Capitulo 3

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-Hoy Quiero Regresar Sola.

Camila escuchaba ruidos de algunos autos, escuchaba algunos pájaros en los árboles, escuchaba el ruido de sus zapatos y los de Lauren contra el asfalto. Sentía algunas mechas de su cabello en la mano que prendía del brazo como apoyo para que Lauren la guiara, sentía suavemente su olor a vainilla, pero cuando el viento venía, ella podía sentir también el olor a flores que venía de su cabello sedoso.
-¿Por qué le dijiste a la conserje que te caíste? –Preguntó Lauren.
-Yo me caí, Lauren.
-Eso no es completamente cierto.
Camila suspiró.
-Mi mamá es medio sobreprotectora, si le hubiera contado al conserje lo que pasó, ella le contaría a la directora quien le daría la noticia a mi mamá, que llegaría a la conclusión de que yo debería estudiar en un ambiente controlado.
-¿A qué te refieres con "Ambiente controlado"?
-Al inicio...-Dijo Camila frustrada después de un gran suspiro.- En los primeros años de escuela ella me matriculó en un buen colegio cerca de casa. –Suspiró nuevamente.- Ella quería que hiciera amigos y fuera una niña normal, pero yo no lo era. Y por más que quería serlo...los otros niños eran malos. Y todo era nuevo y aterrador para mí. Así que un día ella decidió que debía estudiar en casa. Era solamente yo, mi mamá, a veces, y una profesora particular.
-¿No lo encuentras mejor?
-No. –Respondió Camila con firmeza.
-¿Sabes, Camila? Sin bromas malvadas. Sin bullying. Eso parece atrayente, por lo menos para mí.
-Era muy tranquilo, Lauren. Me sentía sola todo el tiempo. Los miércoles mi mamá trabajaba, aún trabaja, y cuando la profesora se iba, yo iba al parque y me sentaba cerca de los juegos para escuchar la risa y los gritos de los niños. Escucharlos correr... ellos parecían tan libres. Y yo con el doble de su edad parecía tan presa en mis propias limitaciones. –Comentó Camila bajando su rostro. No quería que Lauren sintiera pena de ella, solamente que la entendiera.
-Te entiendo Camila, pero esos chicos no pueden quedar impunes. Ellos te lastimaron hoy y eso nos hace pensar qué límite tiene la palabra 'broma' para ellos. No creo que hacer sangrar a una persona se considere en esos términos.
-Nunca pasó eso antes, Lauren. No creo que se vuelva a repetir, solamente prométeme que no vas a contarle a nadie. Mi vida social no es tan buena, pero es la mejor que puedo tener.
Camila la miró, Lauren correspondió a su mirada. Ella se preguntó una vez más si Camila realmente era ciega. Era imposible que alguien que expresaba tanto con una mirada no pudiera, por lo menos, tener acceso a facciones una vez en la vida.
-Te lo prometo, Camila. –Dijo Lauren no muy convencida de sí misma.- Pero prométeme también que si ellos vuelven a atormentarte me vas a decir.
Camila deslizó su mano por el brazo de Lauren encontrándose con la mano de la chica. Por un momento Lauren pensó que ella entrelazaría sus dedos y eso la hizo fruncir el ceño: "¿Qué estaba haciendo Camila?". Camila tomó la mano de Lauren con las dos manos y localizó su dedo meñique y lo entrelazó al suyo. Eso hizo sonreír a la chica, y el sonido audible de su risa hizo reír a Camila también.
-Pinky promise. –Dijo Camila fingiendo un aire serio.
-Pero aun así, voy a asustar a Keaton y a su grupito ese.
-¿Keaton estaba ahí? –Preguntó Camila.
-Sí. Él, Dereck, Wesley y un chico más que no es de nuestro salón. –Respondió Lauren, evaluando las facciones de Camila.- Pareces sorprendida.
-No... Quiero decir, sí. No lo sé. Creí que le gustaba. –Respondió ella encogiéndose de hombros.
-Chicos como él no saben qué es gustar, Camila.
Ellas siguieron caminando. El silencio se apoderó del resto del camino. Camila se puso triste cuando el olor de rosas llevado por el viento impregnó su nariz, eso significaba que faltaban dos casas para la suya y que la compañía de Lauren era limitada.
-¿Quieres entrar? –Preguntó Camila.
-Realmente te sabes el camino de memoria, ¿no? –Dijo Lauren riendo.- Yo ya me estaba preguntando en cuál de estas casas era en la que vivías.
-¿De verdad se te olvidó en dónde vivía? –Preguntó frunciendo el ceño.
-No, fue solo una broma ya que la mayoría de las casa son proyectadas por la misma constructora y todas son iguales. Pero pensándolo bien, creo que no es el tipo de broma que haría a una deficiente visual reír.- Respondió Lauren pensativa.
Camila rio y golpeó su brazo de broma, exclamando un "idiota".
-¿Y entonces? –Volvió a preguntar cuando se detuvieron.
-¿Entonces qué?
-¿Vas a entrar conmigo?
Lauren miró la casa y luego a Camila. Era una oferta tentadora.
-No lo sé, me retrasé en el colegio porque iba recoger las camisetas del uniforme y mi papá me está esperando. –Hizo una pausa y evaluó a Camila.- Tu labio ya está mejor, solamente no te olvides de ponerte hielo. Disculpa.
-Todo bien.
-Préstame tus llaves, Camila.
Camila le dio las llaves a Lauren y ella abrió el portón y luego se las devolvió. Camila le dio una sonrisa triste, quería que Lauren le hiciera un poco más de compañía. Lauren notó eso en su expresión y le dio un beso cariñoso en el rostro en el intento de confortarla.
-Chao. –Dijo Lauren.
Camila toqueteó hasta sus hombros y luego bajó su mano y entrelazó la de ella. Lauren miró con curiosidad, pensando qué haría ella ahora, y lo atractiva que se veía la mano de Camila junto a la suya.
Camila soltó un gran suspiro.
-¿Me prometes que vas a hablar conmigo mañana?
No quería correr el riesgo de creer, una vez más, que Lauren y ellas eran amigas y al otro día Lauren actuara de forma fría y formal.
Lauren alejó su mano y entrelazó sus meñiques, imitando la acción que Camila había hecho hace un momento.
-Pinky Promise. –Susurró Lauren antes de darle la espalda e irse.
Camila se quedó ahí viendo la nada mientras la presencia de la otra chica se iba alejando. Dios, ¿qué era lo que ella estaba sintiendo? Ella lo describiría como una mezcla de confusiones, como si Lauren tuviera el poder de accidentar todos los sentimientos que le restaban, pero de una forma buena. De una forma que la enloquecía.
Más tarde ese día, Álvaro llamó diciendo que visitaría a Camila para saber cómo había estado la clase, y según él la consulta en el dentista "había dolido para el carajo", pero Camila no supo definir qué tipo de dolor representaba eso exactamente. Ella previno a Álvaro de un pequeño susto, diciéndole que tenía el labio lastimado y que le contaría todo cuando llegara.
Camila se preparó para tomar un baño después de haber puesto hielo un buen rato en su herida, previniendo que no le quedara hinchado al otro día. Cuando su mamá llegó, después que Camila le contó la parte más corta de la historia, dejando fuera el hecho de que ella no se cayó sola, su mamá le gritó una clase de moral sobre ella ser torpe y no prestar atención, y cosas como "por eso no te dejo sola cuando trabajo" "¡no puedes andar sola!" "Tienes que tener cuidado Camila..." "¿Y si te hubieras golpeado la cabeza y hubieras sufrido una conmoción cerebral?", ella agregó que los resultados fueron buenos y ahora solamente exhibía un moretón morado y un pequeño corte casi invisible.
Camila dejó el agua caliente apoderarse de su cuerpo, deseando que todos los recuerdos de su día de mierda se fueran por el desagüe junto a la suciedad de su cuerpo. Recordó cómo Lauren se molestó al verla asustada y oprimida por los otros alumnos. Camila se preguntó por qué Lauren llamaba tanto su atención. Su quieta presencia la mayor parte del tiempo, la forma como la tocó en el baño mientras la limpiaba. Se erizó. Ella nunca se erizaba con un toque. No desde que tenía memoria. Los toques inesperados eran comunes, su cuerpo se había acostumbrado de una forma que no le sorprendía. Y ella se preguntó por qué era diferente con esa chica. Sus sentidos se afilaron de una forma inexplicable. Era como si cada terminación nerviosa volara hacia el momento en el que Lauren la tocó en el baño. Tuvo una vislumbre de que ella la hubiera besado si el conserje no hubiera entrado en ese momento. ¿Y si eso pasaba? ¿Qué haría? Dios, ella estaba imaginando darle su primer beso a una chica. Álvaro moriría si supiera eso.
Camila se enjuagó y dejó que el agua escurriera por su cuerpo un poco más antes de salir. Ella tocó las puertas, sintió el vidrio helado bajo sus hábiles dedos. Imaginó el rostro de Lauren. Deseó que fuera ella. No le importaba. Con un simple toque ella la hacía sentir cosas que nunca sintió en su vida en donde necesitaba de ellos para guiarse. Ella imaginó lo que podría sentir si la besara. Imaginó sus suaves y calientes labios en lugar de la superficie plana y helada. Se preguntó si necesitaba solamente tocar los labios suavemente o ella encontraría su dulce boca entreabierta esperando por su lengua. Se preguntó si ella tenía ese sabor de vainilla que brotaba de su piel. Se preguntó si Lauren no encontraría extraño que ella quisiera sentir cada parte de su rostro entre sus dedos mientras la besaba para, por un momento, saber cómo era ella, para por un momento, saber lo que pasaba dentro de Lauren tan solo acariciando sus facciones. Ella imaginó sus labios separándose y no pudo contener una pequeña sonrisa de felicidad que la invadió, pero que se fue con la misma rapidez con la que vino.
-
Álvaro llegó al anochecer a casa de Camila. Saludó a Alejandro que se ocupaba con un periódico y le dijo un rápido "Hola" a Sinu que estaba ocupada en la cocina. Él encontró a Camila sentada, recostada a la cabecera de la cama, veía tan solo su silueta en la oscuridad, él se acercó, prendió la lámpara y se acostó a los pies de la cama viendo hacia el labio lastimado de Camila. Ella le contó lo que en realidad pasó en la escuela. Y lo asustada que estaba pensando que ellos la agredirían hasta que Lauren llegara a correrlos, que la verdad estaba en shock por lo acontecido. Álvaro sintió su sangre hervir de rabia. Él intentaría mantener lejos sus pensamientos suicidas cuando estuviera cerca de Keaton y su pequeño grupo. Él intentó sacar una conversación sobre los libros nuevos que adquirió, pero Camila parecía demasiado pensativa, más callada que lo habitual.
-All, ¿ya has pensado en hacer un intercambio? –preguntó ella después de un gran silencio.
-¿Cómo así?
-Intercambio. –Dijo ella con convicción.- Vivir fuera.
-Yo no. ¿Por qué?
-Estuve pensando en eso. No sé. Irme a Inglaterra, Madrid, tal vez.
-Inglaterra no. Estaría bien ir a Francia. ¿Has pensado en pasar unas vacaciones en París?
-No estoy hablando solamente de vacaciones. Fuera, no sé. Inglaterra, Madrid, Francia. Cualquier lugar sirve. –suspiró.- Yo solo quiero irme.
Álvaro dejó su expresión suave para darle lugar a la tristeza. "¿Por qué ella quería irse?" "¿Por lo que había pasado?" "No importaba, ella lo tenía a él aquí."
-¿Pero por qué eso ahora, Mila? –Preguntó, sin poder dejar el desánimo fuera de su tono.
-No es hasta ahora que estoy pensando en eso.
Era cierto. En algunas ocasiones Camila se preguntaba cómo sería vivir fuera de su capullo, la cúpula dorada que su mamá había construido para ella. Ella pasaba preguntándose cómo sería tratada en otro lugar. Cómo las personas la verían, aun cuando ella no podría verlos. ¿Será que ellos serían crueles como lo son aquí? Pero ella tenía la respuesta para eso. Existían personas crueles en todos los lugares.
-Imagina que genial irte a un lugar en donde nadie te conoce. Nadie sabe quién eres. –Dijo ella con la esperanza transbordando sus ojos.- Puedes inventar una nueva personalidad si quieres.
Álvaro estaba desanimado. Él intentaba entender todo lo que Camila decía, intentaba hacer que las palabras calzaran en su cabeza para evaluarlas de la forma que lo merecía. Pero la única cosa que pasaba por su mente era por qué Camila quería huir. ¿Por qué quería dejarlo?
-¿No te gusta tu personalidad? –Preguntó él. Pero la pregunta no hecha lo corroía.
-Me gusta. –Respondió ella encogiéndose de hombros.- Pero el problema no soy yo. –Dijo con voz suave y susurrando.
Álvaro tragó seco con la confusión. Camila no se martirizaba por ser ciega. Ella tan solo no comprendía por qué las otras personas tenían problemas con su deficiencia, cuando ni siquiera a ella le importaba.
La puerta de la habitación fue abierta, y una Sinu con expresiones cautelosas se recostó a la misma.
-Con permiso, Álvaro, ¿te vas a quedar a cenar?
-Sí Sinu. Gracias.
-Cuando esté listo los llamo. –Completó Sinu.
Álvaro asintió y ella salió, cerrando la puerta de nuevo. Él intentó volver a la posición cómoda en la que se encontraba antes de ser interrumpido.
-¿Y tú mamá? –Preguntó él.
-¿Qué con ella?
-¿Qué dice de eso?
-Obviamente ella no sabe.
-¿Y pretendes mudarte a otro país sin hablar con tus padres?
Camila fingió pensar un minuto.
-¿Quién sabe? –Dijo sonriendo.
Álvaro también sonrió, pero cuando el silencio se volvió a apoderar, él se preguntó cómo sería estar sin Camila. Y eso hizo su estómago girar. La respuesta era obvia. Él no podría estar sin ella.
-
La semana se pasó rápido y Camila quedó feliz cuando Lauren cumplió su promesa no solo hablando con ella al día siguiente, sino como ahora sin duda ellas eran buenas amigas. Lauren dijo que era extraño interactuar por un largo tiempo con personas que parecían realmente gustar de ella. Aunque no había explicado el porqué de la confusión o su motivo. Camila también pasó el resto de los días pensando en cómo volver su deseo de alejarse, realidad. Ella conversó con algunos profesores que le indicaron un programa de intercambio del colegio, pero no sabían si sus condiciones permitirían que ella participara. Ella prefirió la respuesta de la profesora de matemática que se basaba en la sinceridad abrupta con un "No sé si ellos trabajan con ciegos" la respuesta de los otros tres profesores que variaban entre: "No sé si tu condición permite eso" "Busca a la orientadora antes de intentar algo, no quiero que te decepciones" y "¿Qué es lo que quieres hacer en el exterior? – ni siquiera puedes ver lo que hay allá." Ellos no agregó esa parte, pero Camila podía adicionarla sin dudas a su discurso.
Era miércoles, y esta vez ella se quedaría en casa de la anciana Mel. Estaba ansiosa por escuchar una de las cien versiones que ella le contaba sobre cómo murió su marido fenomenalmente en el ejército. Pero Camila sabía la verdad. Su papá le contó que el viejo murió de tuberculosis en el primer viaje y no salió para contarlo. Pero la verdad era triste y desanimada, ella prefería la ilusión de los hechos. Era más emocionante.
-Vamos. –Llamó Álvaro cuando la sirena tocó.
-No, está bien. Hoy quiero regresar sola...
-¿Estás segura Camila? –Preguntó Lauren.
-Sí. Ustedes pueden irse. –Respondió ella, convencida.
Álvaro se encogió de hombros y desapareció por la puerta, y Lauren acarició sus hombros y la acompañó hasta el portón.
El día fue como todos los miércoles. Ella almorzaba y le contaba algunas cosas a la anciana y en cambio ella le contaba lo feliz que era cuando el viejo Albert estaba vivo. Le contaba cómo se conocieron jóvenes y cómo se enamoraron. Le contaba cómo su papá no aceptaba como yerno a alguien que no siguiera su religión, creía que el chico era demasiado pobre como para cuidar de su hija y que ella huyó con él, prefiriendo vivir una vida pobre de dinero pero rica en amor incondicional. Camila la envidiaba. Deseaba encontrar un amor como ese, que la hiciera desistir de todo.
Camila salió de la casa de Mel al final de la tarde. Ella comprobó la hora y sabía que aún era de día, así que decidió ir al parque a escuchar a los niños jugar. Allá se quedó hasta que el flujo de personas fue disminuyendo y los grillos se apoderaran del aire en una bella sinfonía sin compás. Era tarde, ella ya debía estar en casa.
Alejandro caminaba impaciente de un lado al otro en la sala, hacía eso hace tanto tiempo que cualquiera que lo viera diría que podría hacer un hoyo en el suelo. Sinu llamaba por décima vez a la anciana Mel para saber si Camila la había contactado en ese medio tiempo. Aunque ese medio tiempo haya sido diez minutos atrás. La preocupación tomaba cuenta del aire de la sala, se escuchaban tan solo pasos y murmureos que fueron silenciados cuando la puerta se abrió y una Camila tranquila la atravesó.
-¡Camila! –Dijo Sinu exaltada.
Alejandro contuvo las ganas de abrazarla al saber que estaba bien y se aposó de la preocupación y el desespero que Sinu todavía sentía.
-¿Qué fue? –Preguntó Camila, extrañada con el tono de voz de su madre.
-¿En dónde estabas, Camila? –Preguntó Sinu, gruñendo.
A la joven no le gustaba cuando su mamá usaba ese tono de voz con ella. Actuando como si fuera una niña errante que merecía castigo por querer vivir.
-Por ahí.
-¡¿Por ahí!? ¿No pensaste que tal vez hubiera estado bueno haber llamado a tu mamá para decirle que no ibas a regresar a casa? –Preguntó Sinu molesta.
Camila estalló la lengua en el cielo de la boca haciendo un sonido que sabía que su mamá lo consideraba lo más irritante posible y se encogió de hombros.
-Relájate. –Respondió dándole la espalda, en el intento de dirigirse a su habitación.
-¿Relájate? –Dijo su mamá tomando su brazo impidiéndole pasar.- ¿Sabes qué hora es? ¿Como para salir sola, de noche, en la oscuridad? –Preguntó ella, la preocupación regresando a su rostro y tomando cuenta de su tono.
Camila rio en tono sarcástico y se soltó del brazo de su madre.
-Mamá, para mí siempre está oscuro. No necesitas toda esa neurosis. –Respondió ella volviendo a caminar, una vez más siendo interrumpida.
-Camila, ¿por qué diablos no contestaste el teléfono? –La irritación clara en su voz, su puño entorno al antebrazo de la chica presionándola fuerte.
Camila retiró su brazo. Le estaba doliendo por la fuerza impuesta en él.
-Mamá, disculpa. –Dijo en el mismo tono que Sinu usó anteriormente.- Estaba en mi mochila. Creo que ya soy lo suficientemente mayor como para tener que andar dándote cuentas de todo lo que hago. –Completó siguiendo el camino hacia su habitación nuevamente, pero su pequeño cuerpo chocó contra el de su papá.
-Camila, vas a tener que darnos muchas cuentas a nosotros. –Dijo él, su voz grave regañándola.
-No es justo papá, ¿tú también? ¿Será que podré dar un paso sin que me estén vigilando?
Sinu gruñó del otro lado de la sala.
-¿Te desapareces horas y quieres que me quede tranquila? –Gritó ella.
-Pregúntale a cualquiera de mi salón si sus papás se pondrían nerviosos por un pequeño atraso de estos. –Respondió Camila desesperada.
-Sabes que es diferente. –Dijo Sinu adquiriendo suavidad en su voz.
-¿Por qué tiene que ser diferente? –Preguntó nuevamente Camila, su tono sonando en toda la casa. Molestia y enojo llenando el lugar.- ¿Por qué no intentas que yo sea igual?
Camila volvió a caminar hacia su destino.
-Solamente me preocupé. La semana pasada te lastimaste.
-Te dije que no fue nada, mamá. ¿Puedo tomar un baño? ¿O también quieres dármelo tú? –Dijo Camila, con sarcasmo y brutalidad.
El silencio que siguió fue torturador. La tensión aún colgaba y Camila solamente quería acostarse en su cama y hacer lo que siempre hacía en situaciones como esa, imaginar que estaba en un lugar lejano, en donde podía ver el mundo. Ella tenía una lista de cosas que deseaba ver. Cosas que ella coleccionó con los años mientras escuchaba a las personas elogiar lugares y cosas. Lanzó su mochila en el suelo y se quitó los zapatos. Su cuerpo cayó pesado y tenso sobre el colchón suave. Suspiró. Pensó en cómo sería el mar. En cómo sería el caliente y majestuoso sol. En lo hermosas que serían las estrellas. Y antes de que el cansancio la tomara y quedara dormida, pensó en lo primero que deseaba ver.
Lauren.  

In Your Eyes - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora