No pude contener la risa, odiaba a Moore. Definitivamente se había convertido en un tormento algo gracioso para mí. Le había comentado que estaba en clase y, aún así, seguía charlando con él por Facebook. Joder, definitivamente iba a hacer que me saquen del salón. Me había un video dónde le hacían una pobre broma a una mujer, de esas bromas que te graban sin saber, no sabía si sentirme culpable por haberme reído, soy consiente que, de no ser por estar en un salón, hubiera dado una fuerte carcajadas. Moore se pasaba, ¿Le podía decir payaso si quiera?
Cuando recién lo conocí se me hizo extraño que hablemos tanto el primer día, pero después de una semana hablando con él, pues digamos que se había convertido en mi amigo, aunque de por sí algo dentro de mi intuía que yo le gustaba, me sentía cómoda hablando con él. El profesor terminó la clase y ya era momento de ir casa, al fin. Me acerqué a Michael y Jimmy, Michael vivía cerca a mi casa y Jimmy a veces nos jalaba (nos daba un aventón).
—Entonces Weston mañana estarás en la u a las 11 am así.. — me escribió y mi sonrisa se había borrado.
—Rosie vamos— escuchó decir a Michael y asiento con la cabeza. No les había contado nada, es decir, tampoco había algo que contar.
—Vamos— dije mientras caminábamos al carro.
—Nope, solo tengo clase a hasta 9 am— escribí con rapidez, era la segunda vez que me decía para encontrarnos y era también la segunda vez que le rechazaba sutilmente.
Es decir, claro que me encantaría salir con él (miento) no quiero salir con él porque no quiero ilusionar a nadie, por que siento que no sería correcto, porque algo dentro de mí me dice que le gusto pero a mí no me gusta y no exactamente es porque él fuera feo. Nathan era simpático, pero no era el típico chico blancón que siempre me había atraído o llamado la atención. Él era diferente, con diferente me refería a no de mi estilo. Nathan Moore era un chico de cabello castaño claro casi marrón, sin ningún rulo aparente o onda en su cabello (yo siempre amé a el cabello de los chicos con ondas) de color bronceado y de ojos marrones. Eso era lo que me acordaba y eso era lo que veía en sus fotos. No era mi tipo de chico.
—Rosie estás muy callada— me dijeron mis amigos, se me había ido el internet cuando salimos de la universidad. Odiaba estar sin celular. Pero y pronto llegaría. Faltaban dos días.
—Si estoy bien, solo algo cansada— solía decir eso cuando los pensamientos golpeaban a mi mente.
—Uhm— Jimmy miró por el retrovisor, sé que no me creía — qué quieres escuchar— sonrió y yo dirigí la mirada hacia su celular.
—No sé— traté de pensar una canción.
—Heart attack— pregunté y él sonrió.
—Putting my defenses up cause I don't wanna fall in love— todos empezamos a cantar. Los amaba, me hacían siempre reír. Eran los mejores amigos del mundo. Llegamos rápido a mi casa, y me despedí de ellos, habíamos hecho un concierto de Demi, Taylor, de we are never getting back together.
Llegué a mi casa y al fin pude captar señal, Moore me había respondido.
Sonaba feo decir que "No era mi tipo de chico" me hacía sentir que juzgaba un libro por su portada, aunque en el caso de Nathan era todo lo contrario. No sentía que lo juzgaba pues él era apuesto, simpático, solo no era el típico chico con cara de bebé que me gustaban a mí. Sí, debo admitir que la mayoría de chicos que me habían gustado tenían "cara de bebé" es decir aparentaban ser menores, agregando al hecho que los chicos que me habían gustado tenían cabello ondulado todo, para ser mas específicos, ondeado. Por eso no me sentía tan culpable, aunque yo siempre he pensado que lo más importante es lo de adentro y no lo de afuera ¿Entonces por qué me cuestiono tanto sobre este tema? Supongo que mis ideas se encontraban entre el no me gusta y debería darme la oportunidad de conocerlo más, pero mejor era no pensar nada, así no tendría que romperme el cerebro, pero a veces era difícil. Siempre todo se complica cuando son cosas del corazón.
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No te olvides de mí. (NOM)
RomanceUna historia que necesitas experimentar. Una novela inolvidable. Rosie Weston sabe lo que quiere. Ya en su penúltimo año de universidad no ha tenido ningún problema: buenos amigos, buenas notas, buena familia, buena comunidad y buenos pretendientes...