Epílogo. Parte I

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  Solamente la muerte acaba con una verdadera historia de amor.

Camila frotó nerviosa sus manos sudorosas. Aunque el ambiente era fresco por el aire acondicionado, ella podía sentir el calor que emanaba. Se confundía al pensar si venía desde fuera o dentro de ella. Unas manos suaves acariciaron su cabello, acomodando mecha por mecha en su espalda desnuda, sobre el escote de su vestido de verano. Olía a nuevo, tan cómodo como cualquier cosa que ella pudiera usar en esa ocasión.

La chica sintió cuando la caricia se detuvo y luego algo hizo un leve peso sobre su cabeza. Ella sintió el olor de las flores rodearla. Sabía que su corona de flores era hermosa, aunque no pudiera verla.

-Te ves hermosa, cariño.

La voz de Mel acarició sus oídos.

Camila sonrió nerviosa.

Una mano se posó sobre su hombro, ella se volvió hacia la caricia.

-No puedo creer que hayas capturado a una mujer antes que yo. Me siento menos varonil. -Reclamó Álvaro en un tono de broma, llevándose un poco del nerviosismo de Camila con su humor.

-¿Mi mamá vino? -Preguntó Camila.

El nerviosismo dándole paso a la preocupación.

Mel acarició su rostro y llevó una mecha del cabello perfectamente acomodado detrás de su oreja.

-Lo siento mucho, Camila. -Se lamentó la anciana como si eso respondiera a su pregunta.

Camila asintió triste.

Seis años. Seis largos años de reproches y dudas. Su familia estaba tan distante aun compartiendo la misma casa. Seis años de grandes sonrisas y alegrías. Habían pasado seis años y Camila no podía entender cómo su mamá creía fríamente que su amor por Lauren era una fase pasajera. Pero hoy Camila firmaría eso y caminaría junto a Lauren hacia algo que construirían solas.

-No debes entristecerte con eso. Hoy es tu día, no permitas que nada lo arruine. -Dijo Mel acariciando su hombro.

Camila sintió una leve brisa acariciar su rostro, trayendo consigo el olor del mar. Entonces ella supo que Álvaro estaba espiando.

El hombre miró hacia el espacio amplio, hasta el sol parecía haber dado tregua para que la ceremonia fuera perfecta. Lauren estaba en el altar conversando con su papá, una gran sonrisa en su rostro, su cabello negro volaba con el viento. Parecía deslumbrante, aun vistiendo algo tan simple. Una enagua larga, pies descalzos, la mitad de su abdomen descubierto. Los años le habían hecho muy bien. Algunos niños - a los que Camila les daba clases - jugaban, corriendo entre las sillas. Otros acariciaban las flores que rodeaban el altar.

-¿Cómo está ella? -Preguntó Camila curiosa. El momento trajo de regreso a Álvaro la primera vez que él le describió a Lauren.

-También está toda de blanco. -Dijo el chico sonriendo.- Y también lleva una corona de flores, lleva una blusa corta y una enagua que va hasta sus tobillos.

-Háblame de sus ojos. -Pidió Camila.

-Nunca los vi brillar tanto. -Le dijo el joven antes de cerrar la puerta.- Si yo fuera tú me preocuparía por la noche de bodas, pues la mujer que está allá afuera parece demasiada arena para cualquier camino que conozca. -Dijo él de chiste.

Camila tembló con el comentario.

-Gracias, me siento menos nerviosa ahora. -Dijo ella sarcásticamente.

Mel rió al ver la desesperación de Camila.

La chica hizo una careta sin entender la gracia.

-¿Y si ella se da cuenta que es demasiado hermosa para mí? ¿Y si ella solamente me ve como una carga? No sé si voy a sobrevivir si ella dice 'no'. -Camila soltó el aire que ni ella sabía que estaba sosteniendo.- ¿Y si me equivoco de camino al altar? Entonces ella se va a dar cuenta que soy una ciega idiota y va a dejarme. -Se lamentó Camila.

In Your Eyes - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora