Travelers

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Sin que me diera cuenta, las casas y negocios a lado de la carretera se hicieron más escasos, y los árboles mucho más abundantes. El autobús hizo una parada cerca de un cruce con las vías del tren y un par de asientos vacíos se ocuparon, incluyendo el que estaba a mi lado. Un chico con lentes cuadrados y cabello negro desordenado en gruesos rizos se sentó junto a mí, sonriéndome cortésmente. Se puso unos audífonos y cerró los ojos, esperando que el sueño lo llevara, supuse. El autobús se puso en marcha de nuevo.

Después de varios minutos que parecieron más largos de lo que fueron, decidí sacar mi cuaderno de dibujo, donde nada tenía sentido. Pero mis manos no hicieron nada más, no sabían qué dibujar, no sabían si hacer una línea o un garabato, las sentía perdidas, como si no fueran parte de mí. Derrotado, dejé de intentarlo.

-¿Puedo?- escuché que el chico a mi lado susurró. Levanté la mirada para verlo y una sonrisa más obvia cruzó su expresión, su mano estaba extendida hacia mi cuaderno y automáticamente se la entregué, olvidando un segundo el miedo que me daba mostrar mis dibujos a la gente, porque algo en sus ojos me dijo que no me preocupara. La tomó y abrió por la mitad, donde un árbol dibujado a lápiz se extendía en las dos páginas; siguió pasando las hojas mientras un brillo se instalaba en su rostro. ¿Eso significaba que le estaban gustando mis desordenados garabatos? Cuando llegó a una página en blanco quitó de entre mis dedos el pequeño lápiz y comenzó a dibujar. Instintivamente me incliné para ver lo que hacía y pero el se giró dándole la espalda al pasillo.

- No, sin trampa.- dijo con una enorme sonrisa en su rostro, y continuó dibujando mientras yo internamente perdía la paciencia. ¿Por qué éste completo extraño se había tomado la libertad de quitarme mi cuaderno y empezar a dibujar? Aunque tuviera la sonrisa más hermosa que hubiera visto en mi vida.

-¿Cómo te llamas?- susurré con algo de miedo.

-Blaine Anderson, soy reportero. ¿Y tú?

-Kurt Hummel, soy farmacéutico.- la mirada de Blaine me enfocó en seguida.

-¿Farmacéutico?

-¿Tiene algo de malo?

-No es eso, es solo que no me imaginé que teniendo dibujos tan buenos no te estés dedicando tiempo completo a eso.- la honestidad en sus palabras me caló. Y era cierto, Mercedes y Finn me lo repetían a diario, incluso mi padre no se cansaba de decirlo.

-Lo sé.- dije agachando la mirada.

-¿Todo bien?- dijo deteniéndose un momento para estudiarme.

-Claro, por supuesto que sí. ¿Ya terminaste?

- Casi.- contestó con una media sonrisa. Y después de varios movimientos de manos más, giró la libreta para que viera lo que había hecho. En ambas páginas se extendía lo que parecía un retrato, fijé la mirada en esos ojos color lápiz y me di cuenta de que resultaban familiares: eran míos. En el retrato podía ver detalles de mi rostro que no muchos notaban. Tenía ondas castañas peinadas cuidadosamente y labios fruncidos, y sobre ellos una delgada cicatriz de cuando me caí jugando con mi hermanastro, saltando en la cama. Pero había algo más. Una tristeza y preocupación palpables incluso en el dibujo, hecho que me intranquilizaba.

-¿Así es cómo me veo?- Blaine asintió.- Vaya. Eres muy bueno, deberías estudiarlo profesionalmente.

-Lo hice, esa es mi primera carrera. Mamá quiso que estudiara algo me hiciera más sensible. Además de que quería seguir el estereotipo de mi bisexualidad.- contestó, y yo me exalté por la forma tan suelta en la que Blaine usó el término.- No pongas esa cara, Kurt, no pasa nada.- susurró el chico de cabello rizado y no pude evitar sonrojarme profundamente, desviando la mirada a la ventana.

-Es sólo que nunca había escuchado a alguien usar una etiqueta como esa tan a la ligera.- dije, volviendo a enfocar mi mirada en esos ojos avellana, intentando leerlos, sin mucho éxito.

-Te entiendo. Cuando tenía dieciséis también me costaba etiquetarme. Hasta que me di cuenta de que cualquier forma esa etiqueta, la que fuera, no me definía.- eso me dio en qué pensar. Vi al chico que estaba junto a mí. Noté su postura relajada y ojos amables, sus manos inquietas y de alguna forma, noté su deseo de conocerme.

-Me agradas, Blaine Anderson.- dije al final, sacando una seguridad en mí mismo que hasta hace un minuto no tenía. Y mí compañero de viaje sonrió ligeramente, devolviendo la libreta a mis manos.

Once Upon A TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora