Los tres encuentros

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Ya era sabado al fin, aunque claro, eso no era un gran alivio realmente, despues de todo aún tenia que dar una ultima misa y de paso hoy habia confesiones

Se sentia algo triste puesto que Divinmatsu llamo diciendo que ya no iria hoy, pero se consolaba con que vendria el lunes a primera hora

Ichimatsu habia pedido permiso para salir a su hogar asegurando que aún tenia cosas que traer pero no le dejo acompañarle

Paso sus ojos azules por aquel recinto de Dios que se le habia heredado, en momentos asi se sentia solo y algo intimidado por la figura santa frente a él, como si le debiese algo

Suspiro poniendo una radiante sonrisa, la gente empezaba a llegar y debia dar la misa

—... "Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra." Lucas 6: 27 - 29, la frase que ofrece nuestro sagrado libro es una reflexion para nosotros, quiza sea algo confusa al principio pero diganme quien es mas fuerte: ¿el que pega o el que se levanta despues del golpe? —

Preguntó sin esperar una respuesta

—No importa cuanto daño te puedan hacer, sonrian y demuestren que nada les afectará, que el golpe dado no fue lo suficiente para pararles y por último que ustedes tienen un corazón tan puro y noble que nadie lo manchara con la malicia del odio —

Con esa última frase dio por terminada la misa mientras se despedia con una sonrisa de la gente que iba, sus ojos azules iban de aqui para allá, esa última lectura le sonaba tan familiar, quiza es porque Divinmatsu lo crió a base de esta

Tomo su biblia y con una sonrisa amable comenzó a hablar hacia las personas que deseaban confesarse, espero un par de minutos hasta tener cerca de unas cinco personas en fila

Se adentro en la pequeña cabina donde escuchaba con atención los pesares de cada persona aunque habia algo que su mente no dejaba ir, el recuerdo de aquella lectura

♤♤♤

—¡¡¡Divinmatsu oto-san!!! Los niños de fuera dijeron que... Que Dios no vive y que nunca me querria —Se sentia triste

Tan solo tenia 6 años y sus ojos azules miraban a su mentor quien lo tomo en brazos acariciando su melena oscura calmandole poco a poco

Ya, ya, Karamatsu, tranquilo hijo mio, mirame, ¿de acuerdo? —Dejandolo en el piso se hinco para poder quedar a su altura y ofrecio una sonrisa calmada

—Dios esta con nosotros en todo momento y en cualquier lugar, nunca estas solo y el ama a todos sus hijos, nosotros, ¿esta bien?—

Pero, dijeron que... —Trataba de calmar sus llantos inútilmente pasando sus manos por el rostro

—Esta bien, Karamatsu, ¿A quién escucharas? ¿A esos niños o a tú padre? —

La pregunta le saco una pequeña risa, pocas veces Divinmatsu se denominaba asi mismo su padre y abrazandolo por el cuello contesto mas animado

—¡¡Jaja creo en Divinmatsu oto-san!! ¡También creo en papá Dios pero entonces son unos tontos! Iré a dejarselos claro —Trato de salir corriendo pero aunque tratase de irse sus pies no tocaban el piso

Miro hacia abajo y estaba suspendido en el aire, apenas caía en cuenta en el agarre que ejercia el hombre en su camisa levantandolo

—Eh, eh, ya habiamos hablado de esas palabras, Karamatsu, ahora, no debes hacer eso, mira, Dios nos dejo una enseñanza que ahora yo te dare, ¿ok? —Tosió un poco el hombre frente a el, mientras se limitaba a observarle con interés

El dolor de la perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora