—Me das miedo. —Me senté en la silla situada en frente a la suya.
—Verás, cielo, —Hizo una pausa y suspiró—, sé que debería haberte dicho esto antes pero...
—¿No estarás embarazada, verdad? —pregunté bromeando—. Ya sabes que tienes una edad que bueno... Que yo no estoy en contra de los embarazos a avanzada edad eh...
—Bella por Dios, no digas tonterías, claro que no estoy embarazada. —Se levantó, bebió agua y se sentó—. Bueno, la cuestión es que... —El timbre de la puerta la interrumpió.
—¿Voy yo? —pregunté al notar la mirada de mi madre sobre mí.
—No, déjalo, creo que es mejor que vaya yo. —Se levantó y abrió la puerta.
No podía ser.
—Hola Sra. Collins, encantado, soy Niall Horan —dijo con una sonrisa.
Y ahí estaba él. Aquel chico de ojos azules estaba en mi casa, el mismo chico que hacía veinte minutos me había dejado inmovilizada.
¿Cómo iba a reaccionar ahora? Y lo más inquietante de todo, ¿qué hacía ahí con dos maletas?
—Bueno Bella, —Me miró—, esto es lo que tenía que decirte. —Miró a Niall.
—Creo que esas dos maletas lo dejan bien claro. —Miré las maletas y luego dirigí la vista a mi madre, que me observaba con atención.
—Es por eso que me ha sorprendido que no vinieses acompañada hoy, creía que él te lo había explicado todo y que vendríais juntos.
—Creo que él estaba demasiado ocupado siendo rodeado por un montón de chicas.
—Bella no seas así.
—¿Cuándo pensabas decirme que un chico de intercambio iba a alojarse en nuestra casa por un año? ¿Cuando llevase el año viviendo aquí?
Me dí cuenta de que tal vez me había pasado un poco, pero no pude evitarlo. Estaba harta de que en esa casa fuese yo la última en enterarme de todo. Bueno, en esa casa, y en el mundo en general.
—No te lo he dicho hasta ahora porque quería evitar justamente esa reacción.
Golpe bajo.
—Lo siento mamá, yo... solamente he dormido algo mal esta noche y estoy cansada. —No decía ninguna mentira, no había dormido bien, aunque el motivo de mi reacción no se atribuía a eso.
En ese momento me percaté de la fija mirada del rubio. No me había quitado los ojos de encima en ningún momento. Al darme cuenta de aquello, empecé a sentirme bastante incómoda.
—No te vuelvas a poner así conmigo. —Me lanzó una mirada tan afilada como un cuchillo y tan triste como la oscuridad—. Niall perdona todo este espectáculo, ella es Bella, mi hija.
En ese momento dirigió la mirada hacia mí esperando algún tipo de saludo.
—Hola —me limité a decir.
—Hola —me sonrió.
La tensión podía cortarse con un cuchillo, por lo menos por mi parte. Todo aquello me había pillado por sorpresa. Necesitaba tiempo para asimilarlo, mi madre pensaba que ese chico podía aparecer de repente en mi casa y que todo fuese tan normal. Pues no, eso no era así.
—¿Puedes por favor acompañarle a su habitación? —preguntó mi madre mientras cerraba la puerta.
—Claro, —Fingí una sonrisa—, ven por aquí —dije dirigiéndome a él mientras subía las escaleras.
Aquel pequeño recorrido fue realmente incómodo, no nos dijimos ni una sola palabra. No me caía mal, no tenía motivos para hacerlo, no nos conocíamos, no era él lo que me hacía sentir incómoda, era aquel extraño suceso ocurrido poco tiempo atrás.
—Aquí es —dije señalando la habitación en la que se alojaría durante el próximo año.
—Gracias. —Sonrió—. Creo que no te hace mucha gracia todo esto, ¿no?
—La verdad es que no estoy acostumbrada a que se alojen en mi casa completos desconocidos, no sé cuáles serán tus costumbres. —Abrí la ventana para que se ventilase la habitación.
Hacía mucho que alguien no se alojaba ahí, no olía muy bien que digamos.
De repente fijó sus ojos en el colgante que yo llevaba puesto.
—¿Qué es eso que llevas ahí? —preguntó extrañado.
—Oh, esto, —Miré hacia el colgante, el cual era un de reloj de arena diminuto, con los triángulos menos pronunciados que los habituales. Estos eran de color azul marino y contenían arena plateada—, es una especie de amuleto de la suerte. No me lo quito nunca.
—¿Lo has comprado tú? —Parecía realmente interesando por el tema.
—No, me lo regaló mi mejor amigo cuando cumplí diecisiete años, desde entonces no me lo quito —hice una pausa—, se supone que si te lo dan el día de tu cumpleaños y no te lo quitas hasta tu próximo cumpleaños, tendrás un año maravilloso.
—¿La arena no baja? —preguntó mirando de nuevo el colgante.
—Contiene trescientos sesenta y cinco granos, uno por cada día, el día de mi cumpleaños caerá el último —le expliqué.
—¿Y te crees eso?
—Bueno, me lo creo porque me lo regaló Harry, es especial. —Miré de nuevo el colgante—. ¿Por qué haces tantas preguntas?, ¿acaso eres un detective privado?
—No, pero si voy a convivir contigo, me gustaría conocerte lo máximo posible. —Sonrió.
—Me temo que eso es imposible, —Le miré a los ojos—, hay muchísimas cosas que nunca sabrás de mí.
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Estaré ahí. |nh|
FanfictionBella vive en un cúmulo de pesadillas continuas. El prepararse una taza de tila ardiente todas las noches antes de dormir se ha convertido en un ritual para ella. Cada noche tan solo es capaz de pensar en qué horrible sueño le tocará vivir en las pr...