Capítulo 7.

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Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

A medida que observaba aquel lugar, venían a mi mente demasiados recuerdos, demasiadas sensaciones, demasiados momentos, demasiada soledad y miedo impregnado en cada rama de aquellos árboles.

—Yo... no puedo Niall, lo siento.

Me aseguré de que aquel lugar era realmente el que yo pensaba, mirando todo lo que mis ojos podían captar. Cada rama, cada hoja, cada gota que caía del cielo a causa de una leve llovizna, cada rayo de luna.

Eché a correr, a correr como tantas veces había corrido a través aquel escalofriante lugar.

Jamás había tenido tanto miedo como lo tenía en aquel momento. Era un bosque muy amplío, con muchísimos pinos, a cual más frondoso, nunca se veían animales por allí. Era un sitio totalmente muerto, solo la soledad era su amiga, la soledad, y el miedo.

El viento azotaba muy fuerte y eso hacía que las ramas de los árboles bailasen en mi contra, aunque eso no me importaba, solo quería salir de allí, necesitaba huir.

Me centré en aquellos recuerdos que no paraban de explotar. Había algo que no cuadraba, recordaba haber ido allí cientos de veces, pero nunca estaba sola. ¿Dónde estaba esa misteriosa sombra que seguía mis pasos?

Como un rayo que alumbra el cielo, todos mis recuerdos saturaron mi mente y mis acciones, y en consecuencia de ello, tropecé con la raíz de un árbol y caí al suelo. Intenté levantarme, pero no pude. El suelo estaba repleto de ramas que anteriormente habían caído a causa de aquel vendaval que aumentaba por momentos. Intenté levantarme con todas mis ganas, intenté salir de allí, pero no podía, mis fuerzas disminuían por momentos y no podía hacer nada por evitarlo.

Estaba agotada, tanto física como mentalmente. Todo estaba ocurriendo muy deprisa, mi mente estaba confundida, atrapada entre la realidad y la ficción, aprisionada entre unos fríos barrotes hechos de mis más terribles recuerdos y sensaciones.

Decidí rendirme, no podía más. Aquello no podía ser real.

—Tan solo es un sueño. —Me repetí a mí misma—. Tan solo es un sueño.

A pesar de que repetí aquella frase cientos de veces, no pude convencerme de lo que decía. Aquello era demasiado real para ser un sueño, pero, ¿cómo era posible?

De repente, entre la oscuridad y el sonido del viento, escuché unos pasos que se acercaban bastante rápido hacia mi posición.

—Ahí está —dije en un susurro.

Los pasos aumentaban su intensidad, y no podía hacer nada por escapar.

Casi había alcanzado mi posición, unos segundos más y por fin podría saber quién o qué era lo que me llevaba atormentando tanto tiempo todas las noches desde hace varios meses. Por lo menos había algo bueno de todo aquello, es cierto que yo desaparecería para siempre, pero a cambio, descansaría eternamente. ¿A caso había algo tras la muerte?

Los segundos se hacían eternos, y a medida que estos pasaban, mi corazón latía cada vez más fuerte, las lágrimas brotaban con más intensidad, y sin embargo solo era capaz de pensar en una cosa. Niall. ¿Qué pasaría con él? ¿A caso aquella sombra le había atrapado también? ¿Cómo había sido tan cobarde? ¿Cómo había sido capaz de dejarlo ahí solo sabiendo lo que le esperaba? Una ola de culpabilidad se adueñó de mí de repente, no podía ser ¿Estaba Niall muerto?

Apenas tres segundos faltaban para descubrir quién llevaba a cuesta tanto sufrimiento acumulado.

Uno, dos, tres.

Unos pies se posaron delante mía. Esperé algún tipo de dolor que hiciese aquel infierno acabar por completo, sin embargo, no llegó, y lo único que noté fue una voz que gritaba mientras me levantaba en brazos.

—¡Bella! ¡Bella, responde! ¿Me oyes? —La voz de Niall inundó aquella fría noche de Otoño.

Claro que lo oía, sin embargo, no era capaz de reaccionar, Niall estaba allí, aunque el sonido de unos pasos seguían atormentándome. Ahora no había ninguna duda, la sombra se dirigía hacia Niall y hacia mí.

Lágrimas seguían brotando de mis ojos. No era capaz de pronunciar ni una sola palabra, presa de la parálisis que el miedo me había causado, hasta que, tras varios segundos sin poder mover ni un músculo, miré a Niall. En su mirada pude ver reflejado el miedo que él estaba sintiendo, aunque nada comparado con lo que yo estaba viviendo en aquellos instantes. Sus ojos azules brillaban e iluminaban la noche más que cualquier farola de la ciudad. Tras varios minutos observándole, por fin reaccioné al darme cuenta que en apenas quince segundos, aquellos pasos, estarían con nosotros.

—Niall... —susurré—. Niall, siento tanto haberte dejado solo... Lo siento tanto... De verdad...

—Hey, no pasa nada, vamos a salir de aquí, lo prometo, no va a pasar nada.

Llevaba la cabeza apoyada contra su pecho, podía sentir su corazón latiendo a mil por hora. Y aunque aquel sonido era el predominante en mi mente, en aquel instante, seguía escuchando pasos que avanzaban en la oscuridad de la noche, y no eran los del irlandés. Él corría como si le fuese la vida en ello,como una gacela que espera ser atrapada. Corría, pero sin tener esperanzas. Sin embargo, no fue suficiente. De repente, una fría mano agarró mi pie e hizo que cayese junto a Niall al suelo, esperando el castigo de nuestra derrota.

Estaré ahí.  |nh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora