Capítulo 18.

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Esperaba ansiosa su respuesta. Mi pecho subía y bajaba apresuradamente harto de mentiras y misterios. Crucé mis brazos y le hice una señal con la cabeza, invitándole a comenzar.

—Rose fue una de las chicas a las que tuve que proteger hace mucho tiempo.

—Ella... ¿Pasó por lo mismo que yo?

—No. La buscaba el Señor Oscuro por ser la heredera de un Ser Oscuro muy poderoso. Era incluso más poderosa que su padre. Podría haber acabado con el Señor Oscuro, y eso no podía ser permitido por él. Así que la buscó y buscó, pero no dio con ella. Tuve que hacer miles y miles de encantamientos, hablar con muchísimas personas, brujos, mediums, hechiceros. Gente que entendía la magia negra perfectamente.

Otro lío más se sumaba a mi cabeza. Así que los hostius no protegían solo a las personas como yo. Otra duda más apareció. ¿Seguía Rose teniendo ese increíble poder?

—¿Por qué te tiene miedo? —Me escogí de hombros.

—Llegó un momento en el que tuve que abandonarla sin previo aviso. El Señor Oscuro encontró donde me hallaba. Era demasiado peligroso para Rose que permanecieramos juntos. Le dije varias veces que tenía que abandonarla, pero jamás lo aceptó, tenía miedo. Hasta que un día despertó y simplemente... —Suspiró—. Simplemente yo ya no estaba allí. La abandoné, pero jamás quise herirla, aunque ella pensó que sí. Solo tenía 13 años.

Mi expresión de preocupación se tornó en tristeza. Pobre Rose. Tuvo que buscarse la vida con tan solo 13 años. Debía de haberlo pasado realmente mal. ¿Dónde va una niña con esa edad sola?

—¿Has hablado con ella? —pregunté.

—Sí. Se lo he explicado todo, pero sé que jamás podrá perdonarme, y no la culpo por ello. —Peinó su pelo hacia atrás—. Es mejor que no le comentes nada sobre el tema, ¿vale?

Asentí.

—¿Sigue teniendo el mismo poder? Es decir, ya sabes, podría ayudarnos a...

—No. Con el tiempo se va debilitando. Rose tiene 75 años. No le queda apenas poder ya.

—¿75 años? —Le miré sorprendida—. ¿Cuántos años tienes?

Una media sonrisa apareció en su rostro y tras eso cruzó los brazos y rió.

—¿Qué te hace gracia?

—¿Me preguntas por mi edad?

—Supongo.

Mordió su labio inferior y me miró de manera divertida. Esa expresión siempre me hacía sonrojar muchísimo. Me daba vergüenza mirarlo cuando se insinuaba de esa manera.

—Tengo 824 años.

¿824 años? ¿Niall tenía 824 años?
Debía de tener muchísima experiencia con... Bueno, con todo.

—Eres muy viejo.

—Y tú demasiado sincera.

No era cuestión de sinceridad, joder, tenía 824 años. ¿Quién tenía 824 años y seguía vivo? Apenas la gente llegaba a los 100.

—¿Cómo es posible?

—Soy de otro mundo. Allí todo es distinto. Los Seres de la Luz nos quedamos físicamente paralizados cuando cumplimos 17 años. Pero seguimos cumpliendo años infinitamente.

—¿Eres inmortal?

—Nadie es inmortal. Ni nosotros, ni los ángeles, ni los brujos, ni el Señor Oscuro, ni el mismísimo diablo es inmortal. Nadie puede escapar de la muerte.

Estaré ahí.  |nh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora