Capítulo 1

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Mediados de Julio. Ahí estaba yo, nerviosa por todo. Llegamos al teatro unos minutos más tarde de lo que habíamos acordado llegar, aun así era temprano, faltaba más de una hora para que comenzara el evento. Solo entré yo, mis padres junto con mi hermana tuvieron que esperar hasta que abrieran las puertas al público en general. Tenía una cosa en mente, encontrar a mi maestro de Educación Física ya que debía practicar antes del acto. Varios de mis amigos y compañeros ya estaban ahí.

-Hola Mariam- dijo Dylan.

-Hola Dylan- le respondí.

-Ahí está mi comandante- dijo dándome un abrazo -¿Están todos listos?- pregunto el profesor.

-Si- contestamos a coro.

-Muy bien. Suban al escenario, deben de dar un último recorrido.

-Mariam, ¿estas nerviosa?- preguntó Sandra.

-Un poco. ¿Y tú?

-Más o menos.

Pasamos por las escaleras que conducían hacia el escenario y nos formamos. Los chicos de quinto se colocaron al otro extremo. Mi corazón empezaba a palpitar cada vez más. Aunque ya sabía que tenía que hacer, mi temor por equivocarme como lo hice el año pasado, no desaparecía, retumbaba aquel recuerdo por las paredes de mi cerebro, estaba presente y lo sentía como si hubiera sido ayer. Dar una orden a destiempo y tener que parar a medio recorrido porque eso no tenía que hacer, era un martirio que atormentaba mi cabeza.

-¡Atención escoltas!- un grito me saco de mis pensamientos, haciéndome recordar que estaba practicando para uno de los eventos más importantes de mi vida. -Paso redoblado. ¡Ya!- dijo el maestro Marco y ambas escoltas comenzamos a avanzar.

-Alto. ¡Ya!- dando la orden, nos detuvimos. Siempre decía las órdenes en el mismo lugar, nunca fallaba. El profesor me decía que tengo buen sentido espacio temporal. Quedamos ubicados a tres pasos de distancia entre ambas escoltas. -Abanderados un paso al frente. ¡Ya!- ambos obedecieron. Me gustaba el puesto que tenía. A pesar de que mi voz no era del todo favorable para ser la comandante, nadie lo hacía tan bien como yo. Cada palabra que salía de mi boca, me la sabía al derecho y al revés.
-Alumnos de quinto grado de la escuela urbana 38 "María Antonieta Bonaparte". Reciban esta bandera que simboliza su honor, su independencia, sus instituciones y la integridad de su territorio. ¿Protestáis honrarla y defenderla con lealtad y respeto?- parecía un trabalenguas todo lo que me aprendí, pero era necesario decirlo. Estaba dejando la primaria; un gran paso de mi vida estaba dando; una etapa había culminado.

-Si protesto- respondieron los chicos a la par que levantaban su brazo derecho y lo estiraban hacia enfrente, simbolizando que tomaban el compromiso.

-Si es así, que la nación se los premie y si no, que os los demande- dije y bajaron el brazo. Parecían robots ya que todo lo que hacían o decían era al mismo tiempo. Quería reírme por ello. Entre dientes esbocé mi risa que pronto fue apagada por la mirada del profesor que me indicaba que continuara. La bandera ya estaba con la escolta de quinto.

-Integrar escoltas. ¡Ya!- un gran ruido se escuchó, todos habíamos dado el paso al mismo tiempo y el suelo de madera lo demostró. -Formación en fila con flanco derecho y paso redoblado. ¡Ya!- siguieron mis órdenes y nos encaminamos en fila hacia afuera. Esto ya lo había hecho un millón de veces pero una o dos prácticas antes de hacerlo delante de toda la escuela, delante de los padres de familia,delante de la directora, no hacían daño. Y así fue. Fácilmente hicimos tres recorridos aparte del primero. Eran las 10:00 am en punto y comenzaron a aparecer los padres. Una vez más, mi corazón comenzó a palpitar más rápido; las manos me sudaban; mi gran momento había llegado. Al cabo de media hora ya estaba haciendo el último, pero el más importante, recorrido. Salió a la perfección aunque tuvieron que ponerme un micrófono a la hora de decir el trabalenguas. Sí, mi voz es de un tono muy bajo. Me sentía orgullosa de mí misma, pude superar ese miedo de volver a equivocarme. Duré más o menos tres horas y media dentro del teatro ya que era el acto académico y nos iban a entregar calificaciones, diplomas y papeles. El certificado decía que acredite la escuela primaria de una manera satisfactoria. Ya no había vuelta atrás,aquellos años de mi infancia, se habían ido. Todos los amigos que compartieron los seis años en ese plantel, los recordaré por siempre en mi corazón. Ninguno había hecho trámites a la misma escuela que yo y eso me ponía un poco triste ya que no iba a conocer a nadie. Estaba a punto de iniciar la secundaria. Eran cuestión de meses para que el nuevo ciclo comenzara. ¿Qué me iba a preparar el destino?

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora