Capitulo 6.- Nuevo Curso

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El despertador sonó a las siete y media de la mañana. Tenía media hora para vestirme, desayunar, prepararme la mochila e ir corriendo al instituto.

Alargué el brazo para desactivar el despertador. ¿Por qué ir al instituto? No tenía ganas de ver a los matones, seguro que hoy recibiría alguna paliza. Además Eri... Llevaban semanas sin verla y ella cada día volvía a llamar, por una parte me aliviaba que lo hiciera, era la misma Eri de siempre, siendo testaruda, orgullosa y cabezona, eso era justo lo que me encantaba de ella, eso y su perfecta sonrisa que podía brillar todo el día. Pero, por otra parte odiaba la idea de que insistiera, su madre había sido muy específica. "nada de acércate a ella" en su cabeza se repetía esa frase cada vez que pensaba en contestar sus llamadas.

Suspiré, las ocho menos cuarto. Genial, iba a llegar tarde.

-¡Daniel! - gritó esa estúpida señora a la que solía llamarle mamá - ¡Si piensas que vas a faltar el primer día de clase las llevas claras!

Me levanté corriendo de la cama, me lavé los dientes, me peiné y vestí, cogí la mochila con una libreta y un bolígrafo y salí corriendo hacia la cocina.

Mi madre me esperaba con una sonrisa en la boca.

-Muy bien Daniel - dijo arreglándome el cuello de mi sudadera color verde militar. - ¿Qué es lo debes hacer?

-No hablaré con Eri - dije sin mirarla a los ojos y con un poco de miedo al verla tan cerca de mi.

-Muy bien - dijo sonriendo aún más - mi niño es muy listo.

Me cogió de los hombros y me hizo girar en dirección a la puerta. Me empujó y me gritó:

-¡Ahora lárgate!

Salí medio corriendo. No me gustaba nada ese tono, le había cogido demasiado miedo.

Caminé con la capucha puesta. No tenía ganas de ver a nadie. Otro año dando las mismas asignaturas, mis profesores, misma materia, todo exactamente igual. Menos los compañeros, ahora iría con los compañeros de clase de Eri. Mierda. Eri. ¿Y si caigo en su clase? Mi madre acabará matándola... Me dijo que iría mensualmente a preguntar cómo voy en el instituto, a preguntar a los profesores con que clase de personas voy y como progreso. Dios... Que no caiga en su clase, por favor.

Entré al instituto, estaban todos en grupos en el patio, cada grupo representaba un curso, me dirigí al de segundo de bachiller. Miré mi teléfono las ocho y diez de la mañana. Había llegado tarde pero por suerte no era el único y los profesores estaban esperando a los demás alumnos.

-Dani - una voz dulce y muy apagada susurro detrás de mi.

No me giré, sabía perfectamente quien era.

-Dani - volvió a repetir - he estado muy preocupada. Incluso pensé que habías muerto.

Me puse muy tenso. Nunca pensé que ella pudiera pensar algo así. Ella seguro que había notado la sorpresa que me había causado sus palabras.

-Lo siento - dijo mientras se sorbía la nariz - me siento culpable porque sino te hubiese pedido que te quedarás en casa, tu madre no se hubiese enfadado tanto.

Dolía. Ella no tenía la culpa de nada. Pero no podía hablarle.

-Entiendo que no quieras volver a hablar conmigo, incluso que me odies. Solo que quiera saber si estabas bien.

Seguí mirando al frente viendo como los alumnos entraban al patio y se saludaban con sus amigos.

-Si es lo que quieres, me alejaré de ti.

Un dolor intenso sentí en el pecho. No es lo que quiero. Es lo que debo.

-¿Es lo que quieres?

Apreté los puños con todas mis fuerzas. Respiré hondo y dije lo más doloroso que había dicho nunca.

-Si.

Dolía mucho, acababa de dejar escapar a la única persona que me a importado en el mundo. Eri lo era todo. Y por eso mismo debía apartarla, a mi lado solo sufriría.

-Bien - dijo por fin y se fue.

Apreté los ojos. Las lágrimas amenazaron con caer. Necesitaba un cigarro, gritar, llorar. Quería morirme. Le había hecho daño y eso no me lo perdonaría nunca.

Eri. Pensé mientras restregaba mis ojos con la manga de mi sudadera.

No abras mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora