Innocence

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El contraste entre los callejones fríos y oscuros de afuera y los pasillos blancos y tibios de la mansión era abismal, pero seguí corriendo intentando escapar de esa prisión de pisos relucientes y muebles lujosos.

Brittany me había dado una oportunidad, una muy pequeña ventana de tiempo para que huyera y mis músculos trabajaban tanto cómo podían. Pero estaba muerto de miedo. Nunca había salido de la mansión. Acababa de cumplir diecisiete años y jamás había sentido el aire sobre mi piel. Aire que quemaba mis pulmones mientras continuaba corriendo.

Los helicópteros comenzaron su vuelo no más de diez minutos después de que salí. Brittany me dijo que cuando ya no pudiera correr más comenzara a buscar un escondite, pero cada puerta que pasaba parecía cerrada y cada ventana inexistente. Decenas de cajas se amontonaban en ambos lados de los estrechos callejones y mi mente buscaba desesperadamente una idea.

Tenía que ocultarme.

Cuando di vuelta a la izquierda después de atravesar una explanada con una fuente en ruinas pude ver una capilla. El milagro: había luz dentro y las puertas estaban abiertas. Alguien podría ayudarme, pero los helicópteros estaban volando bajo, sobre mí. Crucé la calle con la espalda pegada a las paredes, un instinto que no conocía cubriendo mi mente. 

Sólo unos metros más y estaría a salvo.

Sólo tengo que entrar... 

Las puertas se azotaron segundos después y la luz que pude ver desde afuera se extinguió. Escuché pasos, decenas de pasos rodearme y ese instinto que me invadió minutos antes se había ido. Entré en pánico. Sentí mis pulmones cerrarse, mis extremidades hormiguear y una horrenda nube negra sobre mis ojos. Me perdí...

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"...las puertas de enfrente y la reja." 

"...siguen volando bajo."

"...no es normal, General."

Silencio.

"Está despertando." Escuché un suave susurro junto a mí, y me di cuenta que estaba en los brazos de un hombre. "Hey. Hey, hey, hey, tranquilo," abrí los ojos pero seguíamos cubiertos por oscuridad, intenté moverme y un dolor se extendió por mis brazos y piernas, me sentía exhausto. "Tranquilo. Vamos, no te muevas." Por un momento hice caso y dejé que el calor de la manta térmica me cubriera. 

"¿General?" le llamaron al extraño que seguía sosteniéndome.

"Déjenos solos. Que el equipo Zeta regrese al cuartel; Jeff, Nicholas reporten todo a Beiste y que Sebastián se quede conmigo. Equipo Delta se queda también."

Pasos se alejaron y por fin mis ojos se empezaron a enfocar. El que al principio pensé que era un hombre resultó ser un chico no más de dos años mayor que yo, o tal vez era el cansancio en su cara.

"Trata levantarte pero no hagas mucho esfuerzo. Te sigo sosteniendo, no te preocupes." Su voz se sentía calmada y esa característica me llegó hasta a los huesos. Me enderecé y mi cabeza dio vueltas, sentí su mano presionando mi espalda y poco a poco el cuarto dejó de girar. "Eso es" dijo cuando mi respiración dejó de entrecortarse. "¿Sabes qué pasó? ¿Cómo llegaste aquí?" asentí. "¿Cómo te llamas?" 

"Kurt." mi voz desapareció, ni siquiera salió como un susurro. El chico tomó un termo de metal y me lo acercó.

"Prueba." 

El líquido limpió mi boca y la frescura ayudó con la resequedad. Probé hablar de nuevo.

"Mi nombre es Kurt." Se levantó de mi lado y caminó a la ventana de la iglesia, una luz fugaz iluminó su rostro y de nuevo vi cansancio. Me sentía seguro, aunque no sabía si debía.

"A mí me dicen El General." contestó apenado, pero sonrió. "Te diría mi nombre pero debes entender que no quiero que lo sepas...aún."

Y un estupor me cubrió, el termo de metal cayendo de mis manos.

Once Upon A TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora