Capítulo 12.

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Eran las 6:00 hrs y yo me encontraba examinando una vez más la fotografía de Paisley. Aún no me lograba idear cómo la había obtenido. Darle vueltas al asunto lo hacía aún peor. Tuve que esconder la foto tras mi espalda cuando la puerta se abrió sin previo aviso.

-¡Hey! -le exclamé a la presentadora, quien acababa de entrar sin siquiera haber tocado.

-¡Oh! lo siento querida, venía a ver si ya estabas lista. No querrás perderte tu segundo día de entrenamiento, desde luego, me imagino lo ansiosa que debes estar ahora que podrás comenzar con las alianzas -hacía expresiones con las manos conforme hablaba, y su acento resultaba cada vez más molesto.

-Claro -asentí forzando una sonrisa. Ella formuló una mueca.

-Cariño, he notado lo distante que te comportas conmigo. Me gustaría empezar por presentarme contigo para solucionar este problemilla. Mi nombre es Marlene, tal vez ya lo habías escuchado -se encogió de hombros y chasqueó la lengua con indiferencia mientras me observaba. Negué con la cabeza.

-Un gusto, Marlene -en realidad no lo era. No quería relacionarme con nadie, no quería tomarle cariño a las personas antes de ir a la arena, y si habría excepciones, Marlene no sería una de ellas.

<...>

No me presenté al desayuno. Por el retardo de ayer, quise ser la primera en llegar, para compensar lo mal que había quedado el primer día de entrenamientos. Richard no tenía las mismas intenciones.

Evidentemente, no fui la primera en llegar. En cuando me abrí paso a la sala, la sonrisa se borró de mi rostro. Ahí estaba Kathleen y todos sus lamebotas. Identifiqué rápidamente a su compañero Nigel, y también estaba April, la chica del dos. Me había pasado la mañana entera repasando los nombres de los tributos. Desde luego no podía faltar Harry Collins, el apuesto muchacho del distrito cuatro acompañado del muchacho del cinco, del cual aún no recordaba su nombre. Este último se mostraba muy confundido, me pregunto qué utilidad tendría tener a alguien tan esbelto como él, sin lugar a dudas, él sería una especie de cebo. Algo curioso fue que el compañero de April no estuviera dentro de aquel grupo, ni tampoco la chica de la estación de cuerdas, quien era compañera de Harry.

Me encaminé a un espacio vacío para comenzar a calentar. Pero no pude andar más allá de unos cuantos pasos cuando sentí el contacto de una mano contra mi hombro, impidiéndome el paso. April, la chica del distrito dos, se encontraba frente a mí.

-¿Qué fue lo que hiciste, rojita? -me reprimió con un ligero golpe en el hombro, frunciendo el ceño.

-¿De qué hablas? -le pregunté echándome hacia atrás.

-¿Te acostaste con alguno de los encargados, acaso? -me acusó Nigel mientras me señalaba con el dedo. Le solté una bofetada.

-¡Para ahí, idiota! -Kathleen me tomó del cabello y apretó los dientes. La puerta se abrió y ella me soltó instantáneamente.

Richard se encaminó hacia a mí y me colocó detrás de él, como si intentara usarse como escudo humano para protegerme de los profesionales. Ellos no dieron más cuerda y se distanciaron cobardes.

-¿Te han hecho algo? ¿estás bien? ¿te han lastimado? -se alteró y comenzó a examinarme desesperado.

-No, no, todo está en orden -negué con la cabeza.

-¿Qué fue lo que pasó? ¿por qué te tenían acorralada? -preguntó molesto.

-Nigel hizo un comentario grosero sin razón alguna, me enfadé y le solté una bofetada, entonces Kathleen se alteró. Pero todo está bien -respondí con tranquilidad.

-No fue sin razón alguna, sí que la hay. ¿Has revisado las tablas últimamente? vas en tercer lugar, por abajo de la del cuatro y aquel muchacho del dos... creo que su nombre es Nathaniel -exclamó con euforia mientras me acariciaba el hombro.

No me lo podía creer, ¿qué había hecho yo, Jessica Sweet para posicionarme junto a los profesionales el primer día de entrenamientos? de repente, los recuerdos me llegaron a la cabeza. Yo me había superado en la estación de tiro más de una vez, probablemente los encargados habrán visto eso. No cuestionaría para nada el por qué Nathaniel y Sara se encontraban en una posición más alta, al chico no lo conocía, pero viniendo del distrito dos, era de esperarse. Por otro lado, Sara mostró tener habilidades para varias cosas, se le da bastante bien el manejo de los cuchillos, y no le resultaría complicado sobrevivir en la arena siendo tan buena estratega.

-Me gustaría echarle un vistazo a esa tabla -le susurré a Richard mientras caminábamos. Como por arte de magia, en la pantalla central de la habitación comenzaron a salir los nombres de los tributos y sus posiciones en la tabla. En primer lugar estaba Nathaniel, en segunda posición se encontraba Sara, tal y como Richard me había confirmado. Y al tercero estaba yo. Después me seguía Kathleen, April, Nigel y Harry, quien se encontraba en el sexto lugar. Richard ocupaba el lugar número ocho, justo debajo de aquella chica proveniente del seis. Y en la posición número 20 estaba Eric, pobrecillo, me sentía realmente mal por él. No les bastaba con elegir a uno de los más bajos, sino que se aprovecharían de él en cuanto sonara el kong en la arena.

<...>

Terminé con la zona de tiro. Para el desfile, me habían cortado el cabello lo suficiente para que pudiera recogérmelo en una coleta, y el sudor no me dejó otra opción que recogerlo por completo. Estuve un rato en la zona de supervivencia junto a Richard, y nos la pasamos jugueteando con la tierra sin más. El entrenamiento se pasó volando, y pronto, todos los tributos fueron obligados a abandonar la zona. Suspiré aliviada cuando la pareja del ocho subió al ascensor. El último año, se había decidido que los tributos tendrían turnos para utilizar tan dichoso ascensor, y que en la mayoría de las actividades serían separados por parejas, para evitar los conflictos, creo que ha sido la decisión más prudente que jamás habían tomado. Cuando nos encontrábamos los dos en el ascensor, Richard se encontraba hablando de una serie de cosas que le acontecieron en el entrenamiento, realmente aburridas, como que logró derribar a tres maniquíes de un tiro, o que se superó en el tiro con arco. Estaba tan absorta en mis propios pensamientos que apenas vi pasar a Paisley en uno de los pisos intermedios. Presioné el botón que detenía el ascensor sin pensármela un momento, y seguí aplicando insistencia hasta que se abrieron las puertas.

-¡Jessica! ¡Jessica! ¡espera -me gritaba Richard intentando alcanzarme. Yo intentaba alcanzar a Paisley, quien se estaba mezclando entre tanta multitud-. ¡Jessica, aguarda! no podemos... -le escuché a decir pero no alcanzó a terminar la frase, comenzó a jadear y me perdió de vista. Supongo que habría querido decir que no podemos estar en aquella planta, pero en aquel momento lo único que me importaba era alcanzar a Paisley.

Mientras corría recuperé la foto doblada de uno de los soportes traseros de mi uniforme, y cuando le alcancé lo detuve sin más espera. Él me miró aterrado y después cerró los ojos.

-¡Paisley! -grité llamando la atención de la gente que caminaba por la sala. Comencé a jadear apoyándome de su hombro, sacudí la cabeza centrándome en él-. llevo días buscándote, ¡¿por qué te escondes, desgraciado?! -reproché clavando mi dedo índice en su hombro mientras recuperaba el aliento.

-¿Escondiéndome? ¡para nada! -Paisley era terrible mintiendo. Aquel acento tan fingido lo delataba a toda costa.

-Tenemos muchas cosas de qué hablar, yo... -no alcancé a terminar la frase. Miré por encima del hombro de Paisley y vi a un escuadrón de Agentes de la Paz dirigiéndose a toda velocidad hacia nosotros, supe que no teníamos mucho tiempo así que me agaché haciendo lo mismo con mi estilista, estando en el suelo me acerqué a su oreja-. te veo a las 20:00 hrs. en el salón, más te vale que no me dejes esperando -le empujé para que siguiera caminando y los Agentes me llevaron hasta mi habitación.

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