7. Somos iguales

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Aquella tarde invité a Jack a casa por muy estúpido que parezca, pero realmente necesitaba de alguien que simplemente me hiciera compañía en este momento tan difícil y no puedo pedírselo a mis hermanos ya que no sería capaz de mantenerme compuesto por mucho tiempo ante ellos.

Los pequeños se sorprendieron un poco al ver llegar a un chico con los ojos vendados y no tardaron en llenarlo de preguntas, las cuales él respondía con lentitud y paciencia, sin llegar a demostrar que les haría daño, lo cual me calmaba un poco.

Al rato ambos se fueron a dormir y yo me fui a mi habitación, siempre seguido por Jack quien se sentó en la silla del escritorio mientras yo me dejaba caer en la cama sintiéndome el ser más débil del mundo.

-No sirve de nada que te deprimas -dijo Jack a media voz.

Como si fuera tan fácil. Mi mejor amiga muere y se supone que debo actuar como si nada hubiera pasado, es totalmente ridículo.

-No digo que lo olvides, solo quiero que entiendas que no vale la pena sentirte así, después de todo eso no te devolverá a tu querida Sam -dijo con un tono frío, como si de un momento a otro hubiese puesto un muro alrededor de su corazón.

Sus palabras me hirieron y la ira se apoderó de mi. Me levanté y caminé hacia él con paso firme para luego darle un buen golpe en el rostro que lo mandó al suelo. En aquel momento me era imposible tenerle miedo, puesto que había tocado el lugar más sensible de mi ser.

-Que me golpees no cambiará las cosas -dijo sentándose en el suelo y llevando su mano a su mejilla herida-. Sam se ha ido.

-¡Cállate! -grité volviendo a golpearlo-, ella lo era todo para mi, juré protegerla.

-Y no pudiste hacer nada, como siempre.

Las lágrimas se acumularon en mis ojos al tiempo en que lo volvía a golpear mientras en mi interior me preguntaba cosas como ¿qué gana diciéndome esto? ¿Por qué no se defiende? ¿Por qué se molestó en venir? ¿Por qué me da la impresión de que él también está sufriendo? ¿Por qué... me veo reflejado en él?

Jadeando me aparté, viendo como Jack volvía a incorporarse con algo de dificultad con su labio partido y la cara amoratada por los golpes.

-¿Ya te sientes mejor? -preguntó a la vez que se limpiaba la sangre que escurría de su labio con su manga-, ¿lograste sacarlo todo?

De un momento a otro me sentí culpable. Había golpeado a Jack y él me lo permitió esperando que me calmara.

-¿Por qué? ¿Por qué no me detuviste? -murmuré dejándome caer de rodillas al suelo.

Jack dirigió su no-mirada hacia la ventana permaneciendo en silencio por un momento, luego me miró.

-Tal vez porque pasé por lo mismo que tú -dijo regalándome una pequeña sonrisa.

Sentí como mi estómago se encogía y un gusto amargo se apoderaba de mi boca. No podía ser que él hubiese pasado por lo mismo, que comprendiera cómo me sentía en aquel momento, pero aquella expresión que llevaba e incluso su actitud. No necesité ver sus ojos para saber que hablaba con total sinceridad.

-Ve a tu cama Damon, necesitas descansar -dijo poniéndose su máscara al tiempo en que se acercaba a la ventana.

-¿Te iras? -pregunté aunque mecánicamente obedecí sus palabras.

-Ahora mismo no me siento cuerdo -comentó-, bueno, menos de lo usual quiero decir. Verte así me trajo recuerdos que creí perdidos.

Pude notar como su voz temblaba ligeramente y antes de que pudiera decir algo Jack se fue.

Sentí el dolor crecer en mi pecho y las lágrimas escaparon nuevamente de mis ojos. Aquella noche lloré sin control hasta quedarme dormido, siendo aquel el único momento en el cual pude escapar de la realidad, sin ser acosado por pesadillas, o eso hubiera querido. En mi mente se repetía una y otra vez la escena de la casa de Sam con aquel ser viéndome desde la puerta con sus siete bocas sonriendo.

Mike fue quién me despertó al llegar la mañana. Me costó notar que ya se encontraba listo para ir a la escuela.

De algún modo parecía que había notado mi malestar y había decidido por su propia cuenta no ser una molestia, aunque bien debería saber que él es todo menos eso.

-Lo lamento -murmuré-, me quedé dormido. En un momento estaré listo y los llevaré.

Mike me miró con una clara expresión de preocupación y sin decir más regresó a la sala.

Intenté alistarme lo más rápido posible y pronto alcancé a los niños, pero por un momento debí detenerme puesto que asomando en la puerta de la habitación de ambos creí ver una figura alta con cuernos.

Lentamente me devolví y miré, pero seguro mi paranoia ya me estaba haciendo ver cosas, puesto que ahí no había nada.

Froté mis ojos un momento para luego ir a la cocina en busca de mis hermanos y llevarlos por fin a la escuela.

No fue mi culpa quererte (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora