Un día después del desfile, se nos dio el anuncio del inicio de los entrenamientos previos a la arena. Me imagino que el Capitolio se esforzaría por mantener a flote el potencial en sus tributos, aunque, realmente sólo los distritos altos podrían estar al nivel de lo que tengan preparado para nosotros. Decidí, por mi cuenta, que me daría el día para buscar a Paisley. Necesitaba aclarar muchas cosas con ese hombre, cosas que no podían esperar.
Inspeccioné la habitación para asegurar de que estaba completamente sola, me dirigí a uno de los cajones y extraje la foto que había recuperado hace unos días. Me escabullí hasta la planta baja y comencé a buscarlo por el salón de estética, aquel lugar lucía tan apagado sin toda esa gente lanzando órdenes por aquí, y unos gritos por allá.
Me acerqué a una luz cercana, realmente, era la única luz en todo el salón. Caminé de puntillas cuando escuché varios gritos en uno de los paneles. Asomé la mirada cauteloso para saber qué estaba ocurriendo.
Justo ahí, se encontraba la chica del uno, la reconocí por su melena pálida, pues estaba de espaldas. Frente a ella estaba una mujer esbelta, sostenía unos frascos en las manos y temblaba con mucha frecuencia.
-¡Te he dicho que te encargaras de ella, pero no lo has hecho! ¡inútil de porquería! -la empujó contra una de las paredes dejando caer los frascos. Estos azotaron contra el suelo y dejaron al descubierto un tinte de color azul. Me pregunto si habría intentado sabotear la estética de alguna de las tributos.
-Lo... lo siento, yo... -tartamudeó la muchacha, pero recibió una bofetada haciéndola callar.
-¡Sois una inservible! -la volvió a reprimir girándose. Por un momento creí que me había visto, pensé en salir corriendo, en esconderme en algún sitio. Pero continuó gritando-. ¿te diste cuenta de lo bien que le sentaba el marrón? ¡me imagino que un color más chillón le quedaría ridículo! pero no tendré la oportunidad de comprobarlo. Porque tú no has sabido cambiar un simple tinte, estúpida -aguarda un momento. ¿Cuántas chicas llevaban marrón el día de ayer? las opciones eran bastante reducidas. A lo mejor hablaba de la tributo del seis, recuerdo haberla visto con algo parecido a las tonalidades del marrón. Ojalá esté hablando de la chica del seis.
-¡Con la pelirroja ahí todo el tiempo me fue imposible! -se excusó la muchacha entre lágrimas. Quedé atónita, estaba hablando de mí. Aquella chica había intentado arruinar mi presentación. Aquella chica era a la que menos quería de enemigo en este momento, y ahora estaba más que claro que ya lo era. Intenté salir del salón de forma discreta, pero apenas puse un pie atrás cuando tiré unos baldes haciendo un ruido acatador.
-¿Quién está ahí? -mi respiración se agitó inevitablemente. Si me descubría, sería mi fin-. vamos, sal, sucio metiche.
Sus palabras se entrecortaron por un sonido alarmante, entonces escuché varios cristales azotar contra el suelo, y unas cuantas cosas estrellándose en las paredes, ¿qué estaba ocurriendo? el miedo me había paralizado, mis piernas no respondían y no pude hacer más que permanecer ahí, quieta, esperando a que todo el ruido cesara para que entonces la chica pudiera verme y saber que lo escuché todo, para que dentro de unos días, se desquitara encajándome un cuchillo en el cuello.
Escuché un grito rasgado y de pronto el ruido se redujo al mínimo.
-Shhh, ya, ya -susurró una voz irreconocible. No recordaba las jodidas voces. Probablemente habría sido la rubia, calmando a su acompañante, pero, ¿por qué debería calmarla?-. a dormir, pequeña perra -finalizó echando a reír.
Escuché el sonido de los tacones caminando por el suelo, y me escondí entre las sombras. Evidentemente, la chica salió se la sala de lo más tranquila, pero con varios rasguños en el cuello. Una vez que se había ido, corrí a ver lo que había sucedido.
Cuando entré a la habitación vi cientos de cristales esparcidos por el suelo, y ahí estaba aquella chica, aparentemente, una de sus estilistas. Tendida en el suelo con un cristal encajado en el cuello y apenas conteniendo el aliento. Me llevé las manos a la cabeza, no pude evitar sentirme culpable por haber salido corriendo de ahí, por haber dejado a esa chica desangrarse hasta morir. Pero no podía exponerme a las reacciones de los vigilantes. Las cosas podrían malinterpretarse, así que lo mejor era borrar esas imágenes de mi cabeza. Hacer como si nada hubiera pasado. Después de todo, no tardarían en conseguirle un reemplazo, ¿no es así?
Sentí un vuelco en el estómago y eché a vomitar.
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Distrito Siete
ФанфикJessica Sweet es una chica del distrito siete, con apenas quince años de edad que se verá envuelta en un gran lío al quedar seleccionada como tributo para los 89° Juegos del Hambre. Su primo, Richard Masen se ofrece voluntario para protegerla dentro...