El dolor de la perdida

El shingami y el demonio

—Osomatsu ni san, Osomatsu... Hey, Osomatsu bastardo —Una voz algo fina para un hombre y con un inusual tono dulce lo llamaba aún que durmiente e inmerso en ese sueño tan pesado que solía tener no hubo mucho caso realmente

—"Que voz tan molesta... ¿Quién es?" —Se limitaba a pensar y tratar de tener una imagen mental de quién podría estarle llamando tan temprano

—Hey, bastardo, si no despiertas lo harás otra vez en el río de las almas —El tono amable y dulce no desaparecía por más que amenazara o dijera ese tipo de cosas

—"Ummm... ¿Quién tiene los cojones suficientes para amenazarme tan descaradamente?" —Pensaba Osomatsu quien se negaba a abrir los ojos aún y comenzaba a removerse en aquella superficie suave

—Ne, ne, Osomatsu ni san si despiertas ahora prometo que el dolor será menor y no te dejaré amarrado a una roca para que te hundas hasta el fondo, ya sabes dónde están las bestias selladas —Y eso fue suficiente para que abriese los ojos

Ante él un joven casi igual a él en rostro, piel blanca como la suya, quizá un poco más, cabello negro con reflejos rosados, una sonrisa aparentemente inocente y expresión como la de un niño que no ha roto un plato en su vida, los ojos brillantes de color rosa y ese olor a flores recién cortadas

Si, en definitiva ese era su hermano menor Todomatsu, el semi Dios de la muerte

¿Por qué semi Dios de la muerte? Fácil en realidad, él no era el que debía desempeñar el papel de shinigami en primer lugar

Si, era un postulado, pero anteriormente él debía ser un alma en pena guardaba tantos sentimientos negativos que de una u otra forma termino así

A quien le correspondía el papel de Dios de la muerte lo rechazó de forma contundente

Él al tener una gran manifestación de sentimientos negativos, que fueron de gran fuerza y pureza, por qué si, por más negativos que fuesen estaban en su estado más puro en un alma, no se podía desaprovechar la oportunidad y se tomó a él como el siguiente para el puesto

Y vaya que hacía honor al título por más débil que sea físicamente puesto que en una pelea puño a puño nunca le ganaría a él, pero si tenía su guadaña podría tener una oportunidad de ganar, solo una

Debía reconocerle algo, y era que al ser el shinigami más temido era de admirar el tener esa carita "adorable" a simple vista nadie podría prever que él, su hermano menor, fuese el más manipulador, rastrero, cabron, sucio, desequilibrado e influenciable que había... Por eso era su hermano, no había duda

Sonrío con esa confianza de siempre y entrecerrando sus ojos rojos miró directamente a los rosados

—Oye Totty... —La luz de ese par de gemas carmesí desapareció y su expresión se volvió sería, esa fue la señal para el menor de ojos rosas para dar un salto hacia atrás y poner en escudo su guadaña

—"Mierda lo hice enojar..." —Pensó con frustración poniendo una ligera sonrisa, aún que fuese inmortal aún sentía dolor

—¿Totty?~ ¿Qué sucede hermano? Solo iba a decirte que ¿Acaso no recuerdas que te dije me despertaras hasta el anochecer? —Reclamaba con tranquilidad el demonio de ojos rojos que cerró estos para dar paso a un largo bostezo sentándose en el sofá donde reposaba

Estiro los brazos con pereza y trono su cuello de forma un tanto brusca, pasó una mano por su cabello negro sintiendo esos cuernos que brotaban de su cráneo sonrío un poco más y los acaricio

Movió su cola que terminaba en punto, abrió los ojos que perdieron por completo su brillo dejando una mirada vacía, bajo los pies, al igual que la mirada, al suelo y comenzó a hablar con aparente frialdad