Acabar de deshacer la maleta me ha dado mucha más faena de la que me pensaba que me iba a dar. Así que una vez finalizada la tarea, la cierro y la oculto debajo de la cama para que no ocupe demasiado espacio en la habitación. Estoy tan cansada que me siento en la cama y me dejo caer para atrás, dejando que mi espalda descanse en las finas sábanas blancas que, para mi gusto, resultan estar bastante frías. Me pregunto qué tipo de música van a poner en el concierto que asistiré esta noche y espero que sea de mi estilo, porque sino, no voy a durar ni dos segundos allí metida.
Giro mi cabeza hasta la mesita y compruebo, en el pequeño reloj que descansa encima de esta, que son las 5 de la tarde pasadas. Así que, viendo que se me va hacer tarde, me pongo de pié y me dirijo a la ducha a grandes zancadas, mientras me recojo el pelo en un intento de moño. Me meto debajo de la ducha y dejo que el agua recorra todo mi cuerpo a la vez que me voy enjabonando con una esponja azul celeste que hace juego con las toallas del cuarto de baño. Decido depilarme, ya que probablemente me ponga alguna falda o vestido de los que me he traído de casa.
- ¡Mierda! – grito - ¡Qué asco de cuchilla!
Veo como la sangre empieza a teñir de rojo el suelo de la ducha. Me fijo en que la herida es pequeña, pero sangra demasiado. Después de 3 minutos intentando parar la pequeña hemorragia, lo consigo y solo se me escapa un suspiro de alegría y tranquilidad.
No me quedo mucho más rato debajo de ese chorro de agua. A los 10 minutos ya estoy fuera secándome el cuerpo con una de las finas y delicadas toallas que decoran el baño. Y a los 20 minutos ya estoy vestida, maquillada y arreglada.
Me he decidido por una falda de tubo negra que me llega más arriba de las rodillas, una blusa blanca casi transparente y unos tacones, no muy altos. El pelo, después de varios minutos mirándome al espejo, he decidido rizármelo, de manera que mi rubio se ve mucho más intenso y, por último, me he puesto una fina capa de maquillaje, como siempre.
Miro hacia el reloj de la mesita, por segunda vez, y veo que son casi las 6 cuando un fuerte ruido de motor se para enfrente de casa. Me asomo por la ventana y veo un BMW X6 plateado aparcado justo al lado de la verja. Seguramente será Selena. Así que decido que ya va siendo hora de marcharse de esta habitación y afrontar la larga noche que me espera al lado de personas que ni conozco.
Cojo una cazadora negra por si más tarde refresca y con un fuerte <<¡Adiós!>> a las tres personas que se encuentran sentadas en el sofá del salón, me dispongo a salir de la casa e ir lo más rápido que puedo hasta el coche.
Para mi sorpresa, Selena no es la que conduce, sino un chico moreno con el pelo ni muy corto ni tampoco muy largo, echado con gomina ligeramente para arriba. Si no me equivoco, se parece bastante al chico que esta mañana estaba corriendo por debajo de los árboles de la urbanización. Lo único es que ahora, ese chico, se ve increíblemente mejor: lleva unos vaqueros tejanos con una camiseta de manga corta blanca que dejan entrever unas letras tatuadas en su piel.
Veo cómo se retira unos centímetros sus oscuras gafas de sol, fija su mirada en mí y aprovecha para darme un repaso de arriba abajo, una o dos veces, a la vez que pone cara de aprobación y se vuelve a colocar las gafas ocultando sus preciosos ojos verdes.
- ¿Vas a entrar o qué? - añade con un tono engreído mientras se toca la barbilla con la mano derecha y posa la mirada en la carretera que se abre paso delante de él.
<<Guapo, pero estúpido>>, pienso y abro la puerta trasera del coche. Me acomodo en el confortable asiento de cuero negro del coche, cierro la puerta despacio y me pongo el cinturón en pequeños nanosegundos.
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Un lugar diferente
Teen FictionPara Caroline Miller, una chica de tan solo 18 años de edad que se acaba de graduar en el instituto, el verano no empieza de la mejor manera posible: sus padres se divorcian y, para más drama, se va a pasar las largas vacaciones de verano a Sydney...