Pasó un mes y la prefecta Beatriz no me había molestado para nada. Era un milagro no volver a topármela en las escaleras o en cualquier otro lugar de la escuela. Siempre me estaba vigilando, desde que llegaba hasta que me iba. Me seguía casi a todas partes, revisaba que era lo que hacía o dejaba de hacer. Se sabía mi horario al derecho y al revés. Era estresante que me mirara de una manera en la que me ponía nerviosa porque su mirada era potente y penetrante, pareciera que me quisiera matar. Siempre la veía con una cara enojada. Me pregunto si alguna vez sonríe.
-Mariam- escuchaba una voz a lo lejos que me llamaba, pero la ignoraba.
Era más importante la impresión de que Beatriz no estuvo en la escuela durante un mes completo. ¿Sería posible eso? A lo que había escuchado, ella jamás faltaba.
-Mariam- otra vez me llamaban. Ahora la voz se me hacía conocida solo que no lograba identificar de quien era.
Aun así me da igual. No podía creer que no la encontraba siempre, pegada a mí. Qué raro era todo eso. No ver a la maestra Beatriz en la escuela...
-¡Mariam!- grito Sara poniendo su mano encima de mi hombro y logrando que me asustara.
-Ay Sara- le conteste de mala gana. Odio que me asusten.
-Perdón, solo quería avisarte que Beatriz te busca.
-¿A mí por qué? ¿Qué le pasa a esa maestra?- dije sin pensar.
Maldición, la invoque.
-No lo sé. Me la encontré en las escaleras y me pidió que te dijera que te espera en su despacho en el receso- ¿Otra vez? –Mariam- volteo a verme con preocupación.
-¿Mande?- voltee a verla.
-¿Qué hiciste?
-No hice nada. El primer día que llegue a la mañana, también me dijo que fuera. Me cita sin razón alguna y eso me molesta ya que tengo entendido que solo te pueden citar por algo relacionado con la escuela, ya sea por conducta o problemas con maestros, compañeros o cosas que te impidan estudiar. Yo no hago nada de eso.
-Entonces ¿por qué te cita?
-Yo que sé. La última vez me pregunto sobre mi vida, mi pasado, mi familia... Cosas muy extrañas.
-¿Qué quiere saber? ¿Qué pretende conseguir con eso?
-Hacerme enojar. Pero bueno, si insinúa conocer sobre mí, no se lo permitiré. No tiene ese derecho.
-¿Y si solo quiere ayudarte?
-¿Ayudarme en qué?
-No lo sé.
-Ella no quiere ayudarme. Solo busca...
-Entonces ¿ya has ido con Beatriz a su cubículo?- me interrumpió Valeria. No vi cuando llego, al parecer ya tenía tiempo de estar ahí.
-Sí, el primer día y no quiero ir otra vez. ¿Para qué voy si en menos de media hora estaré yéndome de ahí? ¿Para qué desperdiciar mi tiempo?
-Mariam tienes que ir- dijo Sara.
-Me perderé mi valioso receso por ir con ella. Las dejare solas, no puedo permitirlo- pronuncié dramáticamente.
-No te preocupes por nosotras- dijo Valeria -es mejor que vayas si no la quieres hacer enojar. A mi hermano también lo cito un día y no fue, Beatriz se enojó tanto que logro que lo cambiaran al turno vespertino. No quieres regresar a la tarde ¿o sí?
La tarde. Con escuchar esa palabrita me acordaba de Carol. Todavía seguía en comunicación con ella pero era difícil hablar ya que solo podíamos hacerlo por las noches o los fines de semana.