Capítulo tres

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La emoción la recorrió al sentir que el tren se ponía en marcha, se inclinó hacia la ventanilla para poder observar. Había gente saludando o agitando pañuelos a modo de despedida, sintió pena al recordar que no había nadie que la despidiera, tampoco había habido nadie cuando embarcó oponiéndose al deseo de sus padres. Descartó aquellos pensamientos amargos y los reemplazó por otro casi mágico, las miles de posibilidades que brindaba aquel tren en movimiento yendo hacia lugares nuevos y desconocidos. Sacó el mapa que tenía guardado y se puso a estudiarlo, con el dedo recorrió el espacio que iba desde Tokio hasta Tōhoku. En el papel era una distancia tan corta, pero en la realidad era un trayecto largo de muchos días.

Se entretendría mirando por la ventanilla, pero aún así, envidió al joven japonés que poseía un libro para acortar el tiempo y ahuyentar el aburrimiento.

Tras un par de horas de viaje se adormiló sin darse cuenta, se despertó cuando alguien le tocó el brazo y vio al guarda del tren a su lado, el hombre le hablaba en japonés y aunque ella trataba de entender sus palabras y gestos, le era imposible. ¿Acaso sucedía algo?. Le dijo que era inglesa y no entendía, tal como le había enseñado la francesa del hotel , pero el hombre seguía hablando deprisa confundiéndola.

-No lo entiendo...- musitó intimidada y en aquel momento el joven japonés de antes se les acercó.

- Gaijin, él quiere saber en qué estación baja, está controlando a los pasajeros – le dijo él en perfecto inglés, aunque teñido por una entonación particular y exótica. Escucharlo hablar su idioma la hizo pestañear más confundida aún.- Gaijin...-le insistió él impaciente.

-Oh, sí...voy hasta la estación de... - dijo olvidando el nombre de pronto, así que extendió el pasaje.

El hombre intercambió algunas palabras con el guardia, este devolvió el pasaje a la joven y siguió caminando. El japonés que la había ayudado se giró para regresar a su asiento.

-Espere...- lo llamó ella incorporándose y él se dio vuelta.

-Gracias por la ayuda. Habla inglés perfectamente...- dijo sin saber muy bien que decir.

- No necesita agradecerme, pero debió conservar al traductor, Gaijin – le dijo recordándole el episodio de la plataforma.

-Creo que lo mejor que hice hasta ahora fue deshacerme de él.

-¿De verdad lo cree? – dijo él haciéndola sentir muy tonta. Se había sentido desesperada al no poder comunicarse y sin su auxilio no habría sabido qué hacer. Aún así era muy petulante de su parte ayudarla y luego recordarle su ineptitud.

-Sí, de verdad lo creo – dijo con seguridad. Él sólo hizo un breve gesto con la cabeza y se encaminó a su asiento.

-¿Disculpe? – dijo Anna yendo detrás suyo.

-¿Si?

-Esa palabra, "Gaijn", ¿qué significa?- preguntó con curiosidad y lo vio vacilar.

-Significa extranjera – contestó él.

-Oh, pero no en forma agradable, ¿verdad?

-Depende- admitió.

-Pues no suena muy agradable cuando lo dice.

-Me disculpo entonces – dijo pero no sonaba a una disculpa. Para nada.

-Anna...- dijo ella y él la miró extrañado – Mi nombre es Anna, Anna Seymour ¿Y usted?

-Izumi. Takeshi Izumi.

- ¿Izumi es su nombre? – preguntó.

-No, es mi apellido. Mi nombre es Takeshi. ¿Puedo volver a mi asiento ahora?- preguntó y ella se sonrojó.

Pétalos de cerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora