Capítulo 17.

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Y así fue cómo pasé las noche más plácida y tranquila que jamás había vivido. Repleta de paz, solo acompañada por el sonido de la suave respiración de Niall. Nada de pesadillas, nada de taquicardias, nada de lágrimas, nada de miedo, nada de oscuridad.

Enredada entre aquellas frías sábanas blancas, pude adivinar que era realmente temprano, ya que aún podía notar los últimos alientos de una suave brisa que soplaba la noche anterior. Aún se respiraba paz entre aquel aire fresco. Las cortinas bailaban, y creaban un juego de armonía a su son.

Desperté cara a Niall. Su pecho subía y bajaba de manera sosegada, apacible. Realmente parecía un ángel. ¿Podía serlo?

Como si se hubiese dado cuenta de que estaba despierta, empezó a moverse lentamente hasta que abrió sus ojos y me miró con una media sonrisa en su rostro, aún dormido.

—Buenos días —dijo mientras ponía el codo en la almohada y se acomodaba sobre su mano.

—Hola. —Encogí mis piernas como las encoge un bebé en el vientre materno.

Debía estar horrible recién despierta. Casi podía verme liada entre las sábanas y con el pelo revuelto. Sin embargo, esa era mi menor preocupación en aquellos momentos. Mejor dicho, no había preocupación alguna.

—¿Cómo has dormido? —preguntó.

—Genial —contesté complaciente—. Esto funciona.

—¿Esto?

—Sí, esto. Que duermas conmigo funciona, tu luz funciona, todo va bien.

—No todo va bien, Bella —replicó.

Suspiró y dirigió su mirada hacia el colchón, de manera preocupada, pensativa.

Quería animarlo, de veras que quería, pero no sabía cómo. Sabía que estaba así porque realmente quería cumplir su misión, si podía llamarse de esa forma. Quizás ganaría un título o algo parecido. En las películas de ángeles custodio pasaba eso, cuando un ángel cumple su misión, se gana sus alas, a lo mejor él tenía que ganar alas, pero a su manera.

—Bueno, hora de ponernos en marcha —dije de manera vigorosa a la vez que daba una palmada y me levantaba de la cama—. Venga. ¿A qué esperas? —Puse las manos sobre la cadera.

Su sonrisa me transmitió el agradecimiento que sentía por haber intentado animarlo, o por lo menos, sacar de su cabeza sus turbios pensamientos permanentes.

—¿Cuál es el plan?

—Te voy a desvelar la parte más importante del plan, la fundamental, la primordial, la que no podemos olvidar —dijo mientras se acercaba lentamente hacia mí, intentando crear un aura de misterio. Intentando—. Desayunar.

—Eres un hostius muy idiota.

—Soy único en mi especie.

.....

—¿Me vas a decir ahora cuál es el plan? —pregunté mientras terminaba de fregar el bol de cereales ya vacío.

Estaba con el móvil distraído, de vez en cuando daba algún que otro sorbo a su zumo, pero eso era todo.

—Te estoy hablando —dije, y me acerqué a él con los brazos cruzados.

—Perdón, estoy mirando direcciones de bibliotecas —contestó sin darle mucha importancia.

Ignoré su falta de interés sobre el tema. Me costaba ignorar cosas así, pero tenía que creerle y darle un voto de confianza.

—¿Vas a contestarme? —Insistí.

Estaré ahí.  |nh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora