Wolf Moon, pt.1
Estaba tumbada en la cama de mi cuarto, como todas las noches. Llevaba tiempo escuchando un ruido extraño fuera, pero no quería darle mucha importancia; ya era mayor como para creer que había un monstruo detrás de los matorrales.
Dos golpes suaves en mi puerta llamaron mi atención y me levanté rápidamente. Un fino hilo de luz me iluminó la cara mientras asomaba la cabeza y vi a Scott.
—¿No has oído un ruido fuera?
Este tenía el ceño ligeramente fruncido y hablaba susurrando para no llamar la atención de nuestra madre.
—Sí, pero no creía que fuera aquí.
—Iré a echar un vistazo.
—¡Espera! —grité, todavía susurrando, saliendo al pasillo y cerrando la puerta con suavidad— Voy contigo.
Ambos bajamos las escaleras con sigilo, esperando encontrar algo que animara la noche. El verano había sido muy aburrido en Beacon Hills, había hecho un calor pegajoso y la ciudad se había vaciado, así que era el momento de que otoño mejorara.
Pude ver algo moverse en el porche, junto a las enredaderas de los pilares, y tiré de la manga de la camiseta de Scott para llamar su atención. Este, a su vez, ya había agarrado un bate de béisbol y estaba preparado para atacar al intruso.
Pero entonces se precipitó al suelo y los tres chillamos a la vez. Scott soltó el bate, Stiles se cubrió la cara con las manos mientras lloriqueaba y yo di tal respingo que choqué contra el interruptor y encendí la luz.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Scott, que sonaba bastante irritado.
Tenía esa clásica mirada de enfado que no imponía a nadie; la de cachorro enfurecido que, en realidad, producía ternura.
—Estoy bien, Scott, gracias por preocuparte —dijo con sarcasmo y sonrió con falsedad mientras se sacudía la camisa de cuadros que llevaba y se la recolocaba. Después, me miró con una sonrisa y extendió sus brazos— Si está aquí la pequeña McCall.
Lo fulminé con la mirada ante su tono burlesco y le di un manotazo en el brazo cuando siguió riéndose.
—¿Cuántos años crees que tengo? ¿Cinco?
—Oh, vamos... ¿Dónde está vuestro sentido del humor? —se quejó, levantando las manos en el aire y negando con la cabeza— En fin, os preguntaréis qué hago aquí. Resulta que he escuchado una conversación telefónica de mi padre —relató, con una sonrisa de orgullo en la cara, y levantó sus cejas mientras esperaba nuestra respuesta.
—Enhorabuena —aplaudí, sarcásticamente, y él me fulminó con la mirada.
—No he acabado —añadió en su defensa y levantó su dedo índice para que no nos fuéramos y lo dejásemos terminar— Han matado a una chica y hay un montón de policías en busca del cuerpo, bueno... la mitad de él.
—¿Y? —preguntó mi hermano, invitándolo a que siguiera.
—Y... que nosotros vamos a ir a buscar la otra mitad —obvió, asintiendo con entusiasmo— Venga, luego decís que no pasa nada interesante en Beacon Hills.
Scott rodó los ojos y yo me encogí de hombros, aceptando la oferta de Stiles, por muy loca que fuera. Éste condujo su coche con alegría y decisión, muy emocionado por haber conseguido convencernos y la anticipación de lo que vendría a continuación. Cuando llegamos, apagó el motor y cerró el coche, y yo finalmente me atreví a soltar lo que llevaba pensando todo el viaje.