3. Qué no hacer en una primera cita

384 22 4
                                    

Wolf Moon, pt.3

            Stiles puso una mueca de fastidio y me miró. Asentí brevemente antes de dirigirme a mi cuarto y ponerme en marcha. Cambié la cazadora de cuero por una americana negra y agarré un bolso de mano con brillantes en el que metí el teléfono y las llaves de casa. Ni Stiles ni yo habíamos ido nunca a una de las fiestas de Lydia, pero sabía que no podíamos ir vestidos de manera casual. Debíamos aparentar normalidad, así que le di otras de las camisas de Scott antes de ponernos en marcha.

            Cuando estaba a punto de coger el pomo de la puerta, la voz de mi madre resonó en mi cabeza. Solté un suspiro mientras dejé caer mis brazos con pesadez, sintiéndome una desagradecida. Esa misma mañana había cambiado su turno de noche para que pudiéramos cenar los tres juntos, y cuando llegara a casa no vería a nadie.

            Me mordí el labio con nerviosismo, observando, dudosa, la encimera de la cocina. Al final empujé el sentimiento de culpa al fondo de mi cerebro y me centré en la preocupación por Scott, por lo que volví a coger el pomo de la puerta con fuerza para salir al exterior.

            —¿Crees que esto es buena idea? —preguntó Stiles, rebuscando las llaves del coche en el bolsillo de sus vaqueros.

            —No —admití, alzando los hombros— Pero no nos queda otra.

            Stiles asintió y ladeó la cabeza para indicarme que fuera hasta el coche. Troté hasta la puerta y me froté los brazos en busca de calor. El verano había terminado demasiado pronto en Beacon Hills y el otoño había traído algo más que una suave brisa fresca. Le eché un último vistazo a la casa antes de estirar el brazo para abrir la puerta.

            Unos focos iluminaron por completo la calle y un coche negro atravesó la entrada hasta colocarse junto al de Stiles. Abrí los ojos con sorpresa, mi madre siendo la primera opción en venir a mi mente, pero la descarté en seguida cuando vi el camaro, último modelo, que brillaba incluso en la oscuridad. Cuando apagó las luces y bajó la ventanilla pude ver que se trataba de Derek Hale.

            —Subid —ordenó, abriendo la puerta del copiloto.

            Stiles y yo compartimos una mirada asombrada, pero no dijimos nada. Era un tanto surrealista, teniendo en cuenta su historia y que no era el tipo de persona con el que solíamos relacionarnos.

            —Tenemos unas cosas que hacer —explicó Stiles, intentando sonar duro.

            Lo miré de soslayo, sabiendo que esto le estaría costando un esfuerzo sobrehumano.

            —Con tu coche no llegaremos a tiempo —insistió Derek, algo impaciente.

            Me replanteé contestarle de manera borde; su concepto sobre la invasión de la privacidad era un tanto conveniente. Pero me lo guardé porque tenía razón, así que no dudé en colarme por el asiento del copiloto y ponerme el cinturón.

            —¿Sabes llegar a casa de Lydia Martin? —inquirí, alzando una ceja mientras observaba su perfil.

            Este simplemente asintió y se puso en marcha en cuanto Stiles se colocó en el asiento detrás de mí. Lo observé con cautela, pasando mis ojos de él a la carretera; no reparé antes en lo atractivo que era.

            Derek conducía con rapidez, pero no la suficiente como para exceder el límite de lo legal. Cuando las llantas arañaron el suelo de la casa de Lydia, me desabroché el cinturón y me bajé del coche antes de que apagara el motor. En cualquier otra ocasión, me habría tomado el tiempo de disfrutar la suavidad de los asientos, la cálida temperatura y el olor a ambientador de pino. Ahora solo podía pensar en Scott.

lobos || teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora