capitulo 2

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-Linda y Tentadora.
Las primeras clases se pasaron volando y Lauren y Camila no volvieron a hablarse, no es que Camila no quisiera, pero creía que si hablaban durante la clase ella terminaría perdiendo el carisma de los profesores que eran los únicos que tenían el poder suficiente para defenderla de las bromas infantiles de los otros alumnos. Cuando la sirena tocó y Álvaro tomó su mano poniéndola en su brazo, ella preguntó:
-La chica nueva, ¿sigue aquí?
-No, ya salió Mila. ¿La conoces?
-No mucho. Sé lo que tú sabes.
-¿Y qué es lo que sé? –Preguntó él confundido.
-Que se llama Lauren y que es nueva en el colegio. –Dijo ella con un gesto insinuando algo obvio.
-Ustedes parecían muy íntimas cuando ella te habló. –Dijo Álvaro conduciéndola hacia afuera, con dirección a la soda.
-Antes de que llegaras hoy ella habló conmigo.
-¿Y qué te dijo?
-Nada. Quería saber en dónde estaba la secretaría.
Ellos llegaron y Álvaro sentó a Camila en una de las mesas y fue a comprar un sándwich para los dos. Camila golpeteó los dedos en la superficie fría mientras él regresaba.
-Toma. –Escuchó la voz de su amigo mientras se sentaba a su lado colocando un sándwich en su mano.
-Gracias. –Agradeció ella quitando la envoltura.- Dices que la chica nueva es linda.
-Sí, lo es. –Dijo él masticando y afirmando con la cabeza.
-No sé si te diste cuenta, pero soy ciega. Vivo de los detalles, así que dámelos.
-Si hay dos cosas que eres todo el tiempo, Camila, es C&A.
-¿C&A? –Preguntó Camila frunciendo el ceño direccionando hacia él su mirada.
-Ciega y aburrida.
Los dos rieron y Camila le dio un golpe.
-Idiota. Ya dime cómo es ella.
-Ella está sentada a dos mesas de la nuestra.
-Perfecto. Eso te facilita las cosas para describírmela.- Dijo Camila mordiendo su sándwich.
-Es un poco más grande que tú. Tiene cabello negro y por ahora está un poco despeinado, pero no de cualquier forma, no sé. La hace ver más bonita. Y creo que no ha recibido el uniforme de la escuela ya que está usando un top y una camiseta sin manga por encima, jeans y lleva unos coturnos. Me gusta su estilo.
-Nada mejor que un romántico para describirme una chica bonita. –Dijo Camila riendo, atribuyendo en su mente las proporciones que Álvaro le dijo.- Pero no es lo suficiente. Continua.
-Ella tiene labios gruesos y parecen ser suaves...
-Lo son. –Dijo Camila por impulso, interrumpiéndolo.
-¿Perdón? Ahora yo soy quien te lo pide. Dame los detalles. –Dijo él viéndola interesado.
-Cuando le di la información de dónde estaba la secretaría, ella me agradeció con un beso y sabes cómo me apego a toques y voces y me di cuenta que sus labios son suaves. Solamente eso. –Respondió ella encogiéndose de hombros.
-Bien. Te envidio Camila. ¿Quieres que siga?
-Obvio. –Dijo ella terminando su merienda.
-Tiene cejas gruesas, pero no son feas, le hacen llamar más la atención a sus ojos.
-¿Qué tienen sus ojos?
-Son verdes.
Camila había sido ciega toda la vida, nació así y aceptó sus limitaciones. Pero en ese momento, en el que Álvaro estaba a dos mesas de distancia apreciando la belleza de aquella chica, ella lo envidió, lo envidió de una forma que no había envidiado jamás. Ella quería poder verla. Quería poder detenerse unos segundos y perderse en sus ojos verdes. Quería que ellos la miraran con interés, como ella sabía que la vieron cuando Lauren la vio ajena al mundo. Pero lo más doloroso e imposible; quería poder ser capaz de verla de la misma forma de regreso.
-
Ellos terminaron su merienda y se dirigieron al jardín para estar en la sombra. Álvaro se sentó en un banco y Camila se sentó en el pasto apoyando su cabeza en su regazo. Álvaro acarició su largo y castaño cabello mientras Camila apreciaba el momento.
-Quién sabe, con esa chica nueva capaz y las cosas mejoren. –Dijo Álvaro.
-¿Cómo así?
-No sé, ¿quién me dice que no es la princesa que estaba esperando?
-No viajes Álvaro. –Dijo ella con cara sínica.
-Que pesimista eres, eh Mila.
-Claro. Ni siquiera la conoces y ya estás fantaseando con ella.
-¿Estás celosa, Camila?
-Oh sí, estoy muriendo de celos.
Él resopló.
-No puedo creerlo. –Dijo molesto.
-¿Qué pasó? –Preguntó Camila.
-El estúpido de Keaton. Se va encima de todo el mundo.
-¿De qué estás hablando? ¿Puedes ser más claro, All?
-Keaton acaba de sentarse al lado de la chica nueva y se le está yendo encima. No le basta estar encima de ti, sólo espera que llegue una chica nueva y ya se aprovecha.
-¿Cuándo se volvió esa chica el centro de nuestras conversaciones? –Preguntó Camila después de un breve silencio.
-Buenas pregunta.
-
Al día siguiente, Camila repitió su rutina, pero esta vez Álvaro la llamó y se fueron juntos al colegio. Conversaron sobre cosas sin gracia mientras caminaban.
-Mañana no podré ir a clases, Mila. Así que no me esperes.
Ella asintió.
-¿Por qué no vas?
-Tengo que ir al dentista y mi mamá no logró reprogramar la cita.
Ellos siguieron caminando, Camila rompió el silencio:
-Sabes, anoche no pude dormir bien.
-¿Alguna razón en especial? –Preguntó Álvaro con curiosidad.
-No. Sólo...no sé...me quedé preguntando; "¿por qué yo?", ¿sabes?
-No, no sé. Sé más específica.
-En la escuela yo soy la única ciega. Y solamente en nuestro grado hay quinientos alumnos divididos en tres pisos. De tantas personas en el mundo, ¿por qué yo fui escogida para nacer así?
Álvaro quedó sorprendido. Conocía a Camila desde que eran niños y nunca escuchó nada así salir de su boca. Él nunca fue el tipo de amigo que necesitaba consolarla o algo parecido, ya que Camila nunca había reclamado por haber nacido así.
-¿Qué te dio ahora? –Preguntó él.
-¿Qué quieres decir?
-No lo sé Camila, desde que tengo memoria, nunca te escuché reclamar o quejarte por ser ciega y eso me sorprende. Así que supongo que pasó algo.
-No, no pasó nada. Solamente me pregunté eso. Es todo. –Dijo ella encogiéndose de hombros.
Ellos siguieron su camino y Camila intentó retomar asuntos que distrajeran a Álvaro de lo que ella mencionó hace poco. Tenía miedo que él se preocupara y terminara contándole a sus papás y que ellos decidieran llevarla a un psicólogo por miedo de que ella estuviera entrando en depresión o algo así. Eso ya había pasado una vez y ella detestaría que ocurriera de nuevo.
El día martes en la escuela era el que Camila más odiaba. Ya que después de las dos clases de matemáticas tenía dos seguidas de Física. Y por más que ella se esforzara en esas materias estudiando hasta agotarse, nunca se sentía confortable como si pudiera llevarlas con fácil entendimiento como las demás.
-...Siendo así, yo les pregunto: ¿Cuál es el principio conmutativo? –Preguntó la profesora después de una larga explicación.
Camila pensó en responder, pero la profesora la interrumpió.
-¡Wesley! Wesley. –Llamó la atención del chico que cuchichiaba.
Su amigo le dio un codazo, despertándolo.
-¿Cuál es tu problema? Qué mierda, Dereck. –Reclamó.
Pero para su suerte su reclamo fue en un tono más que audible.
-Durmiendo en clase, usando lenguaje inapropiado... ¿qué más puedo esperar de usted Wesley? –Dijo la profesora pasando por los escritorios dirigiéndose hasta él, llevando consigo un par de miradas.
-Lo siento profesora. –Dijo el chico estirándose.- ¿Me preguntó algo?
-Sí señor. Ya que estaba prestando mucha atención creo que podrá responder.
-A ver. –Pidió el chico con voz cargada de cinismo.
-Después de la explicación detallada que di, dígame; ¿Cuál es el principio conmutativo?
El chico fingió pensar. Y respondió en un tono de burla:
-Esa es muy fácil. ¿No tiene algo más difícil?
El salón rompió en carcajadas de su osadía.
-Señor Wesley...
-¿Qué es profesora? Nadie estaba prestando atención. –Dijo Dereck en defensa de su amigo.
-¿Usted puede responderme Dereck? –Preguntó la profesora dirigiéndose al chico.
-No.
-¿Y usted tampoco, Wesley?
-No. –Respondió el chico acomodando su gorro.
-Bueno, parece que no estoy siendo clara en mis explicaciones, ya que mis alumnos no saben responder a mis preguntas. –Dijo ella regresando al frente del salón.- O soy una incompetente, o mis dos queridos alumnos necesitan clases extras.
-Creo que es la primera opción. –Contestó Wesley desde su lugar.
-Cállate, idiota. –Dijo Keaton regañándole y dando un golpe en el hombro del chico.
Ya tuviste mucha suerte de no meterte en problemas antes, pensó el joven.
-Me dijiste incompetente, ¿es eso cierto Wesley? –Preguntó ella nerviosa.
-No profesora, está poniendo palabras en la boca de él. –Respondió Dereck nuevamente defensa de su amigo.
-Entonces muy bien. Vamos a resolver eso. –Dijo ella dirigiéndose a la clase:- El que entendió, levante la mano por favor.
Nadie se atrevió. Pero Camila no tenía noción de cuántos alumnos habían levantado el brazo y como ella había entendido y no estaba dispuesta a escuchar la explicación nuevamente, levantó su brazo. Álvaro al ver que nadie más lo hizo –no por no haber entendido sino por miedo- también lo levantó, y Lauren para no dejarlos solos en eso los acompañó.
-Parece que algunos de mis alumnos entendieron. –La profesora observó a Camila.- Por Dios, Wesley, Camila sin poder tener acceso a los ejemplos de la pizarra sabe la respuesta, ¿y usted no?
-Por favor profesora. Esa ridícula no sabe la respuesta, solamente levantó la mano para joderme.
Camila se encogió en su silla y bajó el brazo.
-Cuide el modo cómo se dirige a sus compañeros, Wesley. –La profesora se volvió a Camila.- ¿Sabe la respuesta Camila?
Como fue una pregunta, Camila se quedó ofendida por pensar que la profesora creía que ella levantó la mano tan solo para molestar a Wesley.
-Sí profesora.
-Entonces dígale la respuesta a sus amigos, por favor.
Camila se acomodó en su silla y tomó el papel de la máquina de escritura en braille. Pasó los dedos por él ligeramente y se volvió en dirección hacia donde vino la voz de la profesora.
-En matemática, conmutativa es una propiedad de operaciones binarias, o de orden más alta, en el que el orden de las operaciones no alteran el resultado final. O popularmente, en donde el orden de los factores no altera el producto. –Dijo todo en un solo aliento. Respiró y continuó:- De una forma más simple es lo mismo decir que dos más tres es igual a tres más dos.
-Bueno. Parece que alguien escuchó lo que expliqué. Así que no soy una completa incompetente. –Se dirigió a Wesley.- Wesley, Dereck y Keaton. Los quiero durante toda esta semana después de las clases conmigo. Y el viernes, si logran responder las preguntas de la materia, estarán libres del...castigo, retención, refuerzo. Díganle como quieran. –Dijo ella con desdén.
Keaton golpeó de nuevo a Wesley y le murmuró un "idiota".
Cuando la sirena tocó el receso, Álvaro se levantó rápidamente y sujetó el brazo de Lauren que se levantaba.
-Gracias por levantar la mano en la clase de matemática.
-No, no fue nada amigo. Sabía la respuesta, solo eso. Pero no respondería igual o mejor que Camila. –Respondió ella apretando el hombro de Camila, que escuchaba la conversación de pie al lado de Álvaro.
Lauren vio la mano de Álvaro que aún sostenía su brazo. El chico entendió el mensaje y la soltó.
-Entonces...nos vemos. –Dijo Lauren saliendo del salón.
Mientras caminaban hacia la cafetería, Camila preguntó:
-¿Qué historia es esa de "Gracias por levantar la mano en la clase de matemática"?
-Nadie levantó la mano Camila. Nadie quería responder. Saben que tener el grupito de Keaton en su contra es lo peor y nadie se atrevió.
-Cielos, estoy completamente jodida. Wesley me va a atormentar. ¿Y tú Álvaro? ¿Por qué no me pellizcaste o algo cuando levanté la mano?
-Era tarde y te ayudé levantándola también para que no parecieras una loca desafiante. –Dijo él riendo y chocando su cadera con la de ella.
-Bueno, gracias entonces.
Al llegar a la cafetería, Álvaro sentó a Camila en la única mesa libre y fue a buscar sus sándwiches como de costumbre mientras ella se ocupaba con algo.
-¿Puedo sentarme aquí? –Preguntó la dueña del timbre de voz que había impregnado con seducción la cabeza de Camila.
-Claro. –Respondió Camila con una sonrisa.
La chica se sentó a su lado y su perfume invadió su nariz con delicadeza, así como su voz le agradaba los oídos.
Álvaro sonrió cuando regresó a la mesa y vio quién acompañaba a Camila. Se sentó con ellas y comenzaron una conversación amistosa. Camila estaba encantada con su compañía y Álvaro estaba feliz en saber que ella leía los mismos romances que él. Y cuando Álvaro elogió su modo de vestir, ella agradeció y dijo que estaba esperando –ni un poco ansiosa- la llegada de sus poleras con el escudo del colegio.
Poco después del mediodía, cuando las clases acabaron, Lauren acompañó a Camila y a Álvaro. Pero esta vez Camila se fue apoyada al brazo de Lauren. Álvaro se sintió un poco incómodo, pero no hizo mucho caso a eso. Siempre que había un hueco o un pequeño obstáculo Lauren le avisaba, lo que arrancaba algunas risas de Álvaro y Camila.
-¿Por qué se ríen? –Preguntó Lauren.
-Camila se sabe el camino de memoria. Cada hueco, cada ladera en la que se pueda ir. Solamente tienes que avisarle si hay algún obstáculo grande. –Dijo Álvaro con una sonrisa amable.
-Cierto. –Concordó Lauren.
Cuando llegaron a casa de Camila, Lauren y Álvaro se despidieron de ella con un beso en la mejilla. Cuando Camila subió corriendo los escalones de su casa sin ayuda del bastón y siguió directo a la puerta, Lauren dijo sonriendo:
-Jódeme que es ciega.
Álvaro carcajeó y asintió.
-A veces yo también lo dudo.
-Vamos. –Dijo Lauren llamándolo a seguir el camino.
-No, yo me quedo por aquí. La verdad es que vivo dos cuadras atrás, solo vengo a traer a Camila. –Dijo él gesticulando.
-Está bien, entonces chao.
-Chao. –Respondió Álvaro asintiendo.
Al otro día Camila se fue con su papá a la escuela. Fue sorprendida cuando descubrió que su máquina de escritura en braille tenía un defecto, la directora le dio la opción de irse. Pero ella quería quedarse a escuchar las clases e intentar tomar nota de algunas cosas. Lauren no habló con ella. Por segunda vez Camila pensó que ellas ya eran intimas, pero todo parecía volver a empezar de cero al día siguiente. A ella le pareció atractiva, pero fría, como una estrella distante. Cuando la sirena tocó anunciando el fin del periodo, la profesora le pidió a Camila que fuera a la dirección.
Ella y la directora conversaron por algunos largos minutos. La señora de una cierta edad con voz tranquila y suave le dijo que se había trabado algunas teclas de la máquina que la escuela disponía para que ella usara, y que demoraría un poco el arreglo. Preguntó si ella podía llevar algún computador portátil para poder tomar nota de sus clases. Ella encontraba difícil organizar las materias en carpetas y hacer planillas, y odiaba la voz mecánica que leía las cosas, de esa forma, ella tenía que elegir entre prestar atención a la profesora o la voz en sus audífonos. Aun odiando usar la computadora para eso, dijo que traería la suya a partir del otro día hasta que el arreglo de la maquina estuviera hecho.
Se despidió de la directora con un apretón de mano formal. Camila estaba bajando las gradas con cuidado, pero algo la incomodaba. Ella sentía como si algo pasara a su alrededor, como si hubieran varias personas ahí. Pero el silencio no le dejaba dudas de que estaba sola. Por un momento pensó que sus otros sentidos estaban fallando también y lo maldijo; lo que me faltaba.Cuando llegó al último escalón su bastón golpeó en algo y, para no tropezar en el obstáculo, se desvió. Fue cuando tuvo la impresión de sentir una mano en su oreja. Ella se detuvo y se concentró a su alrededor. Escuchó tan solo pájaros y autos en la calle. Después de otro pequeño golpe en su cabeza escuchó una risita. Había alguien ahí, y ese alguien se burlaba de ella.
-¿Quién está ahí? ¿Por qué me molestas? –Preguntó ella.
Eso encadenó una sesión de risas y con eso ella tuvo noción de cuántas personas estaban a su alrededor. Tres, máximo cuatro personas rodeándola. Y por las risas ella logró identificar a Dereck.
Camila se sentía intimidada y tenía un poco de miedo. No le gustaba no tener control de lo que sucedía a su alrededor. No le gustaba no saber lo que pasaba cuando el silencio se apoderaba. No le gustaba no saber qué hacer. Generalmente estaba Álvaro para impedir que las personas se burlaran de ella. Pero hoy él no estaba ahí. Ella tenía que jugar sola.
-Dereck, esto no es gracioso. Sé que eres tú, déjame en paz. –Dijo ella siguiendo su camino.
Ella golpeaba su bastón en la parte de debajo de la pared para tener noción del camino que seguía. Pasos la seguían junto a cuchicheos y risas. Fue cuando dos manos la empujaron. El toque fue casi inexistente por la mochila y eso la sorprendió. Como el impulso fue inesperado, ella tropezó, no sabía en dónde apoyarse y su boca chocó contra la pared. Ella sintió el gusto metálico de sangre. Asustada se arrastró para encontrar su bastón, lo sujetó firme hasta sus dedos quedar blancos, se recostó en la pared que hace poco hirió sus labios mientras lagrimas recorrían su rostro.
-Por favor. Por favor, déjenme en paz. Váyanse de aquí. Por favor. –Imploró entre el llanto.
Ella escuchó cuando alguien corrió hasta el grupo que todavía la observaba y maldijo.
-¿Cuál es su problema? Son solo un bando de idiotas. Por Dios, ¿qué le hicieron? ¡Lárguense! Váyanse de aquí estúpidos.
Entre sollozos y gemidos de dolor, Camila pudo reconocer la voz de Lauren.
La chica se acercó y pasó el brazo de Camila sobre su hombro.
-Por Dios Camila, tu labio está sangrando. ¿Qué te hicieron? –Preguntó Lauren mientras regresaban al colegio.
Camila intentó contener sus lágrimas, pero aún se sentía oprimida. Era vergonzoso que alguien la viera llorar.
-¿A dónde me llevas? –Preguntó Camila, todavía sollozando, limpiando sus ojos y sujetando más fuerte la camiseta de Lauren con la otra mano.
-A la escuela. Necesito ver tu corte y limpiarlo, Camila. ¿Me vas a decir qué pasó o no? –Preguntó ríspida.
-Ellos...-Camila bajó la cabeza por vergüenza.- Ellos me empujaron. No sé quién fue, pero terminé tropezando.
Camila sentía dolor. Pero en ese momento lo que predominaba era el perfume de Lauren, el calor de su cuerpo contra el suyo y su mano sosteniendo su cadera. Eso la tranquilizó.
-Desgraciados, voy a acabar con ellos. Te prometo eso. –Lauren pausó.- Estamos en las escaleras, ten cuidado con los escalones.
Tranquilamente ellas subieron y Lauren las condujo hacia el baño de mujeres. Levantó a Camila y la sentó en el mueble del lavabo. Hizo eso con tanta facilidad que Camila se preguntó si era demasiado delgada o si Lauren era lo suficientemente fuerte.
Lauren revisó su mochila buscando algún pañuelo, pero no encontró nada útil.
-¿No tienes algo que pueda usar para limpiar tu boca?
-En mi bolsa hay otra camiseta del uniforme. ¿Sirve? –Dijo Camila ya un poco más tranquila con lo acontecido, aunque su boca dolía como nunca antes.
-Perfecto. –Respondió Lauren abriendo la bolsa de Camila sacando la prenda blanca con el escudo del colegio.
Ella vio la camiseta que Camila estaba usando, estaba manchada de sangre y sucia con polvo y papel de la pared en la que tropezó.
-Camila, ponte esta camiseta y dame la que llevas puesta.
-¿Puedes guiarme a uno de los baños para cambiarme?
-Está bien.
Ella intentó abrir todos los baños, pero estaban trancados y las llaves las tenía el conserje. Dispuesta a no perder más tiempo dijo:
-Todas están cerradas, Camila. Si te da vergüenza que te vea, puedo cerrar los ojos.
Camila asintió. Lauren le entregó la camiseta y se apoyó en la pared mientras Camila se acomodaba.
-¿Tienes los ojos cerrados? –Preguntó Camila.
Lauren curvó los labios en una pequeña sonrisa y cerró sus ojos.
-Sí.
La chica de ojos verde escuchó los movimientos de Camila y volvió a abrir los ojos. Vio a Camila quitarse su camiseta, dándole acceso al cuerpo de la pequeña chica. Bajó su mirada, de su largo cabello castaño y ondulado encontrándose con su piel blanca hacia el cuello llamativo, la clavícula, los senos pequeños escondidos por su sostén, su abdomen plano y hasta la pretina de su ropa interior. "Linda y tentadora" pensó Lauren. Deseó poder ver más y por más tiempo. Vio su espalda desnuda y el contorno de su trasero cuando Camila se volvió para tomar la otra camiseta sobre el mueble, y se llamó la atención mentalmente "Dios, Lauren, la chica acaba de ser atacada. Contrólate". Camila se estremeció cuando la camiseta rozó su labio herido mientras se la ponía, Lauren casi fue a preguntarle si todo estaba bien, pero si lo hacía, Camila sabría que ella estaba espiando.
Camila dejó salir una risa maliciosa que hizo sonreír a Lauren también.
-Terminé Lauren. Puedes abrir los ojos.
Lauren caminó hasta ella, la tomo de la cadera y la volvió a subir en el mueble.
-Ahora vamos a limpiar esa linda boca. –Dijo Lauren acariciando su rostro.
Camila se avergonzó con el elogio. Escuchó cuando Lauren abrió la llave y se posicionó entre sus piernas y después sintió el paño helado ser puesto en su barbilla. Lauren limpió toda la sangre alrededor antes de acariciar el labio inferior de Camila que estaba hinchado con un pequeño corte.
-Fue solo un pequeño corte. En estos lugares acostumbra a sangrar bastante. –Le dijo a Camila.
Camila asintió.
Lauren pasó la manta más lento de lo que debería. Ella no sabía por qué, pero quería prolongar la proximidad. Le gustaba tener a la chica cerca de ella, sentir su olor. Vio sangre en su cuello y en su clavícula entonces bajó el paño de la boca hacia su barbilla nuevamente, acariciando el cuello de Camila con el pulgar de su otra mano, vio cuando la chica cerró los ojos para apreciar el contacto. Bajó de su mentón a su cuello, acariciándola levemente con la prenda húmeda y helada. Bajó de su cuello a su clavícula y tragó seco cuando escuchó a Camila jadear. Tenía muchas ganas de probarla. Bajó aún más el paño hacia su clavícula e iba a aproximar sus labios a su cuello cuando escuchó la puerta del baño abrirse, y en un gesto indiferente siguió limpiando el cuello de Camila, pero esta vez alejó la otra mano de ella y tomó el paño con más fuerza. Camila tampoco entendía qué había pasado. Pero ella nunca fue tocada como Lauren lo hizo hace unos minutos. Y le gustaba.
-Cielo, ¿qué pasó? –Preguntó la conserje cuando las vio.
-Fue...
-Me caí. –Dijo Camila, interrumpiendo a Lauren.
Lauren la miró intrigada, no entendía por qué ella estaba –de cierto modo- mintiendo.
-¿Estás bien? –Preguntó la mujer nuevamente.
-Sí, sólo fue un pequeño corte. ¿No, Lauren?
Lauren se alejó y dejó a Camila bajar de su lugar. La miró a ella y después al conserje.
-No fue nada. Sólo quedará rojo por un tiempo. –Dijo ella concordando.
-¿Terminaste Lauren? –Preguntó Camila direccionando su mirada con interés hacia ella.
-Sí. Vamos, yo te llevo a casa. Necesitas ponerte hielo en eso.
Lauren alistó sus cosas y las de Camila mientras el conserje destrancaba los baños. Colocó la mochila en la espalda de la chica y se puso su chaqueta. Colocó la mano de ella en su brazo y así salieron de la escuela, tan solo apreciando silenciosamente la presencia de la otra.  

In Your Eyes - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora