La Tregua

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Un día antes del juicio habían notificado que lo aplazarían y sería dentro de tres semanas más. James no sabía si eso era bueno o malo. Pero ¿Qué podría salir de bueno en esta situación tan jodida? pensaba James. 

Este se encontraba acostado en su cama, DiSalvo estaba también acostado en la suya. Habían cruzado algunas palabras en los anteriores días pero los mejores amigos, no eran.

-¿Cuanto tiempo te dieron? -pregunto su compañero.

-Aun no lo sé -contesto James.

-Me contaron que prácticamente le sacaste las vísceras al último chico.

-Yo no hice eso -dijo James irritado.

Ninguno de los dos volvió a hablar. Después de 15 minutos sonó el timbre y las celdas se abrieron. Había un rato libre como de una hora. James salió antes que DiSalvo y fue para encontrarse con Stan. Se quedaron los dos en la celda de este último. En la semana que James llevaba en prisión Stan y él se habían mantenido hablando. Se encontraban en la puerta de la celda, Stan hablaba con un chico que se había acercado mientras que James simplemente observaba el panorama. Cuando su vista se fijó en su celda vio como DiSalvo se encontraba volteado lavándose la cara. Dos tipos se acercaban a él sigilosamente mientras uno se quedaba afuera vigilando. 

-¡Stan! -dijo James rápido, este lo miro enseguida y siguió el punto hacia donde James miraba.

Los dos chicos corrieron hasta la celda de James. Cuando entraron Stan se fue contra el chico que estaba afuera mientras James tomaba de la camisa al que estaba por cortarle el cuello a DiSalvo. James lo empujó lejos y el otro se le echo encima. Stan le gritó a los colegas de DiSalvo y estos corrieron a ayudarlos. El chico con la navaja intentó clavársela a James, cosa que al final no pudo porque los habían noqueado de un golpe por alguien más. Los guardias llegaron para separar a todos y como castigo todos volvieron a sus celdas.

James estaba parado, apoyado en los barrotes viendo hacia afuera. 

-Gracias por uhm, evitar que me apuñalen -dijo James sin mirar a DiSalvo.

-Tú evitaste que me mataran, no me gusta deber favores -contestó.

-Eso quiere decir que ¿ya estamos a mano? -preguntó James ya de frente a él. DiSalvo asintió.

-¿Qué esperabas? ¿Qué después de tu acto heroico te brindara protección y beneficios aquí dentro? -dijo DiSalvo sarcásticamente. James frunció el ceño. -No soy estúpido niño, se que intenciones tienes así que no sientas que te debo algo porque no es así -dijo severo.

-No quiero nada de ti, simplemente te ayudé porque te  estaban atacando por la espalda. Eso es de cobardes maricas -dijo James molesto. -No quiero tu estúpida "protección" -dijo haciendo comillas con los dedos.

-Cuidado con lo que dices porque puedo sacar toda la mierda dentro de ti en dos segundos -dijo DiSalvo parándose frente a James. James suspiró cansado y se alejo de él.

-Mira, no quiero problemas. Es difícil estar ahí afuera teniendo los ojos en todos lados para estar atento a cualquier ataque, no quiero tener que estar alerta también en mi propia celda. Hagamos algo, tu me ignoras y yo te ignoro. Olvidemos esto -dijo James. DiSalvo lo observó. 

-Es lo menos estúpido que he oído que alguien diga aquí. Aunque mi lema de vida se basa en que todos son unos bastardos, tú... -se quedó pensativo- Vamos a mantener una tregua, en beneficio para los dos y cuando alguno lo necesite -finalizó DiSalvo y extendió una mano hacia James.

James lo miró dudoso. No sabia si debería confiar en él pero seguiría el consejo de Stan. 

-Tregua -dijo James estrechando la mano de DiSalvo.

Dos horas mas tarde todos se encontraban caminando para ir a almorzar, la comida de la prisión era tan mala que James no dejaba de pensar que comer huevo diario cuando era pequeño, era el paraíso. Stan estaba junto a él, al recibir los dos su charola con comida se sentaron en una mesa, solos. 

-¿Qué te dijo Di Salvo? -preguntó Stan.

-Nada importante -contestó James encogiéndose de hombros.

-James, ya te dije. Te conviene estar de su lado, el puedo hacer que nada te pase aquí -dijo Stan.

-Stan, entiende esto. No me interesa tener la ayuda de alguien, puedo cuidarme solo -dijo James irritado. 

Siguieron comiendo en silencio por unos minutos más hasta que Stan volvió a hablar.

-¿Alguien espera por ti afuera? -preguntó. James negó. -¿En serio? Ni un familiar, amigo, novia... ¿nadie? No, no te creo porque...

-Bueno ya basta ¿no? -interrumpió James molesto. -Deja de meterte en mi vida, esa es información que no te interesa.

-James, puedes confiar en mí. Yo... estoy aquí por una estupidez, no es como si quisiera ir por tus familiares saliendo de aquí -dijo Stan.

-Me importa una mierda -dijo James y se levanto para ir de regreso a su celda. Stan solo lo miró sorprendido.

Cuando todos salieron al patio, James estaba solo parado contra una pared, viendo todo desde su posición. Vio como Stan se acercaba a él y tan solo se paraba a su lado sin decir nada. James suspiró.

-Confiar en las personas equivocadas me trajo hasta aquí, Stan -dijo James.

-Puedo entenderlo. -dijo y metió una mano a su bolsillo, del cual sacó un cigarrillo y se lo tendió a James -¿Quieres? -preguntó.

James lo tomó y con un encendedor de Stan lo prendió. Los dos se quedaron ahí parados en silencio hasta que se habían fumado todo el cigarro.


Sin EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora