba que la lluvia era para consolarte en tus tristezas; pero ella es todo lo contrario, te da fuerzas, te da libertad, te limpia... Amplié mi modo de pensar al conocerla, fue como ver una tormenta: Creías que seria un desastre, pero sólo vino a cambiar las cosas. A darte un nuevo principio.

Desde que hablé con Gabriel hemos estado distanciados, él está muy ocupado con mi padre ahora, y más al conocer ésta «nueva amenaza», sé que me tiene vigilado. Julio y Gemma me apoyan, hacen lo posible para hacerme feliz, aprecio mucho eso. Gemma le ha dado por prepararme dulces de todo tipo, que van desde pies de limón hasta marquesas de chocolate. No puedo evitar sonreír, son increíbles. Julio me da alcohol para olvidar las penas, nunca creí verme tan mal para probar una gota de esos líquidos, pero no puedo mentir, me gusta.

—¿Como estás, amigo?— Llega Julio con una fría y se sienta a mi lado. Venia mojado, supongo que se le ocurrió la gran idea de pasearse por ahí para buscarme la bebida.

Sonrío: —Ahora, pues mucho mejor.— Tomo la fría y me empino casi de inmediato. Siento un escalofrío reconfortante—. ¿Has averiguado cómo van los planes de las Supremas?— Intento sacarle conversación. Necesito desviarme.

—Mi Querubín no me ha contado nada, lo último que supe, fue que se había detectado actividad de alta frecuencia muy sospechosa del lado de los Rebels. Quieren pedir un permiso para sacar a Eleanor y tenerla bajo custodia.— Se pasa una mano por el cabello, frustrado, dejando su fría en el piso. No comenté al momento, pensaba, no pueden hacerle eso, ellos no tienen el derecho de privarla de su libertad; ella es como nosotros.— Hey, amigo, sé como te sientes. Pero no podemos hacer nad...

—¡...Claro que si!— Exploté levantándome de mi lugar—. Mierda, claro que podemos, Julio, protegeré a Eleanor cueste lo que cueste. Logré ver más allá de un simple enemigo, vi... A un igual— Me desvanecía—, A mi igual.

El cuarto se mantuvo en silencio. El golpeteo constante del pie de Julio inundaba el lugar, no sabía que hacer, ni yo tampoco. Suelto un suspiro impotente, sólo necesito una oportunidad. No pido más. Veía el violín en su rincón, recordaba cuando mi vida era más fácil, tenía amigos por doquier, los profesores me amaban... Profesores... ¡Eso es! 

—Julio, ¿qué día es hoy?— Necesito volver con mi noción del tiempo—.

—Pues, sábado, amigo, ¿No has visto a los rabinos por ahí? Debería conseguir un sombrerito de esos, ¿Cómo les llaman? ¿Kipá...?— A veces pienso que habla de más.

Sonrío y me levanto con energías. Es exactamente a donde debo ir, ¿sábado, eh?:— Julio, levántate, nos vamos— Termino con mi ya ''medio fría" y tiro la botella a la cama. Abro la puerta y de inmediato me recibe un calor que me sofoca, imagino que lloverá más tarde. Doy 5 pasos casi saltos y me detengo... ¿Qué estoy haciendo? Esto no es correcto— ¡Julio!— Ya había cerrado la puerta a sus espaldas, me mira, refunfuña y abre la puerta de nuevo—, gracias, amigo.— Me río y alcanzo a entrar, tomo la botella y la tiro a la basura, mi cuarto no es un cochinero.

El profesor MacNathy ha sido alguien muy especial desde que llegué al instituto, confío en él a toda costa. Voy a la par de Julio, sinceramente, no sé donde está la Sinagoga. Tengo una loca idea en mente y la voy a realizar... La voy a realizar por ella. Algunas personas me saludan alegremente, a pocas realmente se los devuelvo, mis pensamientos me tienen atrapado, bajo llave. Veo a Gemma a lo lejos y un olor delicioso llega con su presencia, estoy sorprendido, recién me entero que ha montado un puesto de cupcakes.

—¡Hey, chicos! ¿A dónde van con tanta prisa?— Nos hace una seña para acercarnos. No estoy muy interesado en ir en este momento, pero ya Julio cambió la dirección y no me queda de otra—. No pensé que salieras de tu habitación, es un gran progreso, Harry— Sonríe ampliamente, no puedo evitarlo y le sonrío igual—, y gracias a ese valeroso acto, te daré un premio.— Se voltea en brincos, destapa una de sus exhibiciones y me entrega un muy decorado cupcake, vaya que es lindo, ¿Cómo hizo esos diseños? Su risa me toma por sorpresa:— Tomé un curso de repostería, Harry, ¿Te gusta?

Iba a responder con un entusiasmado si, pero Julio se adelanta:— Vamos algo apurados, princesa, Harry va a la Sinagoga con el Sr. McNathy. Luego te explico, pero primero...— La abraza de repente y roba uno de los cupcakes, entre risas, le da un beso rápido— ¡Vende muchos!— Nos despedimos.

La Sinagoga se levantaba a nuestras narices, parecía un pequeño castillo con decoración simple y elegante, ventanas mínimas verdosas con una fila de mayor tamaño en el medio. Por suerte, aún no había comenzado la ceremonia, todos entraban con organización, se sentía la paz. Diviso al profesor a los últimos y corro sin pensarlo, lo tomo por el brazo sorprendiéndolo.

—Joven Harry, ¿Qué hace aquí?— Sonríe.

—Profesor, realmente odio tener que interrumpirle en algo tan sagrado como la oración, pero necesito su ayuda.— No sabía siquiera cómo empezar— Es un tema delicado.

Su rostro cambia y extiende el brazo en dirección a unas mesas de la zona de picnic cercanas. Julio es el primero en llegar sentándose en la mesa, el profesor McNathy le da una mirada y él se baja con una sonrisita. Nos sonríe a ambos y se sienta del otro lado:— ¿Qué se les ofrece, estudiantes?

—Profe, ¿Está usted al tanto de la situación actual con los chicos Rebels?— Comienza Julio muy discretamente.

La sonrisa en su rostro desapareció. Creo que no fue buena idea. Se acerca a la mesa y cruza ambos brazos sobre esta:— Niños, les aconsejo que no se adentren en cosas muy fuertes para ustedes.— Baja algo la voz. 

De nuevo, Julio me interrumpe:— Digamos que conozco a alguien que ya se adentró lo suficiente como para realmente necesitar ayuda.

Palidezco al instante. Hubiese traído a Gemma. Mis pensamientos se dispersan, corren a distintos sitios, no sé qué hacer, tengo un mal presentimiento, ¿O solo es hambre? Siento que vomitaré.

—¿Harry?— La voz del profesor McNathy choca de repente— ¿Ocurre algo?— Se notaba preocupado. Lo miro y sonrío nerviosamente, sus ojos se abren a la par de golpe, como si descubriese la mismísima fuente de la juventud. Oh, cielos...— Harry... Necesito que me cuentes todo lo que pasó.

Comienzo desde el inicio. La estúpida idea de Julio por recorrer el otro lado, las áreas prohibidas, la aventura, le cuento el primer encuentro con Eleanor, lo pícara, extraña y fascinante que era. Le hablo del baile, en lo bien que lo pase con ella, en como aprendí cosas nuevas, como mi mente se expandió a diferentes ideas. Nuestro momento a solas luego de que la haya salvado... Se me escapan unas risas, cuando intentó disculparse. Intento que los detalles no me falten. Concluyo la historia en ese punto, cuando se fue. Volví a ser presa de sus recuerdos. Levanto la vista:— Oí que la quieren encerrar, profesor.

Nunca creí poder ver al profesor totalmente callado. Pensante. Distante. Miles de cosas ocurrían en su mente. Solamente espero estar haciendo lo correcto. Se acomoda en su asiento luego de unos minutos, suelta un suspiro en rendición, siento que condesará algo.

—Harry, no es solo encerrarla. Es... Usarla.— Baja la cabeza con vergüenza. No... No.

—Dígame que es una broma, profesor. Por favor. No...— Me levanto con furia— ¡No le harán nada mientras yo esté aquí!— Alzo la voz, se me ha escapado. Me paso una mano por el cabello, estoy cansado.

—El plan era utilizarla para poder manejar al Innombrable. Los altos cargos del colegio ya se están encargando de todo, Harry. En una semana pondrán todo en marcha .— Se levanta a mi par colocando una mano en mi hombro—. Lo lamento mucho, pero no hay nada que pueda...

—... Creo que si hay algo, profesor. Pero le necesito de mi lado, ¿Confía usted en mi?— Julio sonríe con ánimos. Su expresión fue de inseguridad, pero se rinde, quiere saber de qué se trata—. Perfecto.



Breaking RulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora