Bajo sus lentes de sol se sentía protegida, como si pudiera esconder cualquier sentimiento de pena que pudiese reflejarse en sus ojos verdes. La morena sentía el ardor de sus mejillas que demostraban toda la vergüenza que sentía en aquel preciso momento. La apariencia atractiva de Lauren no pasaba desapercibida, más de uno se volteaba a ver a esa mujer parada en medio de la universidad. Sin saber que hacer precisamente, se acercó a paso lento a la muchachita confundida. Sus ojos se humedecieron aún más, al punto de ver borroso porque lágrimas amenazaban con desprenderse y darse a la vista. Sí, le había tocado comunicarles a algunos pacientes de enfermedades terminales y bastante graves, pero no a una joven de 18 años que tenía toda la vida por delante. En ese sentido, Lauren tenía su lado humano tan fuerte que cualquier cosa que no encajase dentro de lo "normal", le dolía.
Su barbilla comenzó a temblar y temía que las palabras no le salieran de la boca. Si pudiese correr hacia Fiore, lo haría de inmediato. "Profesional ante todo, eres una doctora Lauren" se dijo a sí misma.
Camila: Hola doctora Jauregui -ella había abierto la boca antes- ¿Se puede saber qué hace aquí? Dianna está en clases.
Lauren: No vine por ella, vine para que conversemos -sonó molesta y era porque trataba de esconder la pena. Aún no sabía cómo lograría que fuera a la clínica.
Mientras, Camila creyó que estaba molesta de verdad por culpa de la bofeteada y la escena que había hecho hace poco más de una semana atrás.
Camila: -tenía la mirada baja- Debo pedirle disculpas, tengo...tengo –Lauren le levantó la barbilla con un dedo fijando su mirada en la morena- tengo asuntos personales pendientes que no puedo sanar, no quería pegarle, enserio lo siento.
Lauren: Lo sé -soltó lentamente su mano del mentón de la muchacha, tragó saliva y metió la mano a su bolsillo- ¿te acuerdas que yo pagué los exámenes que te hicieron verdad? –con temor Camila asentía- Tenemos que hablar de eso y del porqué no has contestado a las llamadas de la clínica. Me he visto en la obligación de buscarte yo misma, un doctor en busca de su paciente, adorable. -La mueca en el rostro de la morena le hizo entender que estaba asustada de sus propias actitudes y que creía que de verdad Lauren estaba molesta, pero ésta trató de sonreír- ¿te parece bien una cafetería para conversar?
Camila: -abrió la boca sorprendida- No quiero causarle más problemas señora Jauregui.
Lauren: Dime Lauren, tengo sólo 26 años y con un "señora" me siento anciana, no tengo arrugas y soy muy joven o eso creo. -Cuando vio que en los rojizos labios de la chica se formaba una sonrisa, algo en ella se encendió. Pena, eso era, pena por temor a borrarle la sonrisa con la noticia de la confirmación del SIDA y el tumor en su cerebro. ¿Quien dijo que los médicos no tienen sentimientos? Perrie así lo era pero Lauren no, que en estos precisos segundos sentía que iba a fallecer.
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Con una sonrisa pequeña se acomodó sobre el sofá mientras cerraba los ojos. El olor a café, los pasteles recién horneados, todo parecía bastante acogedor y le hacía olvidar todas náuseas o cosas relacionadas con el VIH. Cuando abrió los ojos, notó orbes verdes observarla desde donde estaba la cajera, desviándolos de inmediato para no delatar su angustia. Extrañada veía como Lauren cargaba una bandeja que llevaba 2 tazas de café y 4 trozos de pastel de chocolate. Bien, no le había preguntado que deseaba y había adivinado perfectamente que le gustaba. Desde su bolso negro comenzó a buscar dinero para pagarle, más la ronca voz de ella le indicó que rechazaría todo dinero.
Camila: De una u otra forma siempre le causo problemas seño... digo, Lauren -sostuvo la taza con ambas manos y sopló el valor caliente que emanaba- la vez que me corté los brazos, la vez que quise atacarla con una cuchara en su casa, cuando tuve fiebre, creo que hay más y estoy en deuda contigo.
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Bitter Sweet Symphony {Adaptación Camren}
ФанфикCuando tenía 15 años, creía fielmente en el amor. Creía en la fidelidad de un hombre. Le atribuía todo lo bueno que un príncipe azul pudiera poseer, sin saber que ese hombre de príncipe no tenía nada. Él le prometió el cielo y la tierra, la luna y e...