Capítulo 12 - Domingo.

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Elena tuvo que irse a trabajar, la llamaron en mitad de la película para una emergencia. Nos prometió que nos traería para desayunar churros con chocolate.

Vimos dos películas más y a las 3 de la madrugada nos fuimos a dormir. Todo me parecía un sueño, ¿Donde estaban los gritos? ¿Las peleas? ¿Donde quedaba ese sentimiento de ansiedad?

Me gustaba sentirme tranquilo pero a la misma vez era todo tan raro...

-Conseguí que rieras - dijo Eri desde su cama.

-Eso no se puede considerar risa. - dije desde el colchón del suelo.

-Bueno, pero tú fina línea se curvó un poco, con eso me conformo.

No respondí, me tapé más con la sábana y me di la vuelta dándole la espalda a Eri.

-Oye, ¿Puedo bajar a dormir contigo?

Me puse tenso, ¿Quería dormir como la otra vez? ¿Estaría bien? ¿Elena nos diría algo?

-Duérmete Eri. - dije después de un largo segundo.

-Pero... Yo quiero dormir como esa última vez. Fue tan bonito.. 

Me giré para verla, estaba de rodillas en su cama poniendo su cara de cachorro abandonado.

-Duérmete.

-Vamos, sube tu. Mi cama es más cómoda.

-Eri, tu madre...

-No dirá nada- dijo cortándome.

Lo medité durante unos segundos. Estaba claro que la idea me gustaba, Eri me tranquilizaba, era como si estuviera en el mar mientras te mecen las olas, pero por otra parte, estaba seguro que quería dormir abrazados, no sabía si estaba preparado para estar tanto tiempo abrazado una persona siendo consciente de la situación. La última vez pensaba que sería unos segundos, ahora todo a cambiado. Ella sabe más sobre todo, yo se más de todo sobre ella. ¿Debería hacerlo?

Me puse de pie mirándola. Ella sabía que al final acabaría cediendo. Una porque sabe que quiera y otra porque no podía resistirme a su cara de cachorro abandonado.

Me tumbé a su lado y ella se tumbó también. Estiré el brazo y apoyó su cabeza en el.

-Mucho mejor - dijo buscando mi otra mano para enlazarla.

-Eri.. esto ya...

-Calla - dijo volviendo a interrumpirme.- solo relájate, estos momentos son especiales. Te acostumbrarás a que dejen de ser incómodos y sean tranquilizadores.

-Son momentos cálidos.

-¿Cálidos? - dijo apoyando la barbilla en mi pecho.

-Si, cuando estamos así siento como calidez en el pecho. Algo que nunca he sentido antes.

Mi rostro estaba rojo como un tomate, me alegraba saber que no podía verme el rostro.

-Oh Dani eso es precioso - dijo incorporándose un poco - eso es ..  tan....

No podía ver su rostro con claridad pero apostaba a que en esa cara había una enorme sonrisa. Ahora odiaba que no entrara nada de luz.

Eri se acercó a mí rostro lentamente, dudando, se quedó allí un segundo, yo estaba paralizado, quería apartarme pero a la misma vez no. Sus labios rozaron mi frente y un escalofrío hizo que se me pusieran los pelos de punta, y entonces un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo concentrándose en el beso que me había dado.

Me quede congelado, inmóvil, no sabía que hacer ni que decir. Todo dentro de mi estaba echo una jaleo. Mi estómago tenía una fiesta montada ahí dentro y el cosquilleo no cesaba.

No abras mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora