Capítulo 13 - Mamá.

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Ese señor que olía a alcohol las 24h del día llevaba una semana sin aparecer por casa.

Hacía mucho tiempo que no baja al salón, ya ni recordaba lo incómodo que era ese sofá verde que tanto le gustaba a mi madre.

Mi madre iba y venía. De vez en cuando tocaba la puerta de mi habitación me preguntaba si había ido al colegio y cuando le contestaba que si, se iba.

Era como si una vez al día tenía que comprobar si seguía vivo. Pensé varias veces en preguntarle dónde se había metido papá, no sabía si la pregunta le molestaría así que me mantuve con la boca cerrada.

Los días pasaron muy lentos. Paso a paso veía la luz al final del túnel, mi libertad. Eri y yo en el instituto hacíamos como que no nos conocíamos de nada, no me miraba por los pasillos, ni si quiera en las clases que coincidimos.

Pero cada dos días nos reuníamos en esa sala que se había vuelto tan especial para nosotros, aquella donde nadie subía y sólo era nuestra.

Mi madre iba cada 15 días a preguntar por mí, mis notabas habían mejorado bastante, quería terminara bachiller, acabar lo antes posible para poder salir de allí. Mi cumpleaños era a los pocos días de acabar el instituto y entonces cuando tuviera los 18 ya no tendría que hacer como que no conocía de nada a Eri. Podría vivir con ella y con Elena.

****

Después de haber pasado dos semanas de la desaparición de mi padre mi madre tocó la puerta de mi habitación.

-Que - dije sin ningún ánimo

-Tengo que hablar contigo.

-Habla.

-No, sal.

-No, no me fío. Puedes hablar perfectamente desde aquí.

-Dios, Daniel - dijo desesperada. Algo iba mal- Haz el favor y sal, hablemos por una puta vez como una familia en el salón.

Medité durante unos segundos y finalmente abrí la puerta. Mi madre estaba caminando ya hacía el salón. Cerré la puerta con llave y fui hacia ella.

-Vale, emm... No se por donde empezar - dijo rascándose la cabeza - es sobre tu padre.

- ¿Te ha hecho algo?

-No, a mi no.

-¿Entonces?

Me miro a los ojos por primera vez en mucho tiempo. Mi estómago comenzó a doler.

-El otro día llamó desde el calabozo.

-¿Otra vez lo han retenido por ir muy borracho?

-No, que también. Pero no.

-Quieres decirlo de una maldita vez.

Me fulminó con la mirada, sabía que estaba nerviosa pero no estaba ida como estos últimos años en los que su mirada te podía matar en unos pocos segundos, es como si se hubiese quitado un peso de encima pero a la vez estuviera preocupada.

-Me dijo que lo habían detenido por violar a una chica - mis ojos se abrieron como platos - como la chica se resistió le clavó un botellín de cerveza que llevaba en la mano en el costado. La chica gritaba tanto que alguien lo oyó y llamo a la policía. Fue en el parque que tiene dibujado un sol gigante en el suelo. Justo ahí. La chica está bien, está a manos de psicólogos, por suerte no tiene nada grave. No quise escuchar nada más, me dijo que fuera a pagar la multa y que le suplicara al juez que él no había sido. Pero le grité que estaba donde se merecía y que ojalá se pudriera allí. No se cuantos años le habrán caído no se nada más. Pero ya podemos vivir tranquilos. Ya se ha ido el núcleo de todos nuestros problemas, ya podemos vivir como una familia normal. He ahorrado para que puedas ir a la universidad, te queda nada para acabar, pronto tendrás los 18 y podremos irnos a vivir lejos de esta casa, la venderemos y nos instalaremos cerca de alguna universidad que te cojan. Podrás trabajar este verano y ...

No abras mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora