Capitulo 1

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Oscuridad.

Así como a algunos les gusta, a algunos no. Otros solamente tienen que convivir con ella. Camila va a descubrir el mundo a través de los ojos de otra persona.
-La chica nueva es linda.

Camila estaba acostada boca abajo a la orilla de la piscina. Podía sentir los rayos del sol arder en su espalda desnuda, protegida tan solo por una fina capa de protector solar y la tira de un lazo de la parte de arriba de su vestido de baño. Podía sentir el agua helada sobre su mano izquierda inmersa, mientras hacía pequeñas ondas con sus dedos. Podía escuchar a Álvaro cantar algo mientras tomaba el sol cerca de ella.
Como un buen amigo, hacía un gran esfuerzo para no ver hacia las curvas expuestas de la chica, porque también tenía miedo de ser pillado, porque según Camila, uno de sus "Súper poderes de Ciega" era poder sentir cuando alguien la observaba por mucho tiempo.
-¿Cuál es tu nivel de pereza ahora?- Preguntó Camila.
-Hmm... -Pensó Álvaro.- Seis. ¿Y tú?
-Ocho...y medio.
-¿Ocho y medio? ¿Tanto? -Dijo Álvaro Risueño.
-Este sol. Las vacaciones. Esta piscina. Da mucha pereza pensar que todo esto se va a acabar.
-Ah, yo tengo pereza de tanto hacer nada. -Dijo él, volviéndose para tener un mejor acceso a las facciones de Camila.
-Soy feliz haciendo nada.
-Nunca hacemos nada en las vacaciones, no pasa nada.
-¿Y qué es lo que quieres que pase, Álvaro?
-Bueno, no sé. Los grandes dramas. Los grandes amores. En nuestras vacaciones nunca pasan.
-¿Y con quién imaginas tu "gran amor"? -Preguntó Camila en un tono de burla.- Siempre dices que en nuestra clase sólo hay brujas.
-Así es. Pero no necesita ser una princesa... -Dijo Álvaro mientras vagaba en pensamientos y le enviaba miradas sugestivas.- ¿Y tú? ¿No te preocupas con eso?
-¿Con qué?
-¿Vas a pasar toda la vida sin besar a nadie, Mila? -Camila bufó y le lanzó agua al chico en forma de protesta.- Es cierto. Dormir y escuchar a Ed Sheeeran todas las vacaciones no va a resolver eso. De verdad. Deberías besar a cualquiera sólo para quitarte eso de encima.
-Si de besar a cualquiera se trata, ¿por qué no besarte entonces? -Mencionó Camila con desdén.
El rostro de Álvaro se iluminó. Si hubiese alguien más a su alrededor vería que él encontraba esa idea sensacional. Él sería su primer beso. Si Camila supiera lo mucho que él imaginaba el sabor de sus labios.
Camila se volvió y concluyó:
-Pero no es así como quiero mi primer beso.
Álvaro frunció el ceño. Era perceptible que Camila soñaba con un beso de cuento de hadas, que tal vez nunca pasaría.
-Mila, así nunca vas a besar a nadie.
-¿Quién va a querer besarme? -Preguntó decepcionada.
-Apuesto que el idiota de Keaton te besaría. Siempre te tiene el ojo puesto. -Afirmó Álvaro lanzándose al agua en seguida.
-Sí, pero es deprimente saber que la única persona que estaría conmigo es Keaton. Nunca he escuchado nada inteligente salir de su boca, es completamente aburrido. ¿Te imaginas que salimos y se aferre a mí y solo me utilice como un objeto? ¿Será que él es de ese tipo? -Camila esperó una opinión o comentario chistoso que tardó en llegar.- ¿All? ¿Álvaro?
Escuchó el ruido del agua, causado por el cuerpo de su amigo cuando apareció en la superficie.
-¿Sí? ¿Dijiste algo? -Preguntó, acercándose.
-¿No me estabas escuchando? -Preguntó Camila manteniendo la mirada hacia donde vino la voz del chico.
-No. -Sonrió.
Ella se sentó y sumergió sus pies en el agua. Sus labios se curvaron en una pequeña e irónica sonrisa.
-Sé que estás viendo mis pechos, Álvaro.
Álvaro se quedó sin reacción y se lamentó silenciosamente por no poder mantener sus ojos lejos de ella. Al él no responder, Camila sonrió al saber que no estaba equivocada.
-Métete al agua, ven Camila. Deja de ser aburrida. -Dijo el chico intentando esconder la vergüenza en su tono de voz.
Camila se levantó y lo vio seria.
-Nadie me dice aburrida. -Dijo sonriendo y lanzándose al agua.
[...]
Alrededor de las cinco de la tarde, Álvaro llevó a Camila a su casa. Ella conocía el trayecto perfectamente, pero el placer oculto de Álvaro era sentir la mano de Camila presionar su brazo durante el recorrido. Camila sintió el olor a rosas, las piedras lisas sobre la suela de sus zapatos y supo que estaban a dos casas de la suya, frente a la casa de la vieja Mel.
-¿Estás seguro que no quieres entrar?
-No. Todavía tengo que alistar mis cosas. -Dijo él en un suspiro.- Dame las llaves, Mila.
Camila le entregó un montón de llaves. Y antes de entrar le agradeció a su amigo con un beso en la mejilla, y palabras en unísono como; "Chao, nos vemos."
Álvaro vio su pequeño cuerpo subir las gradas del frente. Sus dedos deslizarse por el pasamano, y solamente cuando ella entró, él se volvió y se fue.
-¡Mamá! ¡Llegué!
-¡Hola kaki! La merienda está lista. -Gritó Sinu desde la cocina.
-Ya voy. -Respondió Camila yendo hacia su habitación a dejar la mochila con su ropa de baño y el bastón.
Volvió toqueteando las paredes y muebles para evitar tropezar en algo, pero aún sin ver, sabía exactamente en donde ellos estaban. Se sentó en su lugar en la mesa. Estaba distraída con la servilleta cuando su mamá llegó.
-Hola kaki. ¿Qué tal tu día?
-Fue bueno.
-¿En serio? ¿Sólo bueno? -Preguntó, mientras el ruido de los cubiertos indicaban que estaba poniendo los platos en la mesa.
-Sí. Fue genial. -Dijo, esperando que en una escala entre pésimo y excelente, genial fuera lo suficiente para su mamá.
-Kaki, estás muy quemada. ¿Usaste protector?
-Sí mamá. Es que estaba pegando mucho el sol.
-¿Estás segura que lo usaste?
-Me pasé un poco, sabes que odio el protector solar, quedo pegajosa. Prefiero no tomar el sol a tener que ponerme eso.
-Qué bueno. Porque es eso exactamente lo que va a pasar la próxima vez. -Dijo pasando su mano por el rostro rojo de Camila.- ¿Ya alistaste tus cosas para las clases?
-No. Estaba esperando que pasara la pereza. Pero será hacerlo así.
-Hola, hija. -Dijo su papá sentándose su lado dándole un beso en la mejilla.
-Hola papá. -Sonrió.
-Estás bronceada. ¿En dónde estabas? -Preguntó Alejandro.
-En casa de Álvaro. -Respondió ella, tocando la mesa en búsqueda de los sándwiches.
-Sabes, la otra vez me encontré a Álvaro y me llevé un gran susto. -Dijo su papá tomando la mano de Camila poniéndola en el lugar deseado.
-¿Por qué?
-No lo sé hija. Él creció mucho, ya es un hombre.
-¿Cómo así papá?
-Hace un tiempo atrás ustedes eran niños, pero ahora están creciendo.
-Kaki, hoy hablé con la anciana Mel y éste miércoles ella tiene que hacer algunos exámenes y como yo voy a trabajar pensé que...
-Está bien, yo vengo aquí. -Dijo Camila interrumpiendo a su mamá.
-¿Y quedarte sola, hija?
Camila y su vecina, la vieja Mel, se hacían compañía la una a la otra cuando su mamá tenía que trabajar y, con eso, Camila creía que su mamá la comparaba con una anciana inválida por su ceguera.
-¿No puedo? -Preguntó Camila mordiendo su sándwich.
-¿Y qué vas a comer? -Preguntó Sinu.
-No lo sé. Como algo en la escuela, me preparo algo fácil. No sé. -Dijo encogiéndose de hombros mientras masticaba.
-Voy a preocuparme.
-Mamá, ¿qué tan trágico puede pasar?
-Está bien kaki. -Dijo su mamá rendida por su insistencia.- Pero nos llamas apenas llegues a casa, y cargas tu celular. -Completó.
Después de la merienda, Camila se dedicó a encontrar su material escolar que estaba esparcido por su habitación, mientras cantaba en voz alta la letra de una canción aleatoria.
Al día siguiente despertó temprano, ya que no quería llegar tarde a su primer día de clases. Y después de media hora lista, esperando que su teléfono sonara, en espera de Álvaro, decidió irse con su papá. El trayecto fue silencioso y después de un abrazo y varios besos, Alejandro la dejó deseándole buena suerte en sus clases.
Camila caminó por los pasillos buscando algún lugar en donde poderse sentar y que Álvaro la localizara fácilmente en cuanto llegara. La primera vez que estuvo aquí afuera hace tres años atrás, cuando sus papás la matricularon en octavo año, y desde día a este ella ya sabía caminar libremente por el colegio, pero se prevenía de posibles obstáculos inesperados, usando su bastón. Subió las gradas que llevaban al patio interno y a las salas y se sentó en un pequeño muro. Álvaro tenía que pasar por ahí, y la vería. Dobló su bastón y lo guardó en su mochila, se puso sus audífonos y presionó el botón de su celular para que la voz mecanizada le dijera qué hora era, y después se dedicó a escuchar música en un volumen bajo hasta que la sirena tocara o Álvaro la encontrara.
Escuchó pasos, voces, carreras y tiempo después supo que alguien se sentó a algunos metros de ella, pues escuchó el ruido de un caminar, un gran suspiro y una mochila golpeándose en el suelo. Por un momento pensó que era Álvaro, pero la persona no tenía su olor y con el pasar de los minutos sin interacción, concluyó que era solamente un alumno más cansado, esperando la sirena o a algún amigo, como ella. Golpeteó los pies al ritmo de la música y chasqueó los dedos disimuladamente. Ella sintió el perfume de la persona a su lado. Vainilla. Entonces supuso que era una chica, también se sintió incómoda y avergonzada, y sabía que su cuerpo actuaba así cuando alguien la veía por mucho tiempo.
-Hola. -Dijo Camila quitándose sus audífonos y dirigiendo su mirada a la chica.
-Hola. -Le respondió una suave y ronca voz.
Una bella combinación para un timbre de voz, pensó Camila.
-¿Todo bien?
-Sí. Disculpa si me quedé viéndote, es que pareces tan ajena a todo. -Sonrió, pero Camila no pudo ver su hermosa sonrisa.- Lo encontré interesante.
-Ser ajena a lo que pasa frente a ti, debe ser uno de los efectos de ser ciega. -Respondió Camila sonriendo.
-¿Eres ciega? -Preguntó la chica sorprendida.- Disculpa, no lo sabía. Es que no parece.
-Hmm. ¿Y cómo esperas que sea un ciego? -Preguntó Camila arqueando sus cejas.
-No lo sé, no usas lentes oscuros y no veo ningún perro guía, tampoco tienes un bastón y, los pocos ciegos que he conocido, fijan su mirada en algo mientras hablan y generalmente no es tu rostro. -Dijo la chica divagando y gesticulando.
-Aprendí con el tiempo a pestañear más y dejarme guiar por los ruidos a mi alrededor, veo con interés hacia el lugar de donde proviene el sonido, y creo que incluiría mucho trabajo traer un perro guía a la escuela. Y generalmente quienes usan lentes oscuros es porque tienen alguna deformación ocular, como estrabismo u ojos blanquecinos. Yo no lo tengo, pero ahora estoy pensando en usar lentes como un aviso de "soy ciega". -Respondió Camila sonriendo.
Ella siempre usó la jugada de hacer bromas con su desgracia para hacer amigos.
-Tienes unos bellos ojos castaños, no los cubras con lentes. Y siento mucho mi precipitada opinión.
-Espero que de verdad tenga bellos ojos castaños, porque solo los uso de adorno. -La chica sonrió.- Y está bien. Deja de disculparte.
-Cielos. Sólo ve lo roja que estoy de la vergüenza.
Camila fijó su mirada en la chica, ella viajó por instinto e imaginó en donde podía estar su cuerpo y con una pequeña sonrisa irónica en sus labios dijo:
-Sí, ya veo.
La chica rio y se puso aún más roja al darse cuenta de la ironía que dijo anteriormente.
-Ay Dios. -Sonrió.- Discúlpame otra vez.
-Está bien, escucho ese tipo de cosas todo el tiempo. -Respondió Camila usando un tono simpático.- Camila. -Completó, extendiendo su mano.
La chica aceptó el saludo de buen agrado y la apretó. Su toque era suave, pero su apretón era firme.
Una buena mezcla, como su voz. Pensó Camila.
-Lauren. -Respondió la chica.
-Un placer, Lauren.
-Lo mismo digo, Camila. -Lauren vio la hora en su celular. Faltaban 10 minutos para que sonara la sirena.- Entonces, Camila. ¿Sabes decirme en dónde está la secretaría? Aún no sé en qué clase estoy.
-Claro. Mira, vas al patio interno, a la derecha vas a ver el corredor. No sé el color de la puerta, pero puedo apostar a que vas a ver algo como "Secretaría" escrito en grande.
Ellas sonrieron, y Camila fue sorprendida cuando unos suaves labios acariciaron su rostro en un rápido beso.
-Gracias, Camila. -Susurró Lauren antes de irse.
Camila sonrió, y volvió a ponerse sus audífonos. No estaba acostumbrada a recibir afecto de personas extrañas. Se asustó cuando sintió a alguien tocar su hombro.
-Hola linda. -La voz que invadió sus oídos quitó la pequeña sonrisa que la extraña había dejado.
-Hola Keaton.
-Hey. ¿Estás sola hoy? ¿En dónde está Álvaro, tu novio, barra, perro guía? -Dijo él en tono de burla.
Camila lo miró seria.
-Él es mi amigo, Keaton. Y no me agrada nada que te refieras a él de esa manera.
-Camila linda, sólo bromeaba. Vine a saludarte. ¿No me extrañaste estas vacaciones? -Preguntó él sentándose a su lado.
-A decir verdad, no. Pasé pidiendo para que por algún milagro o error, estuvieras en otra clase. Eso me ahorraría tus bromas.
Keaton rio.
-Viste. Acabas de confesar que pensaste en mí.
Camila resopló.
-Está muy silencioso a nuestro alrededor. ¿En dónde está tu tropa, barra, manada, barra, pandilla, barra, marginales, que llamas de amigos?
-Están ocupados. -Dijo él riendo de algún chiste en particular que Camila ni se preocupó en saber.
-Ve a ocuparte de ellos, Keaton. Hazme ese favor.
-Está bien, Camila. Ya entendí. -Dijo el chico levantándose.- Entiendo que no quieres que Álvaro te vea con alguien más. -Él se acercó a su rostro y susurró:- Sabes que esa raza de perro muerde.
Camila se coloró de la rabia, se levantó, pero cuando iba a responder el silencio la rodeó nuevamente, y concluyó que estaba sola ahora. Volvió a sentarse, pero nuevamente sintió una mano en su hombro.
-Mira idiota. Qué bueno que regresaste. Nunca más molestes a mi amigo. Atrévete a ser superior a las personas que ofendes, antes de abrir tu estúpida boca. -Dijo en un solo aliento, irritada.
-Hey, hey. Tranquila Camila. -Dijo Álvaro.- Veo que aún no acaba el receso y Keaton ya vino a elogiarte.
-Es un idiota. Y llegas tarde. -Resopló, aún molesta.
-Estuvo mal, Mila. Me olvidé de activar el despertador y cuando llamé a tu casa nadie contestó, así que imaginé que ya debías estar en la escuela. -Dijo él sentándose a su lado.- Hace diez minutos que llegué, pero la pandilla de Keaton me detuvo en la entrada con chistecitos y provocaciones.
-¿Por qué no nos pueden dejar en paz?
-Porque Keaton está detrás de ti y cree que yo soy algún tipo de novio.
-Yo me pregunto qué es lo que quiere Keaton con una ciega.
-Mi teoría es que él cree que no puedes ver lo feo que es por dentro.
Camila sonrió.
-Bueno, señor filosofía, para darse cuenta de eso basta que él abra la boca y comience a hablar.
-La sirena ya va a sonar, vamos a la sala. -Dijo él chico poniendo la mano de Camila en su brazo.
Ellos caminaron juntos hasta su aula, Álvaro se sentó a su lado en uno de los primeros escritorios, la sirena sonó y el resto de los alumnos entraron. Y como siempre, el escritorio detrás de Camila estaba vacío. Ella no sabía si era solo para molestar o si el ruido causado por su máquina de escritura en braille era tan irritante. De cierto modo a ella no le importaba, pues eso le garantizaba que nadie iba a poner papeles en su espalda o llenar su cabello de papelitos como pasaba los primeros años.
La clase comenzó y como Camila lo presentía, bromas sobre el ruido que su máquina emitía fueron hechos, causando risas.
-Chicos. Me van a disculpar, pero vamos a separar ese grupito de ahí. -Dijo la profesora en el intento de detener el ruido.- Wesley, siéntate en el escritorio detrás de Camila.
-Ah no profesora.
-Ah sí, Wesley. Vamos.
-Profesora, usted sabe que no funciona sentarse detrás de Camila. Estar escuchando ese maldito "tec-tec" todo el día. -Protestó otro alumno en defensa de su amigo.
-Pero como eres un gilipollas, Derek. -Dijo Álvaro.
-Cállate, bengala humana. -Respondió el chico, provocándolo.
-¿Qué es eso? ¿En dónde creen ustedes que están? -Intervino la profesora.
-Profesora, si me siento detrás de Camila voy a tener que pasar haciéndole favores. Ella no hace nada sola. -Argumentó Wesley y Camila se encogió en su silla.
-Basta Wesley, en la dirección no vas a tener que hacerle ningún favor a nadie. Toma tus cosas. -Dijo la profesora con autoridad.
-Desgracia. -Resopló Wesley.
-Profesora, ¿y Álvaro no va ir a la dirección? -Dijo Derek defendiendo nuevamente a su amigo.
-¿Y usted? ¿Quiere acompañarlo?
-No, gracias. -Respondió el chico recostándose en su silla.
La puerta se abrió lentamente y una voz suave y ronca preguntó tranquilamente:
-¿Esta es la sala 211?
Camila sonrió al escucharla, pues sabía a quién pertenecía aquella voz.
-Sí, es aquí. -Confirmó la profesora.- ¿Cuál es tu nombre?
-Lauren. Disculpe, me perdí. -Dijo avergonzada.
-Está todo bien, puedes pasar.
Lauren entró y buscó un lugar vacío. Sonrió al ver a Camila, y que el único escritorio libre era el que estaba detrás de ella.
-¿Puedo sentarme en ese escritorio? -Le preguntó Lauren a la profesora.
Algunas risas en tono de burla llenaron la sala, y Lauren sin entender de qué se reían, frunció el ceño, mientras un chico alto y de gorra colocaba sus cosas en su mochila, y pasaba por ella.
-Gente. -Regañó la profesora.- Está libre. Puedes sentarte. -Dijo volviendo su atención a Lauren.
La chica caminó hasta el escritorio y llevó consigo algunas miradas de otros alumnos. Unos la miraban por su belleza, su largo cabello oscuro, su piel blanca y suave, y un hermoso par de esmeraldas como ojos. Otros la miraban intentando imaginar cuánto tiempo aguantaría ella sentada en ese lugar.
Camila escuchó como arrastraron la silla e inhaló su perfume de vainilla.
-Creo que estás un poco atrasada para la clase. -Susurró Camila curvándose hacia atrás, para que solo Lauren escuchara.
-Creo que es el tipo de cosas que pasan cuando le pides información a una ciega. -Respondió Lauren en un tono de chiste, curvándose también.
Álvaro escuchó lo que Lauren dijo y la miró con curiosidad, pero quedó confundido al ver que las dos sonreían y Camila no se sentía ofendida.
-Te apuesto a que puedo encontrar esa clase con los ojos cerrados. -Dijo Camila.
Lauren soltó una risa baja.
-Apuesto que sí. -Respondió ella, acomodándose en su silla, abriendo el material.
-Bueno chicos. Espero que los chistes y las bromas se dejen en un lugar más apropiado, a no ser que alguien más quiera retirarse. -Dijo la profesora recorriendo el salón con su mirada.- Vamos a continuar con la clase.
-Mila. -Susurró Álvaro.
-¿Sí? -Respondió ella bajo.
-La chica nueva es linda.
-¿En serio? -Preguntó interesada.
-Sí. -Dijo Álvaro simplemente.
Y Camila, por un segundo, se permitió pensar que nunca en toda su vida deseó ver algo, como deseaba ver el rostro de aquella chica.

In Your Eyes - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora