Capítulo 11

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Miro el calendario que cuelga en la pared de la cocina. Ya estamos a mediados de junio y aquí hace mucho más calor que cuando llegamos hace tan solo una semana y media. Miro el móvil. Papá no me ha vuelto a llamar desde entonces y no puedo negar que me gustaría poder escuchar su voz o recibir algún mensaje de su parte. Suspiro y cierro los ojos.

<<Llámalo>>.

Supongo que sí. Debería llamarlo y saber cómo se encuentra, como le va todo y... bueno... y si me echa de menos estaría bien saberlo, también. La verdad es que le echo de menos. Le echo de menos aunque esté con esa chica rubia. Pero si él es realmente feliz con ella, supongo que lo deberé de aceptar. Todo el mundo tiene derecho de ser feliz al lado de la persona a quién realmente quiere. A mamá la quiso. La quiso muchísimo, lo sé porque yo se lo veía en los ojos cada mañana cuando le daba un beso de buenos días, lo veía en sus ojos cada tarde cuando le preparaba su taza de café favorito y lo veía cada noche en sus ojos cuando dejaba que, en el sofá, mamá se acurrucara en su pecho y se quedará profundamente dormida mientras le tocaba el pelo. Sí, y tanto que se querían. Y tanto que la quería. Pero supongo que llega un momento que algún "chip" cambia en la vida de las personas y todo se vuelve totalmente diferente a lo que era.

- ¿Qué piensas?

La voz de mamá suena a mis espaldas, así que decido girarme y abrazarla.

- Uy. – se sorprende - ¿Te pasa algo?

No le digo nada y la achucho mucho más fuerte. Todo lo que puedo. Ella me devuelve el abrazo y me da un beso en la frente.

- Te quiero, mamá- susurro.

- Y yo a ti mi niña, y yo a ti – repite.

Nos quedamos unos segundos abrazadas y le hago saber que echo de menos a papá. Ella me sonríe, cómplice. Después me dice que debería llamarlo, que debería hablar con él y no ser tan seca a la hora de contestarle.

- Créeme, yo te entiendo perfectamente o incluso más.

Se apoya en la encimera de la cocina y deja salir un suspiro entre sus perfectos dientes blancos.

- Le tenía muchísimo rencor. Demasiado. Por habernos dejado... - mira hacia el techo blanco, a la vez que intenta aguantar las lágrimas que le asoman por los ojos. –...por haberme dejado.

- Mamá... - me acerco.

- Cariño, yo lo sigo queriendo y mucho... supongo que por eso he aprendido estos días que él debe estar con Katie. Se quieren y eso es lo que, al final, importa.

- ¿Katie?

- Sí. Así se llama ella – me busca los ojos y cuando los encuentra me sonríe, mostrándome la mirada dulce que hacia bastante tiempo que no veía.

Después de todo, mamá tiene razón. Todos tenemos derecho a estar con la persona que realmente nos hace felices, que nos complemente, siempre y cuando esa persona nos sea correspondida.

***

- ¿Papá?

- ¿Ca - Carol...? ¿Eres tú?

- Si papá... lo siento mucho por lo de la semana pasada, no debería haberte colgado el teléfono.

Los ojos se me humedecen y dejo caer una lágrima que me va resbalando despacio por la mejilla izquierda. Rápidamente me la seco con la mano.

- No me tienes que pedir disculpas... yo no debería... ya sabes...

- Tranquilo...

Silencio.

- Bueno, y ¿cómo estáis?

- Todos estamos genial, papá. ¿Y tú?

- Con mucho trabajo, llevo una semana que no paro.

Escucho una risa floja y sonrío.

- ¿Cómo está Katie?

- ¿K-Katie? ¿Sabes cómo se llama...?

- Sí, papá. Tranquilo. Todo está bien. Mamá me dijo su nombre. ¿Cómo está?

No lo veo pero sé que en este preciso instante, está sonriendo.

- Tiene ganas de conoceros a ti y a Jimmy.

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