Capitulo ocho: La casa de las sombras oscuras 1/2

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Frank se movió de un lado a otro en el asiento trasero del auto, habían conducido por un largo rato. Brendon estaba detrás del volante de un auto antiguo que crujía y rugía cada vez que cambiaba de velocidades o giraba en una esquina. El vehículo parecía que estaba por caerse.

Frank sólo podía rezar para que la cubeta de tornillos que era el auto, no se descompusiera en medio de la nada.

Aunque sabía que tarde o temprano Brendon intentaría una estupidez como ésta, que lanzara una granada de mano en el apartamento de Gerard nunca se le pasó por la cabeza. Los vampiros sentían aberración por las armas de fuego y los objetos inflamables.

Cuando se trataba de crear caos, la mayor parte del tiempo, lo hacían de la "vieja forma".

A Frank le repugnaba identificarse con la forma de actuar meticulosa de los vampiros., pero aun así, no podía negar que a veces se sentía como en casa con ellos. Pero el arte de matar era demasiado complejo para la pobre comprensión de Brendon. Sin importar su lugar en la escala jerárquica, el sirviente sólo se encargaba de servir a su maestro y nada más.

Sería usado y desechado en el momento en el que se convirtiera en una carga. Jamás sería considerado uno de ellos, un pobre lacayo sin ambiciones era mucho mejor para ocupar su lugar.

A Frank casi le daba lástima. Sus manos y pies estaban atados con múltiples esposas y cadenas. A pesar de sus constantes amenazas, Brendon le temía. No intentaría nada, sin antes dejarlo inconsciente con una bomba.

Deshacerse de los grilletes y las cadenas apenas representaba un reto, aunque lo mejor era hacer creer a Brendon que aún seguía inconsciente. Las heridas que había sufrido por la explosión ya se estaban coagulando.

Había perdido más sangre por la metralla, y había dolido más de lo que se imaginó. Pero tenía que aguantarse, podría encargarse de Brendon personalmente, siempre y cuando Gerard se deshiciera de Bert.

Gerard.

Gerard ya debió haberse dado cuenta, gracias a la falta de discreción de Brendon, no tendría que preocuparse en hacérselo saber. Toda una ironía, su llegada determinaría el resto. Frank cerró los ojos y se relajó, preservando sus reservas lo mejor que podía.

Ignorando al resto del mundo, Frank se percató de un aura de sangre, no la suya, se había dado cuenta de ello desde que lo habían lanzado al auto. El interior de cuero desgastado y roto escondía la evidencia, pero estaba manchado de sangre.

Probablemente de las ofrendas humanas que Brendon había llevado a Bert. El aroma era de una mujer joven, una de las chicas desaparecidas esta última semana probablemente estaba entre ellas. Si hubiera prestado más atención a Brendon, probablemente hubiera sido capaz de salvarlas, pensar en eso hizo que su corazón le doliera aún más.

Encontrar a Brendon entre los humanos no era tarea fácil porque era más humano que vampiro y no se diferenciaba de ellos.

Además trataba de no tener contacto alguno con Frank.

Bert le había dicho qué hacer y cómo hacerlo. Incluso dormido, Bert pudo haber sentido como sus hijos desaparecían uno a uno, probablemente entendía quién estuvo detrás de todo eso.

El sonido de los neumáticos en el suelo se hizo más fuerte, no era tierra, pero era un camino en muy malas condiciones. En algún lugar de las afueras de la ciudad, el camino estaba lleno de proyectos en ruinas esperando ser renovados. Estos nuevos centros de los suburbios parecían no haber durado más de dos generaciones de dueños, antes de darse por vencidos y mudarse a la cuidad.

I Want To Bite [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora