13. La sangre quiere más sangre

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Night School, pt.1

Escuché voces a lo lejos, cuchicheando sobre algo que no llegaba a entender. Como si me despertara de un sueño, fui volviendo a la realidad poco a poco hasta que pude abrir los ojos. Todo me daba vueltas y me sentí aún muy mareada, pero distinguí perfectamente el pasillo largo y oscuro que se extendía ante mí. Siseé de dolor e intenté girar la cabeza hacia otro lado.

Distinguí a Scott y Stiles discutiendo junto a la puerta, aunque todavía los veía borrosos. Apoyé la palma de la mano en el suelo e intenté incorporarme, pero Derek fue más rápido y me sujetó por la espalda.

—Despacio —susurró sobre mi pelo.

Me llevé una mano a la frente y froté suavemente en un intento por quitarme el dolor de cabeza. Gemí débilmente cuando me rozó el brazo y me aparté de manera instintiva, cubriéndome la herida. Entonces lo recordé todo, como una película de fotografías sobre lo que había pasado antes de que perdiera el conocimiento.

—Te has curado —susurré, sonriendo débilmente al ver que la sangre de su camiseta ya estaba seca.

—Pero tú no —recordó, muy serio— Tenemos que sacarte de aquí y llevarte al hospital.

Me reí y negué lentamente.

—Esto no es algo que le pueda explicar a una doctora.

Scott se apresuró hasta mí cuando me vio despierta. Luché por mantener los ojos abiertos, pero todavía me costaba gran esfuerzo. Sonreí involuntariamente cuando él y Stiles se arrodillaron junto a mí y me miraron con preocupación.

—Ni se te ocurra volver a hacer una locura como esa.

Le respondí con un suave apretón, a ambos, y me reincorporé a tiempo para recibir su abrazo. El frío del suelo dejó de calarme los huesos por un momento y me sentí segura entre sus brazos.

—Tenía que salvar a Derek —susurré por lo bajo.

—Derek puede protegerse solo —gruñó.

Observé atentamente su reacción, pues pocas veces lo había visto tan enfadado. Alcé las cejas con incredulidad y me quedé boquiabierta.

—Supongo que va en los genes.

Me encogí de hombros levemente y, con su ayuda, me puse de pie. Ambos me miraron con el ceño ligeramente fruncido, con las manos extendidas en el aire por si me caía. Puse los ojos en blanco y me acerqué hacia Stiles, que todavía temblaba ligeramente.

—¿Dónde está el alfa? —pregunté, mirando a todos lados.

Todo estaba extrañamente tranquilo.

—Sigue fuera, rondando por ahí.

—No podemos ir en mi coche —explicó Stiles, poniendo una mueca— Ha destrozado mi Jeep.

Lo miré estupefacta, especialmente por su serenidad. Él siempre había venerado su coche, incluso lo había visto sufrir por el mínimo rasguño. Alcé las cejas lentamente mientras un lejano aullido me ponía los pelos de punta.

Estiré el cuello todo lo posible, intentando ver algo a través de los cristales empañados. La explanada seguía como antes: oscura y vacía. Me mordí el labio, dubitativa ante las intenciones del alfa al acorralarnos y retenernos aquí.

Casi con la rapidez de una chispa, me reincorporé al tener una idea.

—Yo puedo sacarnos de aquí.

lobos || teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora