Heart Monitor, pt.1
—¿Lo llevas todo? —preguntó Scott, mirándome por encima del hombro.
Solté un suspiro cansado y arrastré los pies por el suelo mientras cargaba con un par de bolsas de la compra bajo cada brazo. Claramente, él iba más adelantado que yo y llevaba más peso, por eso se regodeaba. Pero no tenía ningún mérito, toda esa fuerza sobrehumana era fuera de lo normal.
—Preferiría no hacerlo —canturreé.
—No exageres, ni siquiera llevas la bolsa que más pesa.
Arrugué la nariz y sacudí la cabeza, decidida en gastar toda mi energía y poner la atención en no tropezarme ni tirar nada al suelo.
—Sería más fácil si me dejaras orbitar la compra al coche.
Levanté las bolsas entre mis brazos al sentir como se escurrían y sonreí ampliamente, con toda la inocencia posible, cuando me miró con las cejas enarcadas.
—Beneficio personal, ¿recuerdas? —negó levemente, a lo que puse los ojos en blanco— Me lo enseñaste tú.
Chasqueé la lengua, sabiendo que tenía razón y que el remedio sería peor que la enfermedad. Seguimos caminando por el sótano, buscando el coche entre tantos; ya habíamos subido varias veces al cuarto piso y no creía poder aguantar otro viaje más cargando con la compra.
Cuando había perdido la esperanza, viendo como Scott apuntaba hacia todos los coches con el mando, escuché un crujido que me puso alerta. Noté como se me erizaba el vello de la nuca y me giré lentamente para mirar tras mi espalda.
Ahogué un grito cuando la bolsa de cartón se desgarró y me quedé con una pila de ensaladas entre las manos. Un par de botellas de leche salieron rodando hasta colarse debajo un coche y Scott empezó a reírse. Solté un bufido antes de dejar la comida y me tumbé en el suelo para buscar a tientas las botellas. Antes de que pudiera extender el brazo para cogerlas, estas volvieron solas hacia mí.
Fruncí el ceño, observando los restos que habían quedado, y abrí los ojos con sorpresa cuando escuché un suave gruñido detrás del coche.
—¡Corre!
Chillé con demasiada fuerza y empecé a correr. Agarré a Scott de la muñeca cuando pasé por su lado y tiré de él, llevándolo conmigo. No tardó mucho en adelantarme, guiándonos por el aparcamiento hasta la salida mientras yo intentaba seguirle el ritmo.
Hacía por lo menos dos pisos que había dejado de respirar con facilidad y me dolían las piernas del esfuerzo que estaba haciendo por huir del alfa, que estaba demasiado cerca de alcanzarme.
—Escóndete ahí —susurró, lo suficientemente alto como para que lo escuchara.
Señaló uno de los coches y fui hasta él, apoyándome contra la puerta fría de un Ford Fiesta. Intenté regular mi respiración para que no nos delatara, cubriéndome la boca con una mano temblorosa.
—Activa la alarma de esa fila de coches.
Lo vi señalar a mi derecha y tuve que parpadear varias veces para poder ver algo a través de mis ojos llorosos. Apreté los labios con fuerza, odiando la manera en la que estaba reaccionando, y me lancé hacia el capó de los coches para que saltaran las alarmas.
Ahora que el alfa no podría seguirnos la pista tan fácilmente, ambos corrimos juntos hacia un nivel inferior. Parecía que lo habíamos despistado, hasta que el teléfono de Scott empezó a soltar música a todo volumen.