-Joder - dijo Eri riéndose - te viene enorme, tío.
Me miré al espejo confundido, cuando vi el pijama encima de la cama juraría que me vendría muy pequeño, pero me está enorme y Eri parece divertirse con esto.
Me cogió el brazo y arreglo la manga para que pudiera sacar mi mano e hizo lo mismo con la otra manga.
-¿Qué ocurre? Pareces sorprendido.
Nuestras miradas se cruzaron. No pude decir nada, sólo me quedé mirándola hasta que la situación se convirtió en incómoda.
-¿Qué quieres cenar? - dijo saliendo de la habitación de sus padres corriendo.
-No tengo hambre.
-Pues algo tendrás que cenar, digo yo.
-No, gracias.
-¿Que has comido este mediodía?
Nada. No comía nada desde ayer al mediodía y si, me moría de hambre pero no quería comer delante de ella, era incómodo, además, si como algo automáticamente a los pocos minutos lo vomito y no quería que se enterara de mi problema con la comida. Y no tenía la necesidad de comer hoy.
-Estoy bien, sólo que no tengo hambre. Este mediodía he comido mucho, de verdad.
Me miró fijamente, no se lo había creído, una vez más había visto dentro de mi, notando una mentira perfectamente creíble.
-De todas formas vas a cenar - dijo decidida bajando a la cocina.
Mierda, no quiero comer. Espera, ¿Que hará?
-Eri - dije siguiéndola - ¿Que vas a hacer de cenar?
-hamburguesa - dijo abriendo el frigorífico - ¿te gusta no?
¡Eso engordará mucho! ¿Cuántas calorías tiene?
-No - dije nervioso - yo me conformo con poca cosa, una sopa o un trozo de queso...
-¿A eso llamas tú cena?
-Mis cenas son ligeras.
Y tanto...Como que hace años que no cenaba. Mis comidas se habían reducido a una comida al día y si era preciso. Podía mantenerme vivo con eso y así lograría no engordar.
-Bueno. Pues aquí la comida basura nos va mucho, así que tendrás que adaptarte si te vas a quedar aquí un par de días, no vas a morirte.
O si...
La cena estuvo lista en veinte minutos, nos sentamos en la mesa de la cocina uno enfrente del otro, Eri me miraba, estaba esperando a que le diera el primer bocado y que le dijera como estaba. Yo tenía un debate mental, comer o no comer. Irme a mi casa o quedarme aquí más días. Decirle que no puedo comer y que suelo vomitar la mayoría de cosas que como o quedarme callado.
-¿No vas a cenar? - dijo haciendo pucheros
-No pongas cara de perrito abandonado.
-¿No puedes contra esa cara? - dijo divertida - estupendo, esto lo utilizaré en tu contra.
Genial...
Cogí la hamburguesa grasienta con mis manos. Joder, que asco. Le di el primer bocado y lo mastique lentamente.
Por favor, quédate dentro, no vomites.
Mire a Eri, en lo que yo le había dando un bocado a la hamburguesa ella se había comido media.
-Está buenísima - dijo gritando.
-Si, está muy buena
Le di un segundo bocado, parecía que hoy mi cuerpo se estaba portando bien. Masticaba demasiado lento para que me mentalizara que aquí no podía vomitar ni armar un escándalo.