Heart Monitor, pt.2
A la mañana siguiente, me desperté abrazada al libro de Biología. Me despegué una página de la mejilla y solté un quejido cuando me reincorporé, notando como se me habían clavado todos los bolígrafos en la espalda. Los apuntes en la libreta estaban algo arrugados, pero estaba demasiado cansada como para que me importara.
Me froté la cara con fuerza en un intento por espabilarme y me apresuré a prepararme para un nuevo día de instituto. Ahora que la casa estaba protegida con magia blanca podía marcharme más tranquila. Cuando llegué al piso de abajo vi a Scott, que estaba desayunando con Stiles.
—Mamá ha dejado una nota, estará aquí para comer —anunció Scott, enseñando un post-it con algunos garabatos.
Asentí obedientemente y cogí una rebanada de pan que fue directa a la tostadora. Me apoyé sobre la encimera mientras esperaba y le eché un rápido vistazo a Stiles.
—¿Cómo está tu padre? —pregunté, alzando las cejas levemente.
Scott se revolvió en el sitio, incómodo, y supe que todavía se sentía culpable de no haber ayudado al padre de su amigo.
—Bien, ya casi ni se acuerda.
El ruido de la tostadora hizo que diera un salto en el sitio y me llevé una mano al pecho. Tenía el corazón desbocado y me recordó a la última vez que me había sentido así; mi primer encuentro con un demonio, Derek, Scott convirtiéndose en hombre lobo. Derek... ¡Basta!
Me apresuré a darle un bocado al trozo de pan antes de coger mi bolso y salir detrás de Scott y Stiles.
—Anoche vi al alfa —contó Scott al poco de montarnos en el coche.
Stiles dio un frenazo en el semáforo y tuve que agarrarme al asiento para no golpearme la cabeza. Ambos lo miramos estupefactos, esperando a que dijera algo más, y solo reaccionamos cuando otro coche detrás de nosotros empezó a pitar para que nos moviéramos.
Scott explicó todo con detalles. Salía de casa de Allison cuando sintió que alguien lo observaba entre los matorrales; al principio pensó que se trataba de Derek, pero pudo distinguir un par de ojos rojos en la oscuridad. Salió corriendo hasta su coche y se encerró dentro, poniendo el seguro. Pero el alfa no intentó llegar hasta él, simplemente le mostró las garras y dibujó una especie de espiral sobre la ventanilla antes de marcharse.
—¿Estás seguro de eso? —pregunté, frunciendo el ceño levemente.
Todo aquello que se refería al alfa terminaba en violencia, ni siquiera entendía como Scott seguía vivo.
—Era algo parecido a esto —me explicó, hurgando en su bolsillo para sacar un trozo de papel arrugado— Se lo he enseñado a Derek y dice que no es nada importante.
Observé el dibujo atentamente, esforzándome por recordar algo aunque no lo hubiera visto nunca antes. Stiles pareció hacer lo mismo una vez que aparcó en el instituto.
—¿No hay nada parecido en tu libro?
—No —negué, muy segura de mi respuesta— No me suena un símbolo como este.
Scott desistió y se guardó el dibujo, de nuevo, en el bolsillo. Caminamos hacia clase en completo silencio, cada uno sumergido en sus pensamientos respecto al alfa y su nuevo modus operandi. Los tres nos sentamos cerca, en la última fila.
—Hay algo que no me cuadra —dije finalmente, apoyándome en la pila de libros que había dejado sobre la mesa— El alfa no da puntada sin dedal.