Once Upon A Time

Go away

-¡Maldita sea, Blaine! ¡No te quiero ver aquí! ¡Vete! ¡Largo!- los gritos fueron saliendo de mí con una fuerza atemorizante, y lo último que quería era que mi mejor amigo fuera el blanco, así que le clavé la mirada hasta que regresó a la entrada y salió del auditorio.

Cuando escuché la puerta cerrarse me derrumbé, con las rodillas al suelo y las manos cubriendo mi cara lloré por lo que parecieron años. Los eventos de las últimas doce horas hicieron presencia en mi derrotado cerebro, dándome más y más fuerzas para gastar en lágrimas: papá diciéndome que el cáncer había vuelto, Rachel con su puesto en NYADA, Finn yéndose a una universidad del otro lado del país, y Blaine...

Blaine y su compromiso con James. Estaba a punto de perder al amor de mi vida por ser un cobarde y no poder decirle cómo me sentía. Sin darme cuenta saqué un collar que ocultaba bajo la camisa, uno que Blaine me había dado cuando cumplí ocho. Acaricié el pequeño círculo recordando la promesa que nos hicimos de niños, cuando todo parecía mucho más simple y nuestros problemas mucho más pequeños.

"Porque ni la distancia ni el tiempo podrían separarnos, te prometo que estarás a mi lado para siempre."

Después de diez años de ese día pensé que seguía válido el recuerdo, pero me estaba dando cuenta de que no era así. Lo único que me quedaba era irme de aquí, una respuesta cobarde pero era de mí de quien estamos hablando, así que tenía sentido.

Corrí todo el camino hasta mi casa y comencé a hacer una maleta de ropa, sin contestar las llamadas que bombardeaban mi celular. Las manos me temblaban pero estaba luchando con todo lo que tenía para no derrumbarme ésta vez. Cuando todo estaba listo y gran parte de mi vida estaba empacada, me obligué a darme un respiro, con el miedo de lo que estaba a punto de hacer cayéndome de repente.

¿Era lo correcto?, ¿justo cuando papá más me necesitaba?, ¿sería capaz de abandonar todo porque no era capaz de aguantarlo y porque esta vez sería diferente al no tener a Blaine junto a mí? Escuché la puerta cerrarse y esperé esos brazos tan conocidos llegar. Y lo hicieron, me rodearon y por costumbre me aferré a ellos.

-No lo hagas.- la voz de mi mejor amigo cortó mis pensamientos, un susurro tembloroso acariciando mi cuello.- No te atrevas a dejarme.